Por Manuella Sampaio
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Abordar la vida de manera incisiva y comérsela a mordiscos. “Más agresivos algunas veces, otras más sensuales o cariñosos, pero morderla y saborearla, después digerir e integrar, que también es importante”. Así es como el músico español Pascual Cantero encara el paso por esta existencia y así bautizó su proyecto musical,Muerdo, con el que hace 12 años empezó a llegar a Latinoamérica.
Con seis discos de estudio y varios kilómetros recorridos en más de nueve países de la región, Cantero está “feliz, contento y satisfecho”. Tocará este sábado por primera vez en el Teatro Solís, dónde presentará “Gira y cambia todo”, un show que reúne canciones de todos sus discos y es una síntesis de los procesos de cambio que lo atravesaron en estos últimos años. La cita es a las 20.00 y quedan entradas por Tickantel.
En una mañana calurosa de abril, la última antes de la llegada definitiva del otoño, en frente a un ventanal de cara a la Rambla Sur de Montevideo, el músico charla con El País, comparte algo de su momento actual y de lo que presentará en su cuarta visita a Montevideo.
“Voy a estar con mi banda y también habrá sorpresas locales”, revela. “Los teatros son espacios que tienen algo muy especial. Todas las funciones que pasan ahí a lo largo de la historia generan un remanso que queda en el lugar, como una especie de pozo energético que realmente se siente cuando estás en el escenario. Y que sea en un lugar tan emblemático de Uruguay, es lindo”, dice sobre estrenarse en el Solís.
El artista, que es natural de Murcia, cuenta que a lo largo del año persigue el calor. Pasa seis meses en el hemisferio sur, muchos de estos en Argentina, donde creó vínculos y de donde son la mayor parte de los integrantes de su banda. Los otros seis meses, vive en España y, cuando no está de gira, pasa en el campo, en un pueblo de 2.000 habitantes, la tierra de sus abuelos. Ahí, cuenta, es solo el nieto de Pilar y Pascual y lleva una vida completamente distinta. “Es mi base, el lugar donde me recargo, sano, descanso, y donde tengo el proyecto de vivir. Hace poco compré un terrenito ahí, ahora toca plantar y generar un espacio lindo”.
Generar este espacio implica trabajar la tierra, algo que a Cantero le gusta y ha inspirado muchas de sus canciones. “Semillas”, quizás sea uno de los ejemplos más representativos y que conectó con el público. Es una colaboración con la dupla argentina Perotá Chingó, y su canción más escuchada en Spotify.
Las colaboraciones son una marca de su carrera. En sus visitas a Latinoamérica ha ido estrechando vínculos. Aprovecha su paso por estas tierras — Uruguay incluído — para empaparse de los artistas locales. El año pasado lo hizo con Fernando Cabrera, con Mocchi y con Luana Méndez. Este año, cuenta, invitó a Lu Ferreira para abrir su concierto y después de charlar con El País, iba al encuentro de Diego Paredes, director de la Comparsa Valores Ansina, que también marcará presencia en el escenario este sábado.
Sobre el ritmo uruguayo por excelencia, considera que “tiene implícita una reivindicación en su origen popular”, y por eso lo incluyó en su último disco La Sangre del mundo. Hizo una versión candombera de “Yo pisaré las calles nuevamente”, de Pablo Milanés.
El músico, que vino a Latinoamérica como mochilero por primera vez hace muchos años, que tocaba en cafés y en hostels, y ahora llena teatros y salas, siente que acá está la mitad de su vida. El crecimiento de su proyecto y la incorporación de una banda le ha permitido hacer música más “multicultural y mestiza”.
Estuvo en Chile durante el estallido social de 2019 y en Argentina durante la pandemia. Como desde el comienzo, sus canciones siguen estando marcadas por lo social, y cada vez más por lo que pasa en esta región. Siente una responsabilidad como artista por seguir cantando lo que ve y le atraviesa.
“Cada uno decide como ciudadano hasta qué punto se quiere implicar, pero creo que los que hacemos música tenemos una responsabilidad, está claro que tenemos un altavoz que otra gente no tiene”, dice el músico que parece dominar el arte de jugarse en la vida, sembrar vínculos y cosechar canciones.