Maestro del cine político

| Se verán los más importantes títulos del realizador de "La batalla de Argelia" en una retrospectiva

 portada espectaculos 20030415, Gillo Pontecorvo 270x200

FABIAN MURO

El realizador italiano Gillo Pontecorvo es una de las figuras más trascendentes del cine de su país y estuvo en Montevideo para ser homenajeado con una retrospectiva de sus películas más importantes. El veterano director, nacido en Pisa en 1919, ofreció una conferencia de prensa donde habló mucho acerca de su trayectoria, que incluye títulos como La batalla de Argelia, Kapó y Queimada.

"Si no hice más películas es porque no me entusiasmaron las ideas que había en esos proyectos", dijo el cineasta cuando le preguntaron por qué no había filmado más. Con una verborragia imparable, el menudo y simpático director desgranó anécdotas y datos de su carrera, que comenzó en el género documental para luego pasar a la ficción en 1957 con El gran camino azul.

Ese drama sobre un pequeño pueblo de pescadores dio posteriormente lugar a temas más candentes y comprometidos, como el colonialismo francés en Argelia y la lucha contra ese poder por parte de la insurreción argelina. La polémica que esa película levantó —fue prohibida en varios países— fue otro de los tópicos que Pontecorvo abordó durante la conferencia de prensa: "Sé que, por ejemplo, los Panteras Negras veían en esa película una suerte de manual de la insurreción. Me han dicho que también aquí en Uruguay fue estudiada por las fuerzas armadas —a pesar de estar prohibida— para aprender cómo combatir a un movimiento de guerrilla urbana como fueron los tupamaros. Pero ¿qué puedo decir? No está dentro de los poderes de un realizador cinematográfico decidir el uso que otros le van a dar a una película".

Pontecorvo señaló que siempre le fue imposible distinguir entre ideología y estética: "En mi cine, una cosa está ligada a la otra. No puedo separar lo que pienso políticamente de lo que hago estéticamente y no he cambiado sustancialmente mi forma de pensar a lo largo de los años. Pero tampoco se trata de una postura rígida. Me han preguntado si hoy volvería a hacer una película como Operación Ogro, que trata sobre la lucha de ETA contra el régimen fascista de Francisco Franco. Y no, no la haría. Hoy en España se vive una situación muy diferente. Ya en ese momento, mientras la estaba haciendo (la película se estrenó en 1979) tenía un poco de ‘cola de paja’", dijo sonriendo el director.

Argelia, España y el Caribe (Queimada): los escenarios geográficos elegidos por Pontecorvo para desplegar su talento narrativo al servicio de una causa: "Cada película es un mundo aparte y si no hay en mi filmografía títulos que tratan sobre cosas que ocurrieron u ocurren en mi país, eso se debe a las condiciones circunstanciales que rodearon cada una de mis filmaciones. Como a menudo los capitales que financiaban los proyectos eran extranjeros, eso determinaba que los rodajes se hicieran en otra parte. Pero más que nada, lo que determinaba que las hiciera era el entusiasmo que cada una de ellas generaba en mí".

Una de las películas de Pontecorvo que más repercusión tuvo, además de la antológica La batalla de Argelia, fue Queimada! y eso se debió en gran parte a la presencia de Marlon Brando en uno de los papeles protagónicos. Al director no le costó mucho recordar cómo fue trabajar con un divo como Brando: "Le tengo mucho afecto y debo decir que, para ser una estrella, era un tipo muy leído e interesado por algo más que no fuera el cine. Esa curiosidad por temas que no atañen al set de rodaje no es muy común. Pero era insoportable. Son muchas las anécdotas sobre cómo Brando se ‘olvidaba’ de los textos en las filmaciones y cómo eso enfurecía a los directores. Pero él sabía dónde le apretaba el zapato, porque cuando yo estuve a punto de explotar y lo encaré con dureza porque no se había aprendido sus diálogos, me los recitó todos impecablemente. ‘¿Qué te pensabas?’, me preguntó, ‘¿que yo podría haber hecho tantas películas si hubiese tenido problemas para memorizar los guiones?’ Era muy irritante trabajar con alguien así, pero de su talento no caben dudas".

Otro de los temas que siempre apasionaron a Pontecorvo, y sobre el cual se explayó "a piacere", fue la música: "Soy un pobre pianista, pero de todas formas me las arreglo para componer una partitura para una película. Creo que la música es uno de los elementos esenciales de un film y no uno de apoyo, como veo que se hace tan a menudo hoy. El cine debería aspirar a conseguir el perfecto matrimonio entre la imagen y la música. Eso es algo que yo he intentado hacer en todas mis películas y fueron muchas las discusiones que tuve con Ennio Morricone cuando él hizo la música para algunas de ellas", expresó el director, antes de continuar con una de sus tantas anécdotas, narradas en un rapídisimo italiano y sin traducción.

La carrera de un cineasta comprometido

Este cineasta italiano, de la misma generación que Roberto Rosselinni,Vittorio De Sica y otros maestros del neorrealismo, debutó en 1956 con el documental colectivo Giovanna. Un año después hizo su primer largo de ficción: El gran camino azul.

Luego vendría Kapó, un drama ambientado en un campo de concentración nazi que daría lugar a varias discusiones entre críticos, por un "travelling" (la cámara se desplaza lateralmente, acompañando un movimiento) en un momento crucial del film.

Esa polémica no sería nada comparada la que se desató con La batalla de Argelia. Con un estilo crudo y "real", la película narra la historia del enfrentamiento entre las fuerzas coloniales francesas y los rebeldes independentistas argelinos. El crítico inglés Derek Malcolm dijo sobre ese film que "pocas películas de ficción se parecen más a un documental que esta". Fue esa maestría para hacer que la ficción se pareciera a la realidad que causó tantas discusiones en torno al film, además de que su estreno se produjo en un tiempo de efervescencia política mundial (1965).

Posteriormente hizo Queimada, sobre una rebelión también anticolonialista en el Caribe y después Operación Ogro. Luego de ésta, Pontecorvo se llamó a un prolongado silencio, solo interrumpido por participaciones en documentales colectivos, como Otro mundo es posible, que trató sobre las revueltas en torno a las reuniones de la organización que agrupa a los países más poderosos económicamente (G-7 o G-8) en la ciudad de Génova.

Como dijo en la conferencia de prensa, Pontecorvo no abandonó sus ideas políticas —cercanas al Partido Comunista Italiano— y tiene incluso algunas críticas para colegas suyos: "¿Nanni Moretti? Bueno, él no es un director tan comprometido", respondió cuando le preguntaron si el director de Caro diario podría ser uno de sus sucesores en lo que respecta al cine social y que promueve una causa.

Un estreno muy tardío

La mayoría asocia a Pontecorvo a La batalla de Argelia. Sin embargo, su debut El gran camino azul llamó poderosamente la atención del director estadounidense Jonathan Demme (El silencio de los inocentes, Filadelfia), quien decidió tomar cartas en el asunto y darle a esa película un estreno en EE.UU., algo que ocurrió en el 2001, 44 años después de que fuera estrenada en Italia y Europa. "La vi en una retrospectiva organizada por la Sociedad Fílmica del Centro Lincoln en 1999", dijo Demme acerca de la película para el New York Times. "En la superficie, es una simple historia acerca de un pueblito de pescadores. Pero el uso de las locaciones y las actuaciones, a cargo de Yves Montand y Alida Valli son extraordinarias. Para mí, no se trata de una curiosidad o de un fenómeno ‘de culto’. Por el contrario, es una gran y trágica historia, que me conmovió hasta las lágrimas".

Consultado en su momento por el diario estadounidense, Pontecorvo dijo que "en aquellos días, no estaba contento con el resultado. Ni siquiera quería estrenarla, porque me parecía que había hecho demasiadas concesiones. Pero Roberto Rossellini me dijo: ‘No seas estúpido. Es tu primera película y no está tan mal. Ya vendrán otras’. Por supuesto, tenía razón".

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar