ENTREVISTA
A partir del domingo 16 de mayo, El País publicará "Pequeño futbolista", una colección de 12 tomos a cargo de Daniel Baldi, el autor de "Mi mundial" y "Los Mellis"
El domingo 16 de mayo, El País lanzará la colección de 12 tomos Pequeño futbolista, escrita por Daniel Baldi (autor de los éxitos Mi Mundial, Los Mellis y Vacaciones con mi pelota). Cada número se editará los domingos junto a El País y se podrá comprar por 150 pesos. A través de la historia de Enzo, un niño que se anota a un equipo de baby fútbol, Baldi apuesta por educar en valores a niños y niñas y por brindarles instrumentos que les ayuden a enfrentar los desafíos de su vida cotidiana.
“El lector se va a poder identificar en cada tomo porque es una historia muy verídica, y no todas son de gloria ni de fracasos”, adelante. Sobre sus nuevos libros y el impacto de su obra, el autor habló con El País.
—El próximo domingo, El País lanzará Pequeño futbolista, una colección de 12 tomos sobre la historia de Enzo, un niño que empieza a jugar al baby fútbol. ¿Cómo podrías definir la el enfoque de los libros?
—Si bien son 12 tomos y la historia tiene un principio y un final, todos se pueden leer de forma independiente. El primero, Hoy empiezo el fútbol, es sobre todos los nervios de Enzo, un niño de ocho años que va a arrancar a jugar su deporte preferido. Su papá está maravillado y le compra los mejores championes, y Enzo se imagina yendo a la cancha con la camiseta inmaculada del Real Madrid, pero apenas llega se le derrumba el sueño porque ve que la cancha no tiene pasto y descubre que no es tenido en cuenta porque el grupo viene de jugar junto todo el año pasado. Enzo se sienta en el banco cuando juegan los partidos y se da cuenta de que esa magia ya no es tan encantadora. Y al padre le pasa lo mismo: se tiene que dar cuenta de que no es el papá de Messi. Es la historia de lo que nos pasó a todos cuando arrancamos y tenemos que encontrar un lugar en el equipo;es una enseñanza para niños y padres y una visión bastante crítica del mundo del fútbol infantil. Muchas veces los adultos invadimos ese espacio exigiendo que los niños tengan que ganar y se descuidan aspectos tan importantes como el compañerismo y el ser inclusivo.
—Y eso queda claro en el título del cuarto tomo, Todos gritan en la cancha. ¿Sentís que la presión externa termina desmotivando a los niños?
—Sí. El fútbol es tan pasional, tan lindo y gusta tanto en Uruguay que siempre está lleno de público. Pero, muchas veces, aquel niño que está en dudas se termina alejando del deporte luego de haber vivido una experiencia traumática porque lo presionaron. Y ese es un gran error porque estamos perdiendo a un montón de excelentes jugadores que abandonaron porque no se sintieron cómodos a temprana edad. Al final, estamos limitando las oportunidades a aquellos niños de un carácter un poquito más fuerte y que se saben sobreponer a la gran adversidad de adultos enajenados que te presionan, pero son pocos los niños que están preparados para eso. Y, lamentablemente, son aquellos que viven eso en su casa de lunes a viernes. Hay que hacer énfasis en poder generar un clima agradable para el niño y tratar de demostrar que el fútbol es un deporte para construir valores.
—Desde tu rol como autor, en libros como Mi Mundial y Los Mellis has ayudado a construir una discusión sobre el tema. ¿Cómo evaluás lo que has generado?
—Por suerte me llaman permanentemente de equipos de baby fútbol y compran mis libros para entregárselos a las familias. Este mes voy a sacar la segunda parte de Los Mellis con Diego Godín y el mensaje es que hay que educar a los futbolistas para que no se queden solo con el gol y con patear bien la pelota. Para mí es un premio máximo cuando las instituciones me llevan a hacer charlas e intentan pregonar ese mensaje, aunque no siempre funciona. A veces hay padres que me dicen que no están de acuerdo porque para ellos el ganar tiene que formar parte de la vida y sino estamos criamos perdedores. Por suerte, cada vez hay más de las otras voces.
—¿Recordás algún episodio que te haya permitido ver el impacto de tu obra?
—Sí, lo he tenido más de una vez, pero te voy a contar una anécdota bien gráfica. Una vez un profesor de una colonia del INAU me comentó que tenía a un alumno que había repetido cuarto año, que pasó quinto raspando y luego volvió a repetir. Él le comentó al profesor que no le gustaba estudiar y que quería jugar al fútbol, y mantuvo ese discurso año tras año. En un momento le pidió las calificaciones de mayo y el niño pasó a tener un “muy bueno”, luego pasó con “sote”. Cuando el profesor le preguntó a qué se debía ese cambio, el niño le respondió que había leído Mi Mundial y que se había dado cuenta de que no solo bastaba con jugar a la pelota, sino que también tenía que estudiar. Cuando escuché eso me conmovió porque haber generado esa reflexión con una historia que creaste es increíble.
—Recién mencionaste que el segundo tomo de Los Mellis va a tener a Godín. Ahora que estamos hablando de los cambios de concepción en torno a la forma de ver el fútbol, ¿sentís que el "proceso Tabárez" y el discurso de "El camino es la recompensa" ha ayudado a generar otra mirada con respecto a lo que significa el deporte?
—Sin dudas. Podrán criticar a Tabárez por si se jugó lindo o no, o si hizo los cambios que tenía que hacer, pero si hay algo que vamos a extrañar cuando no esté —y que le agradeceremos eternamente— es justamente eso: los valores y la coherencia que manejó. En la victoria es re fácil ser buenas personas y manejar valores, pero a lo largo del proceso de Tabárez no fueron todas rosas: fuimos a los mundiales con repechajes y estuvimos cerca de quedar afuera, pero hasta en los momentos más complicados el tipo mantuvo siempre la misma filosofía. Y eso se lo trasladó a los jugadores y los convenció; por eso un Scotti, un Lugano, un Godín y un Suárez agradecen este proceso: no son las mismas personas que cuando entraron a la selección
—Lo interesante es que en tus historias hacés foco en el manejo de la frustración más que presentar historias de niños goleadores. ¿Cómo abordás ese mensaje para atraer al público juvenil?
—Yo creo que los príncipes azules ya fueron. El niño necesita un espejo y eso lo que me pasaba a mí: necesitaba leer a alguien que fuera como yo. Está bueno mostrar que no soy raro porque estoy nervioso, porque tengo miedo o porque me angustié por haber perdido. Al contrario, hay que saber que eso pasa en todos los órdenes de la vida, y más en el fútbol porque solo un equipo sale campeón. Comprender que no todos somos Messi nos ayuda a entendernos más y a crear estrategias para salir adelante. Creo que no hay que eludir la realidad, sino que tenemos que enfrentarla.