FESTIVAL

Con el foco puesto en la energía del vivo, con todo lo que eso implica: una estética más bien oscura con pensados diseños de luces, un sonido directo sin mayores retoques y un margen de movimiento escénico, de soltura física, más allá de la presencia de las cámaras. Así fue Montevideo Rock, que este lunes y martes realizó su edición vía streaming mediante TV Ciudad.

Como la mayoría de los festivales de música del mundo, salvo excepciones como Suena Uruguay que se hizo a medida de las circunstancias actuales, Montevideo Rock tuvo que adaptarse a la virtualidad para poder concretar su edición 2020, prevista de forma presencial para el sábado 14 de marzo.

El festival se grabó en el Teatro Solís, una sala con una presencia que se impone pero que aquí estuvo al servicio de las propuestas artísticas gracias a su amplitud y dimensiones. El escenario fue también una suerte de telón donde jugar con las sombras y la iluminación, pero la prioridad estuvo sobre los músicos y su desempeño.

Todo con un formato de narrativa similar al de los Montevideo Rock anteriores, que intercaló pequeñas entrevistas a cargo de los conductores, Noelia Campo y Carlos Dopico, entre shows de media hora.

Ese formato, en un relato hecho en específico para la televisión, sin el calor del público y sobre una paleta de colores con pocas variaciones, fue en detrimento de la dinámica habitual de los eventos de estas características. El contraste estético y energético entre las presentaciones en sí —una experiencia más cercana al estudio de grabación, a decir de Juan Campodónico del Peyote Asesino— y las charlas era inevitable y se sintió.

De la misma manera, entre las cinco bandas que pasaron el lunes (Niña Lobo, Cuatro Pesos de Propina, La Vela Puerca, Chopper y El Peyote Asesino) y las cuatro del martes (Los Buenos Modales, Elefante, Once Tiros y Buitres), las que mejor funcionaron fueron las de actitud o de carga más rockera.

El cierre de la edición 2020 de Montevideo Rock estuvo a cargo de Buitres, el martes poco antes de la medianoche, y fue el show más destacado de los nueve que pasaron por TV Ciudad junto con el de La Vela. La banda puso sobre la mesa sus 30 años de oficio y la carpeta de Gabriel Peluffo a la hora de ser frontman en cualquier contexto.

Los Buitres ofrecieron una descarga rockera (contenidos por un trabajo de luces que de a ratos generó esa necesaria sensación de cercanía) con base en su último disco, el excelente Mecánica popular. El 80 por ciento del repertorio salió de ese álbum y ofreció matices varios, como esa transición de la furia de “Mecánica popular” a la suavidad de “La primera vez”.

Varias bandas aprovecharon la ocasión para enfatizar su música más reciente. Once Tiros, de las que mejor sonó en el festival, apuntó su set a los temas de Fango, disco del año pasado con un acento más pesado.

Peyote Asesino, que cerró la jornada del lunes con una contundente presentación , estrenó “Vos no me llamaste”, que será parte de un nuevo disco que está en sus últimas instancias y cerca de ver la luz.

Y las Niña Lobo, que habían sido sensación del Pilsen Rock y aquí abrieron el evento el lunes, presentaron su inédita “Destinos” y además entregaron una preciosa versión más acústica e intimista de su tema “Migrar”, junto con la cancionista rochense Florencia Nuñez. Su pasada fue de menos a más y el quinteto dejó en claro que puede rockear sin correrse de una sensibilidad indie pop clara.

De alguna manera, la “revelación” del festival fue Chopper, que se ganó elogios en las redes y el chat de la transmisión en vivo de YouTube. En la que sería la despedida de Fabián “Chupete” Furtado de la histórica banda de metal (una despedida que se había anunciado para el Montevideo Rock de marzo, por lo que ahora no descartan tener una nueva y definitiva instancia en vivo), los Chopper también pasaron por temas nuevos como “Síndrome de Cronos” o “Megalomanía”, y dieron un espectáculo fiel a su largo recorrido, pero que fue el primero que le vieron muchos espectadores. Gran forma de conocerlos.

"No alcanza con el ensayo. Tener a cinco o seis personas, aunque estén con las cámaras, asintiendo lo que uno hace, creo que alcanza un poquito”, dijo Furtado en la entrevista post show.

El mayor mérito de este Montevideo Rock, al margen de la calidad técnica, es que fue para muchas de estas bandas la primera instancia de tocar en vivo desde que comenzó la pandemia, y algo de esa emocionalidad o catarsis permeó cada uno de los números. Un grito, una mirada, una sonrisa entre músicos bastó para entender la importancia del evento sobre todo para los protagonistas directos.