"Rigoletto" de Verdi: una obra maestra

HUGO GARCIA ROBLES

LAS COLUMNAS

La temporada que el Solís inicia con Rigoletto merece alguna reflexión. En primer lugar, las dificultades que enfrentó Verdi para cumplir con su ópera. La censura austríaca jugó inevitablemente su papel y el maestro pugnó, hasta el límite de lo posible, para que el resultado no traicionara los objetivos y principios que desarrollaba en Rigoletto.

El espíritu libertario de Verdi hizo que el texto El rey se divierte de Víctor Hugo, despertara su infalible olfato dramático. Una obra que condenaba las aristas inmorales de la monarquía y la nobleza no podía dejar de incomodar a las autoridades austriacas. El estreno de la pieza teatral de Hugo, en 1832, tuvo ribetes de escándalo por las mismas razones políticas.

De modo que el pedido del teatro La Fenice para que una nueva ópera de Verdi se inscribiera en la temporada del Carnaval de 1851, movilizó al músico, que se puso a trabajar con el libretista Piave sin perder tiempo. La prohibición que reciben las autoridades del teatro encuentra a Verdi con su trabajo muy adelantado. Finalmente, se logra un acuerdo el 30 de diciembre de 1850, que firman Verdi, Piave y Guglielmo Brenna, secretario de La Fenice.

Los cambios conforman la ópera tal como la conocemos hoy, con el traslado de la corte francesa del libreto original al ducado de Mantua y otros detalles. En otro aspecto, conviene subrayar la diferencia importante en la última escena, entre la obra de Hugo y la ópera. El dramaturgo francés muestra al cadáver de Gilda y su padre, rodeados de testigos mientras un médico diagnostica la causa de la muerte. Verdi, en cambio, ubica a Rigoletto a solas con el cuerpo de su hija, mientras el bufón y la orquesta, aluden el tema de la maldición de Monterone. Como se ve, casi un recurso de "leit motif" wagneriano.

Las novedades que aporta Rigoletto son muchas. Por una parte, la audacia de colocar en escena a un jorobado como eje argumental. El empleo de la orquesta con refinado registro del dramatismo de cada escena, acierto que incluye, en la tormenta del tercer acto, el coro fuera de escena sugiriendo el viento.

La riqueza melódica y la tendencia a un fluir orgánico del canto, alejándose de la mera sucesión de arias, duetos y conjuntos, a pesar del evidente torrente melódico que contienen. El crítico inglés Charles Osborne, autor de un estupendo libro sobre la obra de Verdi, señala estos aspectos y conecta la concepción general de Rigoletto al gran Mozart.

Por último es preciso aplaudir el esfuerzo del Teatro Solís en la puesta de la obra, esfuerzo que el público ha reconocido con su afluencia masiva y la formidable circunstancia del triunfador Carlo Ventre que regresa a su patria y canta por primera vez en el mayor escenario del Uruguay.

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