Felipe Baldomir, el uruguayo que vive en Australia y recorre el mundo con sus canciones, llega a La Trastienda

El músico uruguayo se radicó en Australia, vive en una van e hizo de las canciones su hogar. “Nunca imaginé estar haciendo lo que estoy haciendo hoy", le dice a El País.

Felipe Baldomir. Foto: Difusión
Felipe Baldomir.
Foto: Difusión.

Aunque esté al otro lado de la línea telefónica, la sonrisa de Felipe Baldomir se percibe enseguida. El uruguayo, que hace años dejó la carrera de Arquitectura para mudarse a Australia y apostar por la música, sonríe sin parar mientras repasa el camino recorrido. “Nunca imaginé estar haciendo lo que estoy haciendo hoy, ni que podía vivir como vivo hoy”, le comenta a El País. “Mi mensaje es que si tenés un objetivo, por más loco que sea, dale para adelante. Lo importante es encontrar una manera para ser feliz”.

Y Baldomir, que en seis años ya editó dos álbumes, varios sencillos y un EP en vivo, tiene una canción que resume todo lo que vivió en este tiempo. Se llama “Free”, se publicó en febrero, e incluye frases como: “Voy a viajar por el mundo en una van Volkswagen, / Voy a tocar mi música en todo tipo de bares, / Caminar por las calles de Ámsterdam, / Y a groovear al ritmo de mi vieja guitarra, / La gente me dice que no puedo ser libre, / Pero yo sé que sí”.

El cantante, que hizo del indie-folk su lenguaje musical, escribió “Free” el año pasado, durante la que fue su primera gira por Europa. “Fue uno de esos momentos en los que decís: ¿qué estoy haciendo acá, tocando mi música? No lo podía creer, así que escribí esta canción que habla de la realización de haber logrado lo que quería. Por eso, la última estrofa habla de celebrar el camino”.

Es que Baldomir pasó por una serie de desafíos y reinvenciones antes de cumplir su sueño. “Cuando terminé el liceo lo que más quería era hacer música, pero siempre me decían que me iba a morir de hambre. Y por un tiempo me convencieron”, admite. “Estudié cuatro años de Arquitectura pero, la verdad, no estaba feliz, así que un día dejé todo para hacer música. No sabía cómo encarar mi sueño, pero empecé”.

En 2017 lanzó “At Home”, su primera canción, y empezó a tocar en unos cuantos bares y eventos. Pero no fue suficiente. Al año siguiente, decidido a apostar por la música, se mudó a Sidney con 24 años. Así lo relató a El País en 2022: “El día que llegué conocía a una sola persona, un australiano de padres uruguayos, músico también. Él me pasó a buscar por el aeropuerto y me dijo: ‘Mañana tengo que ir a este lugar, Byron Bay; tomarme un avión, levantar mi camioneta y manejarla hasta Sidney. ¿Querés venir?’. Y como no tenía ningún plan, me fui con él”.

“Bajamos a la playa —esto es mi primer día completo en Australia—, no tenía idea de dónde estábamos, me voy a buscar algo para comer y cuando voy caminando por la calle principal me encuentro, tocando en la calle, a dos de mis músicos favoritos: Ziggy Alberts y Tay Oskee. Y me quedé sentado escuchándolos, y los pude conocer, y al poco tiempo me invitaron a tocar con ellos en la calle. Todo eso fue tremenda señal”.

Luego lavó platos, hizo mudanzas y tocó en las calles de Sydney y Byron Bay hasta que lo contrataron en un bar para que actuara todos los sábados. Luego, le llegó el turno al siguiente paso: convirtió a esa van que menciona en “Free” en una casa rodante y se animó a girar por Australia con sus canciones.“Tengo una vida bastante nómade”, asegura. “No tengo casa, pero en Australia tengo mi van y otra en Europa. Yo crecí en una casa tradicional, pero existen otras formas de vivir y encontrar la felicidad”.

Y su disco Only Light, de 2020, es un fiel reflejo de toda esta experiencia. Son nueve canciones que abordan sus viajes por Australia y las personas que conoció en el camino. Pero también habla de enamorarse, de desenamorarse; de cómo es vivir en una van y trabajar como lavaplatos. “Tengo unas monedas y un billete en mis bolsillos vacíos, / Me pregunto si estás canciones serán suficientes, / Para iluminar toda la oscuridad”, canta en la cálida “Jonston Street”.

Baldomir, que hizo de la música su hogar, suele presentarse en vivo en formato de hombre orquesta —toca guitarra, saxofón, armónica, sintetizador y batería— y busca establecer puentes a través de sus canciones. En ese sentido, la festiva “Together We Fly”, editada en mayo, resume su intención:“Grandes sonrisas a lo largo y ancho, / Quiero que todos se sientan libres”.

Sobre esa canción, explica: “Se trata de unir a la gente sin importar su nacionalidad, religión o idioma. Es una forma de darle una bienvenida a las personas a mi música”. Ya la interpretó en varios escenarios y, según relata, en cada ocasión se generó algo único. “Inventé una parte para interactuar con la audiencia”, dice. “No tiene ningún idioma, son ruidos, y hago un juego en el que yo canto algo y la gente lo repite. Se arma lindo porque cuando el resto está aportando su energía, todo se multiplica”.

Y este fin de semana, el público uruguayo podrá ser parte de este intercambio musical con el cantautor. Esta noche se presentará con entradas agotadas en Pueblo Narakán (en Punta del Este), y mañana llegará a La Trastienda. Aún quedan entradas a la venta para esa función, que además tendrá a varios artistas invitados. Los precios van de 500 a 900, se consiguen en Abitab y hay 2x1 para socios de Club El País.

Ambos recitales forman parte de la gira regional que inició el 14 de julio en San Pablo y que continuará hasta mediados de agosto con otros dos shows en Buenos Aires y Santiago de Chile. Pero el de La Trastienda se acompaña de una energía especial. “El año pasado me presenté ahí y era mi primer show en Uruguay en tres años porque la pandemia no me había dejado viajar, y tener a mi familia en la sala fue increíble. Pude compartir todo lo que viví en este tiempo y presentar un montón de canciones nuevas. Además, de chico nunca me imaginé que iba a poder tocar en La Trastienda, así que volver es muy emocionante”.

Además de encargarse de todos los instrumentos, Baldomir se tomará algunos momentos para repasar su historia. “Trato de generar un relato a lo largo de mi set, y las canciones me ayudan a ese desarrollo”, explica. “Con mis letras espero transmitir un mensaje positivo, y si puedo inspirar a alguien a hacer un buen cambio sería buenísimo. También me interesa que la gente se conozca entre sí en los shows porque a veces se dan cuenta de que tienen muchas cosas en común; es una forma de crear un ambiente libre para todos”.

—¿Qué representan los escenarios y los shows en tu vida?

—Yo me considero un viajero y una persona más, y a través de la música puedo contar historias de la vida que todos vivimos y sentimos. Y el escenario te da la posibilidad de que eso suceda: poder contar algo y tratar de hacer una diferencia para mejor.Para mí, el escenario es un medio para expresar y transmitir algo. Mucha gente que viene a los shows me cuentan sus historias y me hacen sentir que soy un mensajero. Cuando escribo una canción, me doy cuenta de que no sé de dónde surgen; sé que vienen de mis experiencias, pero siento que las palabras provienen de algo más, tal vez de otro lugar. Y para mí el escenario es el espacio que hace posible que canalice toda esa energía.

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