Marionetas de palo que viven en las manos de un artista

Giras. Añón recorre las provincias argentinas

CARLOS REYES

De visita en su ciudad natal, el marionetista Fernando Añón demuestra su talento para dar vida a muñecos de madera en la calle, para todo aquel quiera acercarse y conocer sobre esta disciplina artística.

Añón vive desde hace muchos años en Argentina, y recorre el interior de ese país con sus marionetas y espectáculos, invitado por distintos encuentros de titiriteros, marionetistas y artesanos. De hecho, fue premiado con una Mención Especial en la 6° Feria Nacional de Maestros Artesanos en la ciudad de Rosario.

El personaje principal de las marionetas -presentado a todos los que acuden a la Feria de Tristán Narvaja- se llama Don Demetrio, y está fuertemente unido a la historia de vida de Añón. Las ropas salieron de prendas en desuso. El pelo es de cuero de cabra, sacado de una alfombra vieja, y las maderas con que está hecho fueron recogidas de un bosquecito que tiene en el fondo de casa en Tortuguitas, cerca de Buenos Aires.

Más elementos los unen. Don Demetrio es un gaucho, que cuenta historias de la familia del artista. "Soy de Montevideo, pero mi padre y mi abuelo eran del Interior, y mi padre me contó cuentos que yo ahora comparto con el público", contó Añón a El País. "No conocí a mi abuelo, un hombre de mucho amor por el campo. Pero él se llamaba Demetrio y le dio el nombre a esta marioneta.

Añón tardó tres años en construir a Don Demetrio: "Es mi mayor trabajo", dice. El muñeco es capaz de fumar (tiene una manguera y un globo que se opera con el pie), tocar la guitarra y de servirse ginebra. Incluso sabe cebarse mate y ponerse los lentes.

"Las manos no se le mueven, y por eso las hice de tal modo que con las dos pudiera hacer todos los movimientos necesarios. Están hechas de alambre, trapo y papel maché, y curiosamente, son parecidas a las mías, porque lo hice frente al espejo, copiándolo de mí".

El repertorio de Demetrio incluye narraciones camperas, leyendas sobre animales, cuentos mapuches y algo del Martín Fierro y Juceca. "Aunque a veces se calienta, empieza a hablar de política y le sale el viejo anarquista que lleva dentro".

Una marioneta de Añón cuesta aproximadamente cien dólares, aunque el precio depende del grado de complejidad. En general, la compran los coleccionistas. Las que se destinan al teatro son de unos 50 centímetros, mientras que las que presenta en la vía pública son algo más altas.

"Demetrio es una parte de mí, pero no soy yo: cuando trabajo con él se da como un desdoblamiento de la personalidad. A mí, por ejemplo, me cuesta mucho hacer su voz cuando no estoy trabajando con él. De eso me di cuenta años después. Ahora tenemos una relación tan fuerte que no me animo a dejarlo en el auto por miedo a que me lo roben. Porque él me da fuerza. Soy tímido, a veces no me valoro, pero cuando trabajo con él me levanta mucho, porque tengo mucha confianza en esta obra". A Añón y Don Demetrio se los puede encontrar en la feria de San Telmo de Buenos Aires, y ahora también por Montevideo.

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