Hugo García Robles
El pasado sábado 6 de agosto, la sala de La Colmena fue sede de la Memphis Jazz Band que interpretó "reliquias" según la definición impresa en el programa. La banda, que dirige el trompetista y vocalista Rodolfo Schuster, sumó a dos músicos invitados: la trompeta de Pedro Freire y el trombón de Cacho de la Cruz. Ello significó que la "front line" contaba con dos trompetas, trombón y además saxos y clarinete del estupendo Nelson Varela.
Muchos de los temas interpretados fueron su momento gemas de la corona de Louis Armstrong. Por ejemplo, Big butter and egg man, Jeepers Creepers o Basin Street Blues.
Rodolfo Schuster ofició de maestro de ceremonias, presentando brevemente cada tema con datos útiles. El público colmaba la sala y hubo espontáneos que se lanzaron a bailar, como el caballero Molinari, de la tercera edad, con su pareja femenina más joven, que no se perdieron la oportunidad de ejercitarse al ritmo de las interpretaciones.
Los músicos alentaron desde el escenario a los bailarines. Todos sabemos que el ritmo afro mueve a desplazarse o a moverse en su sitio: no estarse quieto es la consecuencia de ese pulso irresistible.
California here I come que popularizara Al Jolson y otro tema que cantara Bing Crosby, sazonaron con melodías el repertorio que, por cierto, estuvo dominado, en general, por la velocidad y el carácter rítmico.
El placer de esta música, que no se marchita a través de décadas de existencia, es gratificante y tan poderoso que no es posible pensar que los afro-americanos tenían que llegar a la presidencia de los Estados Unidos, derrotando con medios pacíficos y música la segregación y el racismo.
Una novedad fue la versión de Moonlight serenade que todos conocemos como pieza instrumental gracias a Glenn Miller pero que tiene letra, que cantó con su fineza habitual Schuster.
Hubo "riffs" de una perfección irreprochable. Freire coloca sus intervenciones en una tesitura particularmente alta, que se acompasa bien con la más grave de Schuster. Las piezas vocales se plegaron dóciles al fraseo de éste, infalible siempre. Cacho de la Cruz debería consagrarse sólo al trombón. Un concierto que reitera la bien ganada fama de la Memphis.