Carlos Reyes
El viernes 7 de agosto llega al Teatro Metro "Revista latina", una superproducción argentina que promete deslumbrar a pura pluma y tecnología. Entre los nombres que reúne el elenco destaca la actriz y vedette Iliana Calabró, quien conversó con "El País" sobre este espectáculo y otros asuntos de su carrera.
Si fuera por mi padre yo todavía estaba haciendo de Renata", comenta Iliana en referencia a su carrera poco convencional, que reúne gastronomía, actuación y canto, en un fenómeno mediático que excede ampliamente los límites del escenario. "Acá en Uruguay me preguntan cuándo voy a instalar una sucursal de la empresa que industrializa el tiramisú. También me sorprende la cantidad de visitas que tengo a mi sitio en Internet que son de Uruguay, que yo contesto personalmente. Y aunque en general son devoluciones demasiado generosas las que me hacen, uno a través de ellas va viendo cómo te percibe el otro y qué tenés que cambiar. Porque un artista necesita ese ida y vuelta. Un artista debe saber escuchar".
La historia es más que conocida. Hija de un cómico de primera línea, el inigualable Juan Carlos Calabró, Iliana sobresalió en los medios a partir de su inclusión en el programa de Tinelli. Desde allí nació un personaje propio, que caló mucho en la gente, algunos discos y canciones, y muchos escándalos, con llanto incluido.
A la fecha Iliana prepara un disco (llamado justamente Yo soy Iliana), y su respectivo espectáculo, que presentará en verano en Mar del Plata. También se apronta para volver junto a Tinelli, en la serie de comedias musicales que ya está ensayando.
Revista latina va en el Teatro Metro (San José y Zelmar Michelini, tel. 9010772), viernes 7 y sábado 8 a las 21 horas y domingo 9 a las 19 horas. Las entradas están a la venta en la boletería del teatro, desde las 11 horas, y valen $ 450, $ 550, $ 650 y $ 750.
-Desde el punto de vista artístico, ¿qué tenés en común con tu padre?
-Creo que el humor: lo que sé del humor lo aprendí con él, sin darme cuenta. Para hacer "El Contra", mi papá se reunía con Antonio Carrizo a tomar un café, y yo muchas veces me quedaba escuchando cómo se armaban los chistes. Tiraban un tema, buscaban alguna palabra que sonara divertida, y ahí empecé a aprender el mecanismo, que tiene que ver con la técnica del humor. Creo que le habría pasado a cualquiera en mi situación.
-¿Tu padre tiene algo de sus personajes, por ejemplo, de El Contra?
-No, es muy distinto, y por eso mucha gente se desilusiona cuando lo conoce. Porque él es serio, introvertido, seco, pensante, y su personaje es jocoso, extravertido, optimista. De "El Contra" lo único que tiene es eso de confundir a la gente, de no ubicarla, pero eso es porque se abstrae, por eso de colgado que tiene.
-¿Y de Aníbal?
-Tampoco, nada que ver con él. Creo que mi papá trabajó el humor desde la observación, y desde el contrapunto. Así como es medido y reservado, siempre trabajó sobre lo espontáneo. A mi padre siempre lo vas a ver impecablemente vestido, y Aníbal es un ordinario, pobrecito.
-¿Creés que esos personajes salieron de su entorno?
-Es que cuando yo era chica, a la tarde, te bañabas para salir a la puerta, para verte con los otros vecinos, no como ahora, que no podemos salir más, porque te matan a vos y al vecino. Y siempre había uno que estropeaba la cuadra, que te echaba el barrio abajo: esa era Aníbal.
-¿Qué consejo seguís que te haya dado tu padre?
-Sabés que pasa, que yo muchas veces no recibo el consejo directo de él, porque es cabrón, porque es muy temeroso. Fijate que nunca salió del país: es un tipo miedoso, que nunca se animó a venir a Montevideo. Y cuando yo vengo, cuando bajo del Buquebús me pide que lo llame para decirle que llegué bien. Son un montón de temores que terminan siendo fobias, que te van encerrando. A él todo le da miedo, tanto que una vez me ofrecieron para trabajar en Miami y me dijo que él me pagaba más de lo que me ofrecían, si me quedaba.
-¿Tu también armaste un personaje muy propio?
-Sí, es un personaje que creo que es muy querido porque rescata los valores naturales de la persona común. Y yo lo hago recargado, kitsch, exacerbado en todo, desde la alegría al llanto. Aunque en Bailando... la que lloraba era yo, que me buscaba resguardar con ese personaje, pero que a veces la situación me superaba. La gente se daba cuenta que tenía una lucha interna para que no afloraran mis sentimientos, que yo sentía heridos.
-¿Qué fue lo que más te molestó del jurado de "Bailando..."?
-Sacarme poca nota no me molestó tanto, porque yo soy muy autocrítica, y me daba cuenta que lo estaba haciendo mal. La verdad es que si me hubiesen puesto sólo mala nota, pero me descalificaron como persona. Y ellos sabían que yo hacía más de 20 años que venía haciendo las cosas bien, que no salí de la noche a la mañana, como pasa ahora, que por ser la hermana de Wanda Nara la ponen en un estelar. Yo no me vi respetada por mis pares, porque ellos también son artistas.
-¿Y cómo reaccionaste ante esas críticas?
-Creo que ante esa Ileana defenestrada, se activaron mis resortes y me hice más fuerte. Yo funciono así: con el amor propio herido cobro más fuerza. Pero todo eso me dio mucha popularidad: tanto que después, a raíz de eso, se caían a propósito en el Patinando..., pero creo que la gente se da cuenta.
-¿Y ahora te estás preparando para volver con Tinelli?
-Sí, voy a volver al estrés. Ya arranqué los ensayos para las comedias musicales, y espero poder quedarme un par de meses. Pero en realidad yo hace un año que vengo trabajando en esto, armando cosas, con mucho dinero atrás. Yo no tengo que ir a inventar, porque yo reinvierto mucho en mí misma. Soy mi mejor productora.
La última revista que escribió Jorge Guinzburg
El Teatro Metro recibirá con Revista latina a un espectáculo que recupera la tradición de la revista porteña, con vedettes, humoristas, bailarines y mucha pluma. Jéssica Cirio e Iliana Calabró encabezan este espectáculo, junto a la actriz y cantante Cecilia Milone, y los cómicos Matías Campi, Bicho Gómez y el Payaso Mala Onda, entre otros artistas.
Esta revista, que propone una especie de seleccionado con representantes de las países latinoamericanos, fue la última revista escrita por Jorge Guinzburg, hecho que le da un carácter único. A su vez, el montaje costó un millón de dólares, cifra que fue destinada a darle un fuerte apoyo tecnológico. Tal es el caso de la pantalla gigante LED, que permite una altísima definición. Además, Renata Schussheim fue la encargada de diseñar los 255 trajes de Revista latina, para los que se utilizaron 20 mil piedras de cristal.
Darío Víttori y Altavista
"Por mi padre, tuve la oportunidad de codearme desde chica con los más grandes artistas argentinos. Recuerdo mucho a Darío Víttori, que era un ser maravilloso. Cuando empecé a trabajar me dio un consejo. `Cada vez que entres a escena tenés que ser un impacto. La gente se tiene que sorprender, y para eso en algo tenés que marcar a tu personaje".
"De Darío también recuerdo cuando nos invitaba a comer fideos. Era fascinante llegar a su casa y encontrarlo enredado, despotricando contra la humedad y la masa, porque era medio cascarrabias. Pero todo lo hacía para agasajar a la gente que quería, y es una costumbre que yo también tengo muy arraigada, eso de cocinar para las personas que quiero".
"Vos veías a Juan Carlos Altavista y no tenía nada que ver con el personaje de Mingo. El era un señor, un caballero, pero la esencia era la misma que la de Mingo, y eso creo que la gente lo podía captar".
"Altavista fue la persona más generosa que he conocido. Yo empecé gracias a él, porque yo estudiaba en la escuela de arte dramático y él iba a hacer una película con mi padre, "Mingo y Aníbal contra los fantasmas", donde la hija de él iba a hacer de azafata. Y él le dijo a mi padre, `¿por qué no las ponemos a las dos nenas a atendernos a nosotros dos?` Y tuvo la generosidad de desdoblar el rol de su hija para darme un papel. Esa generosidad no la tiene cualquiera".