ALEXANDER LALUZ
Malena Muyala vuelve hoy al teatro Solís, a las 20.30 hs con un concierto organizado por el B`nai B`rith Uruguay. Lo recaudado en este evento será destinado a la compra de equipos médicos para la detección precoz del cáncer de mama.
Con el apoyo de un solvente grupo de músicos, Muyala realizará esta noche un esperado repaso por las canciones de sus tres discos, más el estreno de algunas composiciones nuevas.
La banda que la acompaña, que conjuga muy bien experiencia y técnica, estará integrada por Bernardo y Javier Aguerre en guitarras, Juan Rodríguez en chelo, Fernando Sánchez en contrabajo, Miguel A. Trillo en bandoneón y Nicolás Parrillo en batería. Como invitadas especiales estarán las integrantes de la cuerda de tambores La Melaza. Tango, candombe, y una fusión muy a la uruguaya serán entonces los sonidos dominantes de este concierto, que confirman (otra vez) el valor del aporte de Muyala a nuestra música popular.
Esa voz, su voz. Un tanguero "de ley" (del anticuario) dudaría en calificar a Malena Muyala dentro del tan custodiado acervo tanguero. Pero pese a este tipo de "sanciones de la Academia", la música de Muyala posee esa vitalidad que abre ventanas a nuevos aires, al necesario movimiento que revitaliza el histórico género ciudadano.
Su decir tanguero, urdido en el cruce con otras patrias musicales, tiene como sustento una voz tenue, con presencia aireada pero contundente. Esta forma de cantar, y de contar historias cercanas, devino en estos 18 años de carrera, en rostro y signo de un tango que merecería definirse como nuevo tango. Y, ciertamente, esta condición de "nuevo" no vale por el coqueteo oportunista con pseudo vanguardias, o por el trasnochado reciclaje de imposturas de la vieja guardia. Sus hasta ahora tres discos (Temas pendientes, Puro verso y Viajera de 2007) la muestran en un claro proceso hacia la maduración de una obra original, con una forma diferente de componer y revisitar piezas clásicas, y en un cada vez más refinado trabajo arreglístico. Ese repertorio vale como tango o, para preservar los "pruritos del peluquín", como lúcida expresión de la canción popular.