Crónica del show de María Becerra en la Rambla de Montevideo: la conquista definitiva que unió a 20 mil personas

El sábado, la argentina volvió a Uruguay para presentar su show más multitudinario en Montevideo. Cantó en la Rambla del Club de Golf y ofreció un show de dos horas que refleja su brillante presente.

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María Becerra en la Rambla de Montevideo
María Becerra en la Rambla del Club de Golf.
Foto: @javifotoman.

"Este show en Montevideo va a ser único”, le había adelantado María Becerra a El País en la previa de su vuelta a Uruguay. Y la argentina no exageraba. A un año de su concierto en el Velódromo Municipal, la cantante de 24 años llegó a la Rambla del Club de Golf con una fiesta que confirma su presente dorado. Frente a más de 20 mil personas, no solo presentó su concierto más multitudinario en estas tierras, también ofreció un espectáculo acorde a su expansión continental.

Ofreció un concierto de dos horas y 35 canciones divididas en varios bloques musicales y cambios de vestuario. Se acompañó de una impactante puesta visual, y completó el combo con exigentes coreografías y espacios para relucir su talento vocal. Es todo lo que se puede esperar de un espectáculo pop que llena estadios y reparte alegría en forma de estribillos para corear con los brazos en alto y el perreo hasta el suelo.

Y si bien su presentación del año pasado en el Velódromo Municipal había sido de primer nivel —El País lo seleccionó como uno de los 10 mejores shows de 2023—, su presentación en la Rambla elevó aún más la vara. Su evolución como intérprete junto a segmentos donde la coreogafia es la protagonista, y la inclusión de novedades como “Imán (Two of Us)”, “Agora”, “Sexo es la moda”, “Cuando te vi” y “Primer aviso” le aportan todavía más energía a un espectáculo magnético.

Si hubiese que resumir el show de Becerra en postales, hay varias opciones. Está su salida al escenario con “La Nena de Argentina” y el grito de guerra “no hay nadie que me tumbe, en esta casa no hay peligro de derrumbe”, y el octógono que anuncia un “Exceso de flow” en las pantallas gigantes. También el momento en que sube a un fanático para que baile con ella la cumbia “El amor de mi vida”, y el canto de “Feliz cumpleaños” a una chica que anuncia su aniversario en una cartulina.

María Becerra en la Rambla del Club de Golf.
María Becerra en la Rambla del Club de Golf.
Foto: @javifotoman.

Lo que pasa entre el público merece un párrafo aparte. Una niña vestida con una remera con el rostro de Becerra exclama, con lágrimas en los ojos, el estribillo de “Adiós” mientras su madre y quienes la rodean la miran con una sonrisa. Están los grupos de amigos que se animan a la bachata de “Así es la vida” mientras levantan una pancarta entregada por el auspiciante del show —producido por Piano Piano— que cita una frase de la canción. Un rato después, padres e hijos se abrazan mientras Becerra canta la balada “Desafiando el destino” y una marea de flashes ilumina la última noche de noviembre en la Rambla.

Abundan las imágenes de ese estilo, aunque hay una que le gana al resto. A mitad del concierto —que, según explicó la propia Becerra, tuvo un corte de luz que interrumpió la fiesta durante unos minutos—, bajó del escenario para cantar “Felices x siempre” en las primeras filas y desató una avalancha de fanáticos ávidos por acercarse a la estrella. Se tomó selfies, recibió regalos y saludó a unos cuantos que le extendieron la mano detrás de la valla. La balada sobre el final amargo de una relación se resignificó para convertirse en un momento de comunión.

María Becerra en la Rambla del Club de Golf.
María Becerra en la Rambla del Club de Golf.
Foto: @javifotoman.

Algo similar sucedió con “High”, la canción que la catapultó a la fama, y que interpretó sentada en el borde de la pasarela del escenario. Justo antes de lanzarse al hit que, además, tiene tatuado en uno de sus brazos, se tomó un momento para narrar su nacimiento. “La escribí estando triste”, dijo sobre el tema publicado en 2019. “En esa época tenía depresión y conductas muy autodestructivas; era completamente otra persona. Tenía muchos vicios, era muy chiquita y estaba muy perdida. Esta canción era una carta abierta a todo lo que me estaba sucediendo en ese momento (...) y, gracias a Dios, quedó solo en ese mal recuerdo, y sé que ayudó a muchos de ustedes a salir de momentos oscuros, así que cántenla conmigo”, propuso.

Y entonces, cuando llegó el pedido de auxilio del estribillo (“Pero por más que ande high, lloro por la night, nadie se acerca y mira bien de cerca mis eyes”), Becerra estuvo rodeada por 20 mil personas que corearon la letra inspirada en la necesidad de sentirse comprendida. Fue un círculo emocional que se cerró.

El último bloque del recital tuvo como propósito dejar el clima en lo alto y, de la mano del reggaetón contagioso de “Te cura” y “Automático”, convirtió a la Rambla en la pista de baile más grande de Montevideo. Como cierre, se colgó la bandera de Uruguay en los hombros mientras presentó un enganchado de espíritu electrónico de “Berlín”, “Qué más pues?” y “Corazón vacío”, que cerró la fiesta con un pogo eufórico.

Fue la última postal de la conquista definitiva de María Becerra en suelo uruguayo.

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