"Me sacaron del lugar común"

| El músico estrenó "Mundo alas", la primera película que dirige

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HENRY SEGURA

Demián Frontera tuvo un accidente a los 14 años que dejó sus piernas paralizadas, pero ahora baila en silla de ruedas. Él fue quien definió a "Mundo alas", la película con la que Gieco debuta en la dirección, como "un casting de la vida".

Aunque en primera instancia se puede asociar el título del film estrenado ayer en Argentina con la Fundación Alas, que reúne a muchos músicos solidarios con la infancia latinoamericana, nada tienen que ver. En realidad, el nombre fue inspirado por una pregunta de Frida Kahlo: "¿para qué quiero pies, si tengo alas?", había dicho la formidable pintora mexicana que permaneció gran parte de su vida inmovilizada en una cama después que, como Demián, sufriera un accidente de tránsito. Los demás integrantes del elenco de Mundo alas también tienen capacidades diferentes. Pero si las condiciones físicas e intelectuales los unieron, fue la fuerte atracción hacia el arte la que terminó por solidificar una experiencia vital conmovedora.

La película no parte de la decisión de Gieco de volverse director de cine, sino que es la consecuencia de un proyecto de vida que fue naciendo con el propio devenir de su carrera como cantante. En los conciertos siempre había ido encontrándose con muchachos entusiasmados con sus canciones, con ganas de conocerlo y de pedirle consejos. Eso fue entretejiendo un entramado al que el músico junto a Luis Gurevich, su tecladista y arreglador, fueron dando forma.

Pancho Chévez no tiene brazos ni piernas y con sus 15 años fue de los primeros que se animó a acercarse a León para preguntarle cómo podía hacer para componer sus canciones. Gieco tomó su armónica y su atril y se los colocó en los hombros. Pancho no paró de ensayar hasta conseguir desarrollarse como músico. Sus convicciones eran tan fuertes que un día empezó a llamar a la Casa Rosada, con el propósito de que escucharan al grupo que lideraba Gieco. El 25 de agosto de 2006 se hizo el "Salón Blanco Diferente" en la sede del gobierno argentino, donde se vio desplegado por primera vez el cartel con la frase de la pintora mexicana. Cuentan que uno de los graves "errores" de Kirchner fue haberle dado el número de su celular a Pancho, quien literalmente lo gastó hasta conseguir lo que quería.

Canal 7 registró lo que sucedió en Casa Rosada. El día que lo emitió tuvo en la audiencia a Jorge Álvarez, por entonces director del Instituto de Cine de Argentina, quien se encargó de lanzarle el reto a Gieco para convertir la experiencia en una película. Sus características imposibilitaban un planteo de producción demasiado ostentoso, por lo que el músico salió a buscar alguna empresa chica y la encontró en Magoya Films, comandada por Fernando Molnar y Sebastián Schindel, con quienes terminó compartiendo la dirección de la película.

La idea fue registrar la trastienda del trabajo y la gira que hicieron entre agosto y octubre de 2007, permitiéndose algunos pasos hacia lo imaginario aunque algunas veces la realidad fuera más rápida que la fantasía. Como ocurrió cuando libretaban un casamiento que tendría por protagonista a Carlos Sosa, un pintor sin manos con experiencia al respecto porque llevaba ya tres matrimonios. Cuando acariciaban la idea ocurrió que Soledad, una chica ciega, y el ya mencionado Demián se enamoraron y pasaron a vivir juntos: fueron los indicados para el casamiento de la película.

Otros cambios para la ficción invirtieron lo que ocurrió en la realidad. Por razones de desarrollo dramático, los guionistas describen un camino que se inicia en pequeños recitales y termina con una presentación en el Luna Park, cuando lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: partieron del Luna para proyectarse por todo el país.

Pero son las experiencias de vida las que componen el eje de la película. Gieco no sale de su asombro cuando Alejandro David interpreta canciones suyas que él no recuerda en su totalidad, aparte de las que compone en su guitarra. Y Alejandro padece de una hidrocefalia que lo ha llevado 17 veces a las salas de operaciones.

"Me sacaron del lugar común, fue algo trascendente para mi vida", confesaba el músico el miércoles pasado en La Nación. Que el compositor de tantas piezas formidables hable de lugar común no es otra cosa que reconocer lo extraordinario que es vivir junto a esa veintena de muchachos que han sabido crecer en su vocación artística.

Es un viaje de ida y vuelta. Porque si Pancho dice que León es su hermano del alma, Gieco debe admitir que fueron Pancho y sus amigos los que le abrieron las puertas del cine. Antes no había hecho nada en ese terreno y por eso fue muy atinado ubicarse en la codirección junto a gente que como Sebastián Schlindel (Que sea rock) ya tenían créditos cinematográficos.

Después de Mundo alas la historia de Gieco, el cineasta, empieza a tomar un color distinto. Mientras se acostumbra a ver proyectado su nombre en las pantallas, admite que tiene algunos guiones dispuestos a convertirse en películas. Uno de ellos lleva el nombre Jujuy y aunque se niega a anticipar argumento, advierte que es un cruzamiento entre música punk y música nordestina. Nada es casual.

Nuevo punto de partida

La película no termina con la experiencia de Mundo alas, sino que es el punto de partida para otros encuentros. Al menos esa es la idea de los muchachos que consiguieron que una importante discográfica (EMI) se interesara en ellos. En este momento están grabando un disco en el estudio de Gieco, siguiendo la banda sonora de la película, y a mediados de año será editado un DVD. Esperan presentar otro show gigante, mientras avanzan también las experiencias individuales, como la de Chévez que con su armónica editó discos y acompañó a La Bersuit y a Los Piojos.

Para que se aprecie más lo artístico que la limitación

El festival de Cosquín de enero pasado sirvió para hacer las primeras promociones de Mundo alas. El trailer fue proyectado después que Gieco interpretara Cachito, Guitarra y El ángel de la bicicleta, y después el grupo se desplegó en el escenario. El enviado de Página12 escribió: "Cinco siglos igual conmueve al más frío de los mortales; Canto en la rama, la hermosísima canción de Leda Valladares que Santaolalla y Gieco inmortalizaron en De Ushuaia a La Quiaca, genera una forma de sentir el folclore que no es la media del festival, y el final, típico, con Solo le pido a Dios abrochan con oro la mejor luna del festival".

La idea que estaba en la cabeza de quienes hicieron Mundo alas era conseguir que lo artístico tuviera más fuerza que las limitaciones. Carina, que es ciega, lo señala con mucha claridad: "Yo espero que la gente vea más nuestro arte que nuestra discapacidad". Si se atiende a las primeras reacciones de los críticos eso ya es un logro porque ayer Clarín hablaba de "un bellísimo trabajo documental" y La Nación de "una maravillosa experiencia musical acerca de la superación y del amor".

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