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| Mientras su penúltimo film llega al Río de la Plata, se anuncia que el próximo se lanzará en Cannes

MUJERES. Como en su admirado Bergman, la exploración del universo femenino y los vaivenes entre lo serio y lo cómico recorren el cine de Allen. 200x127
MUJERES. Como en su admirado Bergman, la exploración del universo femenino y los vaivenes entre lo serio y lo cómico recorren el cine de Allen.

J.A.

En unos cuantos cines montevideanos puede verse desde hace días el adelanto de Melinda y Melinda, nueva comedia de Woody Allen que se estrenará el mes que viene por estas latitudes. Los viejos admiradores del realizador ya saben (o lamentan) lo que dice una estupenda nota publicada en The New York Times con la firma de A.O. Scott: que el nivel promedial y el interés de las últimas películas de Allen (Celebrity, Ladrones de medio pelo, Dulce y melancólica, La maldición del escorpión de jade, La mirada de los otros) no resisten una confrontación con el período culminante de su carrera, que fueron los años ochenta (Broadway Danny Rose, La rosa púrpura de El Cairo, Hannah y sus hermanas, La otra mujer), al margen de lo cual esos títulos recientes traslucen cierto agotamiento del humor, la puntería y el flotante dramatismo que enriquecieron sus mejores trabajos del pasado.

La nota neoyorquina señala por ejemplo en qué consisten la rutina y el sello personal de Allen: "cada uno de sus films llega más o menos cada quince meses, con sus típicos letreros de presentación en blanco y negro que mencionan el elenco en orden alfabético, respaldados por el sonido del viejo jazz", y luego pasa a describir lo que ocurre cuando "unos pocos fanáticos" del realizador rezongan al comprobar que el cine de Allen "ya no es lo que era y se preguntan por qué se empeña en seguir haciendo películas o por qué ellos mismos se molestan en ir a verlas". Como confiesa Scott, "desde Crímenes y pecados comencé a hamacarme entre el estímulo y la desilusión, inclinándome casi siempre por la segunda opción, igual que el resto del tenaz y raleado ejército de partidarios de Allen".

altibajos. Luego de reconocer que la trayectoria del director ha tenido sus altibajos, puntualiza que "sus fracasos y errores parecen despertar una reacción desproporcionada y casi neurótica, que proviene precisamente de aquellos que parecían más dispuestos a admirarlo", y entonces se interroga así: "¿No será que vamos a ver cada película de Woody Allen justamente porque queremos sentirnos defraudados, abandonados, burlados?. Como todos sabemos, Allen tiene sus propios problemas, pero ¿qué pasaría si la insatisfacción que sentimos ante su labor fuera en el fondo un problema nuestro?". Todo (y no sólo el cine de Allen) se desgasta con el uso: a punto de cumplir 70 años, el veterano realizador está haciendo cine desde la década del 60, largo período a través del cual hubo brotes iniciales de comicidad, hubo en las primeras etapas algún pico de inventiva y ojo crítico (Dos extraños amantes), hubo premios y un comienzo de trascendencia (Interiores) que derivaba de su adoración por Bergman y que fue un indicio de cómo el dramaturgo podía desestabilizar al humorista.

Más adelante Scott alude a "la nítida identidad étnica" de Allen, describiéndola como una "peculiar mezcla de alta y baja cultura, de ardor autodidacto por Dostoievski y Bergman. Todo eso, junto con sus raíces judías, representaron en el cine algo nuevo y vigoroso, una sensibilidad que resultaba tanto romántica como cínica, esforzándose por alcanzar algún toque de seriedad intelectual". Y como signo de que los años pasan y todo puede comenzar a desdibujarse, "hoy flota la sensación de que el mundo que Woody Allen convocó de manera brillante —un mundo de neoyorquinos blancos y ansiosos, que se enamoran y desenamoran mientras recorren casas recicladas, visitan librerías y pasean por el Central Park— es un mundo que ya no existe, ni como entorno social ni como referencia cultural. Quizá nunca existió, pero lo que muestra Allen sobre el Manhattan contemporáneo está hoy tan impregnado de nostalgia como en un drama de época".

La nota del Times termina agregando que "en lugar de hacer el cine que esperamos de él, Allen hace empecinadamente las películas que él prefiere hacer, con fantasías y caprichos que no son estimados cuando llegan a estrenarse", lo cual le permite concluir que "Allen nunca volverá a ser lo que era y su público estará condenado a la desilusión mientras se niegue a reconocer ese hecho". Algo de todo ello —tal vez no expresado frontalmente— ronda la cabeza de los admiradores del director y los acompaña cuando salen del cine después de ver alguno de sus últimos trabajos.

Máscaras del espectáculo

Interpretada por Chiwezel Ejofot, Will Ferrell, Jonny Lee Miller y Radha Miller (esta vez Woody Allen no actúa en su film) Melinda y Melinda es una película sobre los dos rostros de la ficción teatral: la tragedia y la comedia. La misma historia contada de acuerdo al tono impuesto por las dos clásicas máscaras del mundo del espectáculo.

Cuatro amigos, dos de ellos escritores de teatro (un comediógrafo, un dramaturgo) charlan en un café mientras la lluvia azota las calles de Nueva York. Uno de ellos defiende el carácter esencialmente trágico de la vida, lo que explicaría la vocación de la gente por lo dramático. El otro sabe que el drama suele derivar en farsa, y reivindica a la comedia como remedio contra el sufrimiento. Un tercero cuenta una historia que se convierte en el eje del film: una mujer irrumpe en una cena celebrada entre tres parejas, e induce a la confusión a los invitados.

La historia de esa mujer, en dos versiones, es lo que se cuenta a lo largo de Melinda y Melinda, demostrando que casi todo puede ser contado de más de una manera, y que los destinos cómicos o dramáticos de los personajes están indisolublemente intercomunicados.

Como en Broadway Danny Rose, Woody arma Melinda y Melinda en torno a lo se cuenta en una mesa de café. Alguien ha dicho ya que el film constituye una serte de antología de Allen, un resumen de los personajes, los recursos y hasta los manierismos y estereotipos que han recorrido su carrera.

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