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Milton Nascimento, el "mineiro" más universal

| Entre la creación propia y el puro placer

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2007-11-11 00:00:00 300x300

HENRY SEGURA

Es difícil entrevistar a Milton Nascimento. Hace diez años, estando internado, un periodista llamó por teléfono al sanatorio y preguntó a qué hora sería su entierro.

No es necesario insistir que quien el próximo martes cantará en el Plaza, estaba vivo. Pero fue un síntoma que hasta el día de hoy le duele muchísimo al maestro carioca y mineiro, de tal forma que los filtros se activan cada vez que un petitorio periodístico viaja por el aire como si fuera una bacteria patógena.

Había perdido 38 kilos producto de una diabetes y de una anorexia química, provocada por un medicamento, pero parte de la prensa brasileña insistía en desmentirlo: Milton era portador del HIV, decían, y él trataba de atajar los golpes llamando a sus familias (tiene varias) rogándoles que no dieran crédito a lo que saldría publicado o dicho por la televisión. La disputa mediática llegó a tales extremos que los diagnósticos de los médicos del músico eran contestados por colegas que sostenían lo contrario.

Fue uno de los mayores dolores que Milton, según confesión propia, tuvo. Pero la estampa delgadísima de aquella época quedó eternizada en el disco Nascimento (hay que traducirlo: Nacimiento) que para los uruguayos tiene una connotación muy especial, porque allí conviven dos versiones de una de las poesías más bonitas que Montevideo puede ostentar. Las Biromes y servilletas de Leo Masliah son un maravilloso credo que Milton a la distancia capturó y respetó, porque en el surco tres la canta en portugués y le atribuye esa magia creativa a Rio de Janeiro, llamándola Guardanapos de papel (Servilletas de papel), pero en el doce, el que cierra el disco, reconoce que esa fantasía contagiosa estaba formulada en español y era una humilde expresión referida a una ciudad costera del Río de la Plata, no precisamente a la más grande.

No era la primera vez que su discografía pasaba por estas tierras. Porque desde los años `70 el mineiro-carioca había contado con los apoyos de Hugo Fattorusso y de Pipo Spera, y con seguridad a través de ellos encaró su versión de Cuerpo y alma, de Eduardo Mateo.

Bituca. Ese es el apodo que desde la niñez reconoce Milton, quien el pasado 26 de octubre cumplió 65 años, y que antes de celebrar los dos fue adoptado por un matrimonio compuesto por una cantante lírica y un ingeniero electrónico, con los que a los 19 años se instaló en Belo Horizonte. Curiosa paradoja de la vida, el carioca es considerado hoy por los brasileños como una de las caras más emblemáticas de Minas Gerais. Cierto es que de las ciudades de ese Estado hay registros sonoros en la discografía de Milton que las perpetúan, como los angelicales coros de niños y los sonidos de campanarios que se repiten en sus discos. Lo místico y el compromiso social son dos constancias que recorren todo su accionar musical.

IRREPETIBLES. Dice Mariano del Mazo, en Clarín, que Milton pertenece a una "generación irrepetible de la música popular brasileña y, tal vez, mundial". Y lo dice muy bien porque no es una afirmación de viejos añorantes sino pura historia. El mineiro integra la generación post bossa nova que tiene entre sus integrantes a Chico Buarque (una vez más y sin dudas: el mayor poeta de la música popular latinoamericana), al fascinante y hechicero Caetano Veloso, al magisterial Gilberto Gil, a la visceral Elis Regina y al formidable transformista Ney Matogrosso, sin olvidar al orfeón de intérpretes que encabezan Gal Gosta y María Bethania, para nombrar a dos exponentes que han sabido sacar al género interpretativo de una situación secundaria respecto al compositivo.

Como todos ellos, Milton quiso transitar entre la tensión creativa propia y el puro placer de la música sin importar de donde venga. En eso es brasileño puro, un artista que no pide permiso para meterse con los más grandes o los desconocidos, aunque en ese devenir se encuentre un nombre como el de George Harrison, el Beatle aplastado entre John y Paul que tenía una sensibilidad exquisita a la que Milton, en alianza con su amigo Gilberto Gil, supo reverenciar con una versión de Something.

No era la primera vez que el "mineiroca", como se define él, cantaba en inglés. En ese hacer hay que recuperar el inolvidable disco Crooner que en 1999 sacó al mercado para desprecio de los "originalistas" y regocijo del resto. El puro placer es una de las condiciones que acompaña el devenir musical de Milton, y de varios de sus compañeros de generación, y en esa opción, el músico ha unido lo estrictamente personal con el bienvenido aluvión de los demás. A esta altura puede parecer hasta de mal gusto repetir el principio que recuerda que pintar la aldea propia es la mejor forma para encuadrar a todo el mundo, pero en el caso de Bituca Nascimento es inevitable. Él lo ha hecho de manera ostensible, tratando de recuperar un mundo sonoro indesmentiblemente mineiro, transitando por el legado indígena (a través de un poderoso disco casi ignorado por estos lados del mundo, Txaí), y traspasando las fronteras para llegar a las metrópolis del inglés, pero también para homenajear a Mercedes Sosa, Charly García, León Gieco, Fito Páez y a los uruguayos ya mencionados. Mineiro sí, mundano quizá mejor.

Milton es un pasionario, un individuo que atrapa enseguida todo lo que lo conmueve y en lo que puede reconocerse. Eso le ocurre desde hace muchos años. Como cuando fue hechizado por la "gaúcha" Elis Regina y se olvidó de componer para sí. Fue uno de sus actos de entrega que se le reveló en una Navidad en la casa de la arisca intérprete, por la cual durante largo tiempo dejó de pensar en sí mismo. Elis para él se convirtió en pura pasión, a la que había que reverenciar haciendo música, por lo que recuerda aquellos momentos como pura magia.

Tiene otras historias para sustanciar esa mística. "Elis, ya se sabe, fue mi madrina artística, y sigue siendo la referencia para mí. Cuando hace relativamente poco quería hacer un disco dedicado a las mujeres (Pietà) tenía dos voces femeninas: Marina Machado y Simona Guimaraes. Me faltaba una, porque yo amo los números impares. Ahí apareció María Rita, a la que conozco desde que nació y siempre veía, pero no tenía nada que ver con la música. Un día me llama, me da una grabación y me dice: `No la comentes con nadie, pero escuchala y decime qué hago con mi vida`. Era una revelación. Era Elis. No la imitaba, pero sonaba como ella. Sólo podía ser cosa de Elis: ella me la mandó; ella, que me había tomado bajo su protección, ahora me confiaba a su hija". La confesión de Milton al diario La Nación es apenas una cuenta en su rosario existencial.

Sostenido en ese tejido dice que ahora vuelve a Buenos Aires, a Montevideo y a Córdoba. No puede eludir el hecho de ser el creador de María, María o de Sebastiao y de haber ofrecido grandes discos, como los Clube da esquina o Minas o Geraes. Sabe que desde la platea le estarán pidiendo esas canciones que está dispuesto a cantar una vez más, pero también las más recientes (su homenaje en clave femenina, en Pietà). Dice más: que vive su mejor etapa tanto en lo personal como en lo artístico, que se piensa más creativo y que es acompañado por un grupo de seis instrumentistas de primer nivel, el mejor que ha tenido en su vida. Es inevitable recordar la pregunta que con vocación de futuro lanzaba junto a Chico Buarque de Holanda en la canción que acompañó a Doña Flor y sus dos maridos: ¿Qué será?

Corazón de mujer y otros clásicos

El último disco que grabó fue hace cinco años y hace seis que no actúa en Montevideo. En 2006 decidió retomar su último trabajo fonográfico, Pietà, para editarlo en un DVD. Parte del espectáculo que hará en el Plaza proviene de esa experiencia concebida por el músico como un homenaje a las voces femeninas que lo seducían cuando chico a través de las ondas radiales.

Para el rescate de la "memoria afectiva", Nascimento recurrió a tres jóvenes intérpretes: Marina Machado, Simone Guimaraes y María Rita Mariano, la hija de Elis Regina, que ya actuó en solitario en el Conrad. "Son tres voces que me llegan al corazón por el camino de la emoción", decía el músico. Para completar el espectáculo apeló además a temas de grandes compositoras latinoamericanas, como es el caso de Violeta Parra cuyo Volver a los 17 fuera grabado por el minuano en el disco Geraes, en 1976.

En la propuesta que trae al Plaza no contará con esas voces. Entre otras cosas, es una opción que Milton emplea para no repetirse. Su accionar está montado sobre las reversiones, algo que hace desde sus primeros días, de tal manera que las interpretaciones muestran siempre un perfil nuevo. El músico cuenta que esa actitud de tomar un tema y darle una versión distinta fue el punto de partida para que un amigo le insistiera en que debía componer.

Es además un compositor extraño porque necesita tener mucho barullo para que la inspiración se active.

Los gestos de un músico que siempre busca a sus colegas

Hace cinco años Milton realizó una presentación en el Conrad de Punta del Este. Un año antes había llegado hasta el Estadio Centenario, donde compartió escenario con Fito Páez y Ruben Rada. Por aquel entonces, Nascimento tenía una muy buena excusa para celebrar: los treinta años de Clube da esquina. Aquella experiencia sintetizó la actitud abierta con la que el carioca-mineiro encara su profesión. Por eso él dice que tiene muchas familias y amigos.

Los caminos personales que conducen más allá de la música

Tras ganar el reconocimiento internacional, incluyendo dos Grammy por los discos Nascimento y Crooner, el músico decidió iniciar una nueva etapa, abriendo su sello propio pero sin dejar a la multinacional Warner. El primer trabajo que editó con el sello que lleva su apellido son las Trilhas de ballet, que comprende las músicas creadas para la compañía de danza Corpo, que hace un año hiciera una formidable presentación en el Solís. Entre las Trilhas están María, María y Ultimo trem.

Discografía

Clube da esquina | 1972

Con fuerte colaboración de Lô Borges, es referencia obligatoria para la música brasileña de los `70. En 1978 expandió el Clube con un segundo disco doble.

Geraes | 1976

Forma parte del dúo iniciado por Minas un año antes. Expresión mayor de una notable convergencia entre tradiciones, renovaciones, Brasil y América Latina.

Nascimento | 1997

Le permitió ganar el Grammy en la categoría "world music". En él están incluidas las dos versiones de Biromes y servilletas de Leo Maslíah. Es de los discos inevitables de Milton.

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