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Juanse: “Si tu prioridad es el éxito, entonces hay un enorme vacío en tu espíritu”

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Juanse. Foto: Difusión.

ENTREVISTA

Luego de lanzar "Muchacho corazón" y "Ataque de nervios", los dos primeros adelantos de su próximo disco solista, Juanse habló con El País

Bajo la producción de Andrew Loog Oldham, el primer manager y productor de The Rolling Stones, Juanse está terminado su su nuevo álbum solista. Tras lanzar los adelantos “Muchacho corazón” y “Ataque de nervios”, el líder de Ratones Paranoicos habló con El País.

—En mayo te hiciste viral gracias a las anécdotas sobre Charly García y Pappo que contaste durante un vivo de Instagram junto a Ciro Martínez. ¿Te ponés algún límite al momento de relatar alguna historia?

—Lo que pasa es que como yo no entiendo nada de las redes, en un momento me olvidé de que estábamos hablando para la gente (se ríe). Con Ciro tenemos muy buena relación y pensé que estábamos hablando directamente, pero me llamaba la atención de que en un lugar de la pantalla aparecían mensajes como con unos globitos. Sabía que estábamos en una videollamada pública pero no pensé que iba a estar tanta gente.

—Hace dos semanas publicaste “Ataque de nervios”, el segundo adelanto de tu próximo disco solista. La producción estuvo a cargo del primer productor de The Rolling Stones, Andrew Loog Oldham. Ya habías trabajado con él en varios álbumes de los Ratones Paranoicos. ¿Cómo podrías definir la dinámica entre ambos?

—En esta etapa, en las que estamos todos atravesando momentos complicados, no me gusta decirte que estoy en mi plenitud. Pero es verdad, me encuentro realmente pleno porque todo el trabajo de este disco lo hice por anticipado, hace dos años. A los cuatro meses de terminar Stéreoma ya estaba preproduciendo este disco; estaba con la percepción de que algo iba a pasar. Me acuerdo que lo llamé a Andrew y en un momento me dijo: “¿Por qué no hacemos un disco nosotros dos?”, y eso que él dejó de producir en 2011. Me sorprendió esa invitación porque los dos estábamos cansados de luchar con un montón de cuestiones técnicas de los estudios de acá, que hace que grabes algo que sabés que va a ser parcial y que no te va a satisfacer. Pero, como la tecnología lo puede todo, logramos transportar a Texas lo que grabamos en Argentina y así hacer un equilibrio para tener una gran producción. Estoy muy agradecido con Sony Music y con Andrew porque fue un proyecto muy costoso pero que está dirigido por alguien que realmente sabe aprovechar los materiales a mano.

—¿Recordás el momento en que notaste que el proyecto estaba lo suficientemente encaminado como para pensar en un nuevo álbum solista?

—Sí. Yo estaba mezclando muchas canciones, y cuando empecé a decidir con Andrew, él se terminó metiendo mucho en el proyecto, y me tiró varios consejos. Le mostré todo lo que había compuesto, hizo una selección y a eso le sumamos otras seis canciones más. Entonces, son 12 canciones que están grabadas hace poco. Eso nos ayudó bastante a construir una base muy sólida, y la disyuntiva que nos estamos planteando ahora es que tal vez no convenga que el disco salga inmediatamente. Además de “Muchacho corazón” y “Ataque de nervios”, tenemos otras dos cortes en forma ascendente, que son las que realmente tienen la profundidad del concepto hacia donde nos estamos dirigiendo.

—Ya que te mencioné a los Ratones Paranoicos, ¿cómo recordás la primera etapa de la banda? Antes de llenar estadios, tuvieron que enfrentarse al rechazo.

—Claro. Vos pensá que toda la idea surgió de un viaje mío a Río, en el año ‘79 cuando yo tenía 17 años... Bueno, en realidad no sé qué edad tenía, pero lo que sí sé es que estaba solo y no tenía guita (se ríe). Trataba de caminar lo máximo posible para conocer lugares, y un día dije: “Me voy a perder”. Me tomé uno de esos colectivos gigantes que parecen un paquete de pan lactal (se ríe) y cuando pasamos por un lugar que se llama Cinelândia, el micro entró en un túnel. Me llamó la atención que estaba lleno de mensajes en aerosol que las bandas se mandaban entre sí. Y no eran bandas de rock, eran bandas de verdad que se escribían cosas como “Viva Flamingo”. Ahí el Señor se posó sobre mí y me dio una idea.

—¿Salieron a graffitear la ciudad?

—Claro. Apenas llegué a Buenos Aires, con Pablo Memi compramos dos bolsos llenos de aerosoles y empezamos a poner el nombre de la banda en todos lados. Y como veníamos de una dictadura muy fuerte, todavía nadie se animaba a hacer graffiti. Salíamos a las doce de la noche y volvíamos a las seis de la mañana. Con eso nos hizo conocidos porque el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas se quejaba en la radio porque había un comando que se llamaba “Ratones Paranoicos”, y no se sabía qué ideología tenía (se ríe).

Juanse. Foto: Difusión.
Juanse. Foto: Difusión.

—Entonces les salió bien la jugada...

—Totalmente. Todos protestaban pero leían el nombre (se ríe). Me acuerdo que empezamos de abajo, tocando en lugares chicos y hacíamos los afiches y el engrudo para pegarlos en las paredes de la ciudad. Lo recordamos siempre porque eran épocas de una gran dinámica de trabajo, con gran esfuerzo y desgaste; pero esa actitud frente a la adversidad nos compensó con buenos resultados. Hay que santificar lo que hacés, porque si vos metés una canción muy conocida pero no pasaste por la experiencia de que te digan que no 400 veces o haber ido por todos lados con tu música, entonces no lo vas a disfrutar. Nadie es eterno y, tarde o temprano, vas a dejar de estar de moda. Podés grabar discos hasta los 79 años, pero no vas a tener la misma exposición que tenías cuando explotó tu forma de ser. Y es ahí es donde los artistas que no pasaron por ese proceso entran en estado de depresión y, circunstancialmente, tienen que buscar una alternativa para tratar de darle un sentido a su vida. No le recomiendo a nadie estar totalmente pendiente del éxito. Si tu prioridad es el éxito, hay un enorme vacío en tu espíritu.

—Cuando pienso en tus discos como solista y con los Ratones Paranoicos, me queda la idea de que el foco siempre estuvo en confiar en la obra más que en su alcance. Además, no se puede controlar cuánta gente va a elegir a tu banda o si una canción va a ser realmente exitosa.

—Totalmente. Además, todo tiene su momento. Mirá, el hit más grande de la historia de la música ya pasó y ni siquiera sus autores están vivos. Los escucharás vos y yo una vez cada tanto, pero eso que en su momento fue un gran éxito y movió a un montón de gente, ya pasó. También pasa que cuando alcanzás ese nivel aparecen los “grandes amigos”, los grandes empresarios y todos esos tipos que te llevan a lugares exóticos. Pero es una vida vacía porque, al final, todo se termina transformando en polvo. Te va a pasar a vos, al edificio donde vivís o al Rolls Royce que te compraste. Hay que disfrutar del presente y por eso te decía al principio de esta nota que me veía en plenitud. No me siento presionado.

—En estos más de 35 años de carrera, ¿qué te ayudó a confiar en tu obra y te pemitió dejar de lado el ego y la necesidad de la aprobación externa?

—Creo que pasa mucho por el hecho de tener confianza plena en Dios. Eso es lo más importante para mí. Nuestro problema empieza cuando queremos alterar los destinos y los queremos modificar desde nuestra omnipotencia y nuestra vanidad. Ahí es donde empieza el problema; y todos somos así. No me excluyo. Hay que vivir bien el presente, acompañado de la fe, la amistad y los afectos, y tratar de que la familia esté de la mejor manera posible. Para mí, primero viene Dios, después la salud y luego el trabajo. Y, si encima te das cuenta que la vida es un instante, es mejor porque después sabés que viene algo mucho más importante.

—¿Hace cuánto adoptaste esa postura? Me imagino que se necesitan varios años para madurar y adquirir esas ideas.

—Creo que me acompañó siempre, aunque también soy un ser humano. Mirá, la juventud es una etapa alucinante y hermosa pero te mete en una frecuencia que te puede confundir bastante. A lo largo de mi vida atravesé todas las oscuridades y las iluminaciones posibles, y mo me puedo quejar para nada. Dentro de mi capacidad trato de hacer lo mejor que puedo porque sé que en un eventual momento me voy a encontrar con la persona que observó toda mi vida, desde que nací hasta que estoy hablando contigo, y me la voy a tener que arreglar. Es cuestión de esperar.

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