A continuación, una enumeración sencilla de hechos y datos. La fortuna de David Beckham está calculada en unos 225 millones de dólares. Su esposa, Victoria, ya era una celebridad antes de conocerlo y vivió varias amenazas de muerte y de secuestro apoyadas, supuestamente, también en su riqueza. Se casaron en una ceremonia que empleó a más de cuatrocientas personas y costó unos ochocientos mil dólares. Cuando en 2007 ambos se mudaron a Los Angeles, Estados Unidos, porque él fue contratado por el equipo L.A. Galaxy, cientos de fotógrafos y reporteros se apretaban en el aeropuerto, ansiosos de tomarles una foto o conseguir algún dato sobre su viaje. Las notas que repasan ese episodio hablan de una "locura mediática" por ellos. Tiempo después se instalaron en una casa que cuesta veintidós millones de dólares, en Beverly Hills, custodiada por una guardia fija de diez encargados de seguridad que alejan constantemente a los fotógrafos, espías y fanáticos. Y aunque la pareja se mostró molesta por el acoso de los fotógrafos, no dejaron de publicitar su llegada al país con una nota exclusiva en una revista, acompañada por fotos que los mostraban en ropa interior, como si estuvieran mostrando su intimidad.
Y esos son apenas algunos datos que explican el contexto en el que en julio del año pasado nació su cuarta hija, Harper Seven Beckham.
Se dijo hace un par de días que la niña amenaza convertirse en un ícono de la moda, aunque ni siquiera aprendió a caminar. Como es lógico, los paparazzi se desvelan intentando conseguir fotos de ella. Las que hay suelen mostrarla elegantemente vestida, casi como un modelo para marcas de lujo para niños. Según se dice, su ropero podría ser tema de análisis para estudiantes de diseño de ropa. ¿Los pañales también entrarán dentro de la categoría de "ropa de diseño"? Yo creo que deberían, ya que hasta su padre habla a la prensa sobre la forma de vestir de la niña. El tema continuará mañana.