"La verdad está ahí afuera", como diría Chris Carter, creador de Los archivos X. Efectivamente, la verdad está "ahí afuera", más allá de los límites de la aldea en la que viven los personajes de esta película, la más reciente del director de Sexto sentido y Señales. Esa verdad, que por supuesto no debe ser revelada en una nota periodística, es el cimiento sobre el que se construye la historia. Pero el dato en sí —la revelación que llega al final— no es lo más interesante de La aldea. Pero vayamos por partes, como decía Jack el Destripador.
La comunidad de Covington está rodeada de unos oscuros y ominosos bosques, hogar de Los Innombrables, seres misteriosos cuya mera existencia aterra a los habitantes de la aldea. Los Innombrables, se insinúa, son seres monstruosos y amenazantes y posiblemente sean responsables de algunas de las muertes que han ocurrido en Covington. Sin embargo, el consejo de Los Mayores —rectores y autoridades de esta comunidad— ha llegado a un pacto con Los Innombrables: "Ellos no atacarán siempre cuando nosotros no crucemos el límite que separa nuestro mundo del de ellos", dice, palabras más, palabras menos, el principal integrante del consejo, Edward Walker (William Hurt). Ese tabú es el que separa a los integrantes de la comunidad de "Los pueblos", nombre que se le da a un mundo exterior en el que, según lo que repiten con insistencia Los Mayores, predomina la violencia y la muerte.
SECRETOS. Cruzar el límite es el tabú más fuerte para los habitantes de la aldea, pero no el único. También el pasado o la vida en "Los pueblos" son temas que provocan que Los Mayores intercambien miradas alarmadas e incitaciones a no ahondar. Los secretos, los tabúes, las insinuaciones, las miradas con gesto de preocupación y, en definitiva, la paranoia, es lo que rige la vida de Covington. Un romance entre dos jóvenes de la aldea será el que finalmente desafiará la prohibición, aceptada por todos en base al miedo que infunden Los Innombrables, de adentrarse en el bosque.
Shyamalan es, quién lo duda a esta altura, el autoproclamado heredero de Hitchcock. Por cuestionable que sea la comparación, el realizador de origen indio maneja con soltura y talento el suspenso. El desarrollo de la historia crea tanta expectativa como miedo gracias a un inteligente uso de la música, los efectos de sonido y también la astucia de Shyamalan para mostrar justo lo necesario. La cámara, como Los Mayores de la aldea, insinúa y sugiere, pero se niega a revelar.
El director no es solo diestro con la cámara. También es capaz de establecer una relación de respeto y confianza con su elenco, que aquí realiza un estupendo desempeño. Si bien la contenida intensidad de Phoenix y el espléndido debut de Bryce Dallas Howard —hija del director Ron Howard— atraen la mayor atención, también Hurt, Sigourney Weaver y Brendan Gleeson entregan actuaciones convincentes y comprometidas con sus personajes. Solo Brody, ganador del Oscar por su papel en El pianista desentona, y bastante, con muecas, gritos y los tics que parecen obligatorios a la hora de encarar la interpretación de alguien con defiencias mentales.
Más allá de que la vuelta de tuerca final de La aldea pueda decepcionar a muchos, el film plantea varias interesantes interrogantes acerca de la validez del autoaislamiento y la voluntad de borrar con un pasado que, por doloroso e incómodo que sea, se niega a desaparecer y ser ignorado. Con La aldea, Shyamalan hace un sutil aporte a la discusión sobre las divisiones entre "ellos" y "nosotros", entre el Bien y el Mal y el "choque" entre distintas culturas (o civilizaciones).
critica | fabian muro
LA ALDEA
The Village
Guión y dirección. M. Night Shyamalan
Fotografía. Roger Deakins
Edición. Christopher Tellefsen
Música. James Newton Howard
Elenco. Joaquin Phoenix, Bryce Dallas Howard, William Hurt, Sigourney Weaver, Adrien Brody
l Estados Unidos, 2004.