Teatro en la oscuridad desde hoy en Montevideo

Argentinos. La obra ha sido vista por 150 mil espectadores

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Hoy se presenta en Lindolfo Teatro un espectáculo nada común: que tiene tanto de arte escénico como de experiencia sensorial. Es el llamado "Teatro ciego", que lleva adelante un grupo argentino bajo dirección de José Menchaca.

El escritor uruguayo Felisberto Hernández, en su cuento Menos Julia, imaginó un túnel sin luz, por el que pasaba un visitante que iba reconociendo los objetos por medio del tacto. Sensible a toda innovación literaria, el narrador captó como la oscuridad puede ser el estímulo ideal para desencadenar la fantasía.

Algo de eso hay detrás de esta propuesta que el teatro argentino lleva adelante desde hace una década, en el transcurso de la cual fue vista por más de 150 mil espectadores. El primer paso para el montaje fue tomar el relato La isla desierta y convertirlo en un guión que se adapte a ser realizado en la oscuridad.

El Teatro Ciego es una nueva y revolucionaria forma de representación teatral, que apuesta a un universo diferente. Un abismo donde se borra el mundo tal como lo conocemos, para que paulatinamente renazca frente al público otro universo, apoyado en estímulos sonoros, táctiles y olfativos.

Los espectadores ingresan de a uno, acompañados por los actores, en la sala oscura, donde son ubicados en sus respectivas butacas por los mismos intérpretes, empezando de esta manera la experiencia, antes de que la obra comience.

A raíz de la oscuridad, se hace innecesaria la presencia de cualquier tipo de escenografía, desarrollando así una serie de objetos especialmente diseñados para la concreción de una infinidad de sonidos, ambientando con todos ellos, y en vivo, todas las escenas, donde sonoridad y palabra construyen la obra.

Menchaca describe la oscuridad como una variable distinta para cada espectador, incluso para un mismo espectador en el transcurso de la obra. Para unos puede ser agobiante, como un muro invisible colocado frente a la cara del espectador. Para otros, por el contrario, puede dar una sensación de abismo abierto, infinito, inconmensurable.

Otra diferencia con el teatro convencional es que en este caso el público se ubica en el centro mismo de la escena. Es parte de ella y desde allí vive epidérmicamente la obra. Es como un fantasma que sin poder interferir en el mundo de los actores, percibe todo lo que allí sucede, siente cuando el intérprete pasa a su lado, escucha su respiración, percibe su olor.

En el Teatro Ciego, el actor y el espectador comparten el mismo espacio, y la situación los envuelve. Además, la anulación de uno de los sentidos potencia los otros. Los sonidos, los olores y el tacto se hacen presentes de una manera que sorprende al espectador, estimulando la imaginación, y haciendo de todo esto una experiencia singular.

Por otro lado, la obra de Arlt fue elegida porque permite un abanico de efectos, desde el encierro de los trabajadores de las grandes urbes hasta la fantasía de la vida al aire libre, que la versión de Menchaca potencia y estimula. De los ruidos de un puerto a la brisa marina, y desde la opresión al sentimiento embriagador, la compañía buscó recorrer una gama lo más rica posible.

El elenco, que integra videntes y no videntes, lo conforman Laura Cuffini, Mirna Gamarra, Marcelo Gianmarco, Eduardo Maceda, Francisco Menchaca, Juan Mendoza, Mateo Terrile, Verónica Trinidad y el director. La cita es en Juan Lindolfo Cuestas 1388 (tel. 29167686) hoy y mañana a las 20 horas y a las 22 horas. Las entradas valen $ 525 (la función de las 20 horas) y $ 625 (la de las 22 horas).

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