CARLOS REYES
Ediciones de la Banda Oriental acaba de publicar junto a la Facultad de Humanidades y la Biblioteca Nacional, "Florencio Sánchez y el anarquismo", libro del investigador Daniel Vidal que indaga en el contexto ideológico del dramaturgo uruguayo.
El material tiene por objeto principal de estudio el vínculo entre Sánchez y el anarquismo, centrándose en la actividad desempeñada por el magistral escritor entre diciembre de 1900 y junio de 1901, cuando estuvo relacionado al Centro Internacional de Estudios Sociales. En 300 páginas, el autor recorre las veladas anarquistas de las que el autor de Barranca abajo fue protagonista, permitiendo acceder a documentos inéditos hasta ahora, en particular sobre la recepción del movimiento libertario en su obra.
El libro además contiene textos inéditos o muy poco conocidos, como la pieza dramática ¡Ladrones!, un diálogo sobre la prostitución (Diálogos de actualidad) un trabajo en prosa poética (Al pasar), un monólogo y las dos escenas conocidas como Los acosados.
Partiendo de esos y otros materiales, Vidal (profesor adjunto de la Facultad de Humanidades, de la Universidad de la República) analiza el lugar de Sánchez en la escena anarquista del Novecientos, ahondando en los cambios ideológicos y políticos que operaron en el autor de Los muertos, para de este modo comprender más sus matices y singularidades.
Vidal reconoce en su libro que la obra del gran dramaturgo nacional exhibe las marcas producidas por el desgaste lento pero pertinaz, y cuando la leemos, sentimos que "sus personajes y sus decires han quedado rezagados". Sin embargo, la figura y la obra de Sánchez siempre resurgen para plantear nuevas interrogantes.
Sánchez fue anarquista a su manera, señala Vidal, quien en su libro abre una interrogante sobre si se puede considerar o no a este autor como anarquista. "Su estética y su obra revelan hibridez, transacciones y contaminaciones, también renuncias, en especial en el Sánchez más conocido, el de la obra de éxito en los grandes escenarios".
"Salvo un par de gestos solidarios y periodísticos, el Sánchez posterior a 1902 insiste en alejarse del anarquismo. Nunca más cruzó el umbral de una sede libertaria para sumarse a sus filas. Tampoco ofreció sus textos a los elencos anarquistas ni subió a un estrado. Se casó por iglesia católica, aspiró a obtener las comodidades que ofrece la vida material, prosiguió y obtuvo la ansiada protección económica del gobierno. Y su obra, desde Canillita, insiste en la tesis social conciliatoria, en el diálogo y en la renuncia de extremismos para concertar la armonía social. Su accionar y dramaturgia se alejan y contradicen del modelo de vida y de literatura que mantienen sus ex compañeros libertarios", afirma el investigador.
Para llegar a esa conclusión, Vidal parte de un análisis detallado del circuito cultural anarquista montevideano del Novecientos, del que analiza su estructura, su relación con el teatro, las artes plásticas, la educación, las bibliotecas obreras y demás áreas de acción. A partir de allí incursiona en la relación de Sánchez con ese universo cultural e ideológico, en sus múltiples facetas de orador, conferencista y periodista.
Luego pasa al Sánchez que va teniendo mayores vínculos con la política oficial, y que fue mimado por los gobernantes. El libro también se detiene en la recepción utilitaria de su obra que hizo el anarquismo montevideano, analizando la relación entre proselitismo y autonomía intelectual. También se detiene a estudiar las formas de violencia en algunos textos de Sánchez, en particular algunos poco conocidos. Una extensa bibliografía de una veintena de páginas cierra este valioso trabajo, que pone en el tapete una serie de temas de gran interés, no solamente para los eruditos sino para un amplio rango de lectores vinculados por la literatura uruguaya.