CARLOS REYES
En una breve y fructífera visita a Uruguay, Antonio Nicolau firmó acuerdos en representación de la Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo Internacional (Aecid) para apoyar económicamente al Sodre y a otras instituciones.
En entrevista con El País, el director de la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas de la Aecid, explicó los alcances del nuevo acuerdo: "Hemos firmado un convenio de aportación económica -y no sólo económica, sino también de experiencia y conocimiento-, para completar la gran inversión que ha realizado el gobierno uruguayo en el Complejo Sodre, y que concretamente será destinada a equipamiento técnico y amueblamiento".
El funcionario español, también historiador, agregó que este nuevo aporte financiero abarca además un proyecto para adquirir instrumentos musicales para los talleres de aprendizaje y, por esa vía, consolidar las orquestas juveniles del Interior. También comprende un plan de asesoramiento en materia de gestión para cuando el Complejo Sodre entre en funcionamiento. Un fondo para el Centro de Arte Contemporáneo (que funciona en la antigua cárcel de Miguelete) y la consolidación del sistema nacional de museos, integran este plan, que para el bienio 2008-09 asciende a 10.5 millones de euros.
Sobre cómo se destinan esos aportes, Nicolau (Barcelona, 1960) especifica que la Aecid trabaja a partir de distintas variables. Una, que el área a colaborar sea identificada como importante para el país socio. Otra, que sea un proyecto articulador, estratégico y con perspectiva de futuro.
El historiador señala que evidentemente no todos los países latinoamericanos tienen igual nivel de desarrollo, y que por lo tanto el tipo de ayuda corresponde al nivel del país: "Uruguay integra los países latinoamericanos de renta media, y con ellos tenemos una política de cooperación muy de ida y vuelta, con proyectos en los que el propio gobierno uruguayo, así como otras instituciones, están implicados presupuestal y políticamente. Además, cooperar significa trabajar juntos, ayudarse mutuamente".
Interrogado sobre cuáles son las formas de evaluar la eficacia de esa ayuda, Nicolau sostuvo que se están trabajando en los indicadores, aunque "es todavía pronto" para medir los resultados. Señala, sin embargo, que hay otros indicadores más generales, como por ejemplo la cantidad de películas que se ruedan en un país a partir de una ayuda económica.
Por otra parte, junto con América Latina, África se presenta como otra de las prioridades de la Aecid: "El caso de África es muy distinto, y un principio básico de toda cooperación cultural es que para que sea eficaz ha de tomar las formas que cada sociedad tiene. En África estamos trabajando de otra manera, a partir del patrimonio cultural, la música, y el reforzamiento institucional".
Otro punto clave es sobre la posibilidad de corrupción a partir de esas subvenciones. Al respecto, el director indica: "Hacemos una evaluación muy medida del dinero. Por un lado, tenemos oficinas técnicas de cooperación, y todos los créditos en que participamos gozan de una comisión mixta que hace el seguimiento para asegurar los principios básicos de ética del proyecto".
"Además -continúa- después hacemos una evaluación cualitativa del proyecto. Y si bien no se puede hacer una afirmación rotunda, creo que hoy en día la cooperación se ha tecnificado suficientemente como para evitar las situaciones que se habían creado. Pero creo que es muy mínimo el dinero que pueda perderse por esas vías".
No obstante, Nicolau advierte que estas formas de ayuda no deberían perdurar indefinidamente: "La cooperación, casi por definición, no puede ser indefinida, porque el objetivo que tiene es contribuir al desarrollo del país socio (y sobre todo, para crear las capacidades para que creen su propio desarrollo), de modo que progresivamente, por lo tanto, como modelo, la cooperación ha de tender a desaparecer. Eso no sé si lo veremos, por desgracia, en nuestras vidas. En cualquier caso, trabajamos con ese objetivo y con objetivos concretos, medibles".