Luces y sombras de una "Traviata" bien vestida

CRITICA/FERNANDO MANFREDI

OPERA "LA TRAVIATA"

Esta nueva versión de La Traviata tuvo de las buenas y de las malas de una forma surtida (más de lo segundo que de lo primero).

Es claro que en general algunos elementos funcionaron (escenografía, luces, vestuario). Otros no fueron del todo eficientes (régie, casting). No se trata aquí de ser excesivamente puristas, pero los organizadores apostaron fuerte y cuando eso sucede hay cosas que no pueden dejarse de lado.

En lo particular, la visión escénica no escapó a la concepción clásica. El vestuario del Teatro Colón, reflejo de una época muy especial de la sociedad parisina también cumplió con esos cánones.

Frente a una María José Siri, suelta, expresiva y segura de sí misma (es innegable que el gran momento que pasa en su carrera le sienta bien) encontramos un Salvador Carbó excesivamente anodino con un caudal sonoro sin marcada personalidad y una serie de errores de concepción gestual que no condicen con el personaje. Rodolfo Berboix es un caballero de sociedad por más majadero que se nos antoje y un ser habituado a la pompa y el boato y paradigma de la elegancia. Ese personaje debe sentarse, pararse, gesticular como lo que es: un "bon vivant" y no como un hombre de la actualidad, algo que Carbó no pareció tomar en cuenta, ni la régie tampoco.

Hay supresiones en la puesta en escena que decididamente traicionan la idea de Verdi y de paso inducen a críticos distraídos a suponer cosas que no son del todo reales. En la previa de esta página se informó que en Traviata intervendría el ballet del Sodre. En la segunda parte del segundo acto efectivamente había un ballet dispuesto por Verdi. El avisado maestro sabía que en un contexto de gran tensión ello le daba al espectáculo un necesario "respiro". Sin embargo en la versión 2006 del Solís esa parte danzada fue suprimida y no se diga que esas pequeñas evoluciones de algunos miembros del Coro del Sodre conforman una danza porque no es así.

Dentro de las gratas sorpresas que Traviata dejó se encuentra una actuación sin claudicaciones de Darío Solari. El barítono demostró técnica, buena emisión y capacidad actoral para encarnar a un personaje esclavo de las convenciones sociales. El Coro del Sodre rindió en buena forma como así también la Orquesta Juvenil del Mec, no se puede decir lo mismo de una Filarmónica que no se notó segura en algunos pasajes, algo que en Tosca sucedió.

De todos modos las entradas para todas las funciones están agotadas. Es bueno que así sea, aún a despecho de los reparos anotados, cada temporada exitosa siempre dejará la esperanza de nuevas ocasiones para disfrutar de espectáculos operísticos.

Elenco. María José Siri, Salvador Carbó, Darío Solari, Sandra Scorza, Darío Solari

Orquesta. Filarmónica de Montevideo

Director. Federico García Vigil

Regisseur. Marga Niec

Coro. del Sodre

Director. Antonio Domeneghini

Sala. Teatro Solís, viernes 22

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