La primera vez que Pablo Robles pisó un teatro tenía 18 años. En ese entonces estudiaba diseño textil con María Inés Strasser y llegó a los ensayos de Sueño de una noche de verano para armar unos bocetos. Pero mientras observaba las indicaciones del director Mario Ferreira, algo se encendió: “Quiero hacer esto”, dijo.
Su familia tenía una inmobiliaria y talleres mecánicos. Nadie le había fomentado el arte, pero Robles esquivó el legado y se abrió camino solo. Se anotó en la Escuela del Actor y el teatro se convirtió en su gran amor. “Encontré esa pasión, la perseguí y no me equivoqué”, confiesa a El País.
Desde entonces interpretó unos 30 papeles en teatro, actuó en cine y se volvió un rostro popular gracias a Dance!, la serie adolescente protagonizada por Isabel Macedo y Juan Gil Navarro, emitida por Canal 10 en 2011 y rodada en Uruguay.
Días atrás estrenó Perra vida, dulces sueños, dirigida por Alfredo Goldstein, y volvió a trabajar de forma independiente tras una década en El Galpón. “Me gusta probar lo nuevo, lo que me provoca, y esta obra es aquí y ahora”, comenta sobre el texto de Miguel Morillo, inspirado en La vida es sueño, de Calderón de la Barca.
La historia, narrada en tono descacharrante y cuasi “almodovariano”, gira en torno a dos perdedores, hartos de la rutina, que encuentran una forma de sobrevivir. “Todos somos sueños. A veces no sabemos si la realidad es un sueño o si queremos convertir en realidad nuestros sueños”, resume. La obra se presenta los sábados y domingos en El Tinglado, y las entradas se venden en Redtickets.
Del escritorio al escenario
Trabaja desde los 15 años en la misma empresa. Entró como cadete y fue haciendo carrera administrativa, mientras hacía malabares para mantener su faceta artística. “He sacrificado una vida, una familia, viajes, pero la paso bien”, dice sobre la actuación.
Apenas se recibió de actor en 2001, produjo Cenizas, dirigida por Antonio “Taco” Larreta, con Estela Medina y Levón. Su debut escénico fue en el restaurante de los padres de su amigo Javier Mazza. Con él y Christian Zagía interpretaban a tres veteranos de la alta sociedad en la obra Cañones Club y contaban anécdotas entre las mesas.
En paralelo, ganaba buen dinero filmando comerciales. En la época en que su rostro empapelaba la ciudad por una premiada campaña publicitaria, armó un piloto con Noelia Etcheverry. Ese VHS quedó encajonado en Canal 10 hasta que alguien lo rescató en 2005 y lo llamaron para el casting de Desvelados. “Fue una revolución: un programa diario, en vivo, a última hora. Iba a durar tres meses y se quedó tres años”, recuerda.
Entre sus experiencias más fugaces está su paso como claque en Noche de miércoles, el programa que conducía Orlando Petinatti por Teledoce. “No sé qué pasó, pero nos rajaron a la semana”, cuenta entre risas.
También se dio el lujo de ser dirigido por referentes como Álvaro Ahunchain, Mario Ferreira y el reconocido Villanueva Cosse, con quien trabajó en Los cumpleaños de Irina y La resistible ascensión de Arturo UI. Aunque reconoce que el padre de la vicepresidenta Carolina Cosse “la tiene clarísima”, señala: “Tenía ese sesgo de los directores de antes: exigente, no dejaba pasar una. Trabajaba hasta desde el cansancio. Aprendés lo bueno y lo malo”.
"Dance!", cine alemán y Prime Video
Uno de los grandes puntos de inflexión en la carrera de Robles fue su participación en Dance!, una ficción coproducida por Uruguay, Argentina y Estados Unidos, emitida en más de 15 países. Interpretó a Mikey, el profesor de danza, durante más de 100 capítulos.
“Fue uno de los momentos más felices de mi vida. Aprendí mucho, tenía un buen sueldo, y hacía el 80% de las escenas con Isabel Macedo. Seguimos siendo amigos: fui a su casamiento, conozco a su familia, nos vemos seguido”, comenta.
Llegó al proyecto por casting. Le pidieron que imitara a alguien, hizo de Sandro, se mataron de risa y quedó. “Me pedí una licencia especial en mi trabajo porque filmamos casi todos los días durante un año”, cuenta.
En 2013 se instaló en Buenos Aires con una obra off Corrientes. Hizo publicidades y algunos bolos, pero a los seis meses regresó a Uruguay: su padre había sufrido un grave accidente de tránsito y falleció ese mismo año.
Otro hito fue su participación en la película Das Traumschiff, la versión germana de El crucero del amor, que se emite cada 25 de diciembre y 1º de enero en la televisión alemana desde hace 30 años.
Llegó por recomendación e interpretó a un gaucho que guiaba a los pasajeros por los viñedos de Colonia. “Todos los actores tenían el libreto en español y alemán. Escuchabas por fonética lo que te decía el otro para saber tu pie, y luego te doblaban. Eran escenas con mucha letra”, recuerda sobre este rodaje intenso de un mes en 2016.
En 2022 hizo del rey Juan Carlos de España en El presidente, la serie de Prime Video protagonizada por Andrés Parra. “Fue impresionante. Una participación breve, pero flor de personaje. Dicen que fue uno de los mejores papeles pedidos por un uruguayo, porque siempre nos llaman para ser el que sirve el café”, bromea.
Durante la pandemia decidió estudiar Comunicación, y más tarde encaró la carrera de Gestión Cultural. Después de haber salpicado por roles variopintos, hoy sueña con hacer un musical y dirigir teatro. “Quiero sacarle el polvo a obras geniales, esos clásicos en verso que no se hicieron muy bien o aburrieron”, concluye.
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