Incluso antes que entre a la compactera, el nuevo disco de Fito Páez predispone positivamente. La simpática y también bella caja que lo contiene es otro de los tantos aciertos del diseñador Alejandro Ros, probablemente uno de los mejores en su oficio no solo en Argentina, sino también a nivel internacional (ver, por ejemplo, las tapas de Color amarillo de Gustavo Cerati, Narigón del siglo de Divididos o Tres cosas de Juana Molina). Una vez liberado de su exquisito "packing" o como se diga, el flamante álbum de este consagrado y también discutido compositor y cantante rosarino es otra incursión en los vaivenes emocionales e intelectuales de su autor.
La prensa especializada porteña ha considerado, en mayor o menor medida, en que este es uno de esos discos "de reencuentro". Como volver a ver a un otrora muy querido acompañante, que en algún momento estuvo un tanto distante y hasta puede haber provocado alguna decepción, pero que hoy está de vuelta y que casi, casi, es como era antes de su partida. En esto tiene bastante que ver que el disco está atravesado por una producción artística con aires "nostálgicos", que remite al esplendoroso período de Páez a fines de los años ochenta y principios de los noventa.
En esta idea de "reecuentro" también importa que el período de distanciamiento está definido y corresponde a la relación del músico con la actriz Cecilia Roth, hoy terminada. El propio Páez ha admitido que este disco está "teñido por la separación" de Roth y lo expone directamente apenas abre Naturaleza sangre: "Vuelvo nuevo y empiezo otra vez...vuelvo nuevo a tocar rock and roll" canta en Nuevo. Lo de rock debe entenderse aquí más como una actitud que favorece lo espontáneo y directo (el disco se grabó y editó en apenas tres meses) por sobre ciertos patrones estéticos.
Es un inicio muy auspicioso. Nuevo conquista desde su simpleza y su melodía, con un sonido que Páez ha patentado. Si bien el argentino ha atravesado distintas etapas artísticas en su derrotero, explorando y probando con mayor o menor suerte, también ha construido una identidad sonora y una forma de componer propia. Sin dejar de reconocer sus influencias, a veces muy marcadas, Páez se ha hecho un terreno muy personal dentro del rock argentino.
Por esa razón, Naturaleza sangre no implica un radical desvío desde lo que Páez ha hecho en sus últimos discos, como Abre o Rey Sol, al menos a grandes rasgos. Es cierto, aquí no hay composiciones de quince minutos de duración ni un producción sonora tan pulida, pero Páez sigue cantando como el de siempre, con esa leve afectación en la que a veces se cuelan ecos de Prince y tratando los temas de siempre —básicamente, su persona— en las letras. Lo que en este álbum sí hay, y muchas, son buenas canciones, algo que por desgracia estaba escaseando en su producción más reciente. Es probable que Naturaleza sangre no sea una obra tan completa como El amor después del amor ni tenga la garra de Ciudad de pobres corazones. Pero aún con algunos tropezones o flacuras que, para ser justos son muy pocos, el disco es un contagioso recorrido por las obsesiones de un muy talentoso músico, un mago de esos estribillos que llegan al instante pero que mantienen su brillo aunque pasen los años. Temas como Volver a mí y Absolut vacío poseen dichos estribillos además de un sonido en el que los sutiles matices conviven con el ímpetu rockero. En su conjunto, Naturaleza sangre es otra evidencia de la amplitud musical de Páez. Hay canciones para todos los gustos, ejecutadas con el aplomo que da una ilustre trayectoria, que de todas formas no significó que Páez se durmiera en los laureles.
En torno al núcleo de Páez y sus músicos, se dan cita invitados del calibre de Charly García (en la canción que da título al disco, quizás la mejor), Luis Alberto Spinetta (en Bello abril y El centro de tu corazón), Rita Lee (Ojos rojos) y Hugo Fattoruso (piano en Ojos rojos). La presencia de estos artistas se siente como muy pertinente en cada uno de los casos, especialmente en el caso de García y Spinetta y también ayudan a potenciar el impacto de las canciones.
En lo estricamente musical se hace difícil objetarle a Páez algo en esta edición. Como letrista, la tendencia del músico a impartir cátedra y revelar verdades provoca menos consensos. Lo que más incomoda en sus letras es el exhibicionismo. Como en aquella tapa de la revista Rolling Stone donde Páez aparecía desnudo, en este disco también se despoja de sus ropas y nos cuenta cómo transcurre su día con su nueva pareja: "Sacá la tele y abrite un buen vino, te toco mi nueva canción", dice en Oh nena, uno de los tantos ejemplos. Los discos de Páez son, en ese sentido, el paraíso para un voyeur. Pero no queda otra que rendirse ante el poderío musical de este Páez, cuyas melodías opacan la mayoría de los reparos.
CRITICA/ FABIAN MURO
Naturaleza sangre
Autor. Fito Páez
Producción artística. Fito Páez
Artistas invitados. Charly García, Rita
Lee, Hugo Fattoruso, Luis Alberto
Spinetta, Gabriel Carámbula, etc.
Edita. Circo Beat/Bizarro
Ediciones discográficas
Robbie Williams | Escapology (EMi)
Aquellos que reducen el fenómeno artístico a una cuestión de ventas, consideraron el nuevo disco de este soberbio cantante y compositor como un fracaso. Pero ningún álbum que tenga temas como Feel, Come undone y Hot fudge, entre muchos, puede interpretarse como tal. Con Escapology, la estrella británica pretende conquistar el mercado estadounidense. A juzgar por las pobres ventas registradas desde que fue lanzado, no parece que lo vaya a conseguir en este intento. Ellos (los estadounidenses) se lo pierden. Porque Williams es probablemente el solista más interesante que haya surgido de las islas británicas en mucho, mucho tiempo. No solo posee una garganta muy privilegiada (escuchar el tributo al "Rat pack", Swing when you’re winning, por ejemplo). También es un artista que maneja el humor y la fina ironía como ninguno en estos días. Sus videos son, por lo general, brillantes y ácidas viñetas sobre la industria pop y la obsesión por las celebridades, como Rock DJ, del disco anterior, en el cual Williams se desnuda literalmente hasta los huesos, en un infructuoso intento por satisfacer las incesantes demandas de los medios, especialmente la TV. Otra cosa que lo hace singular es la inusual crueldad con la que se trata a sí mismo en varias de sus canciones, como lo hace aquí en Monsoon. Más allá de todo eso que también forma parte de la personalidad artística de Williams, su fuerte está en las canciones y cómo las interpreta. Williams se dirige a toda velocidad a ocupar su merecido lugar junto a los más grandes cantantes de pop británicos, como George Michael, Freddy Mercury, David Bowie y Tom Jones.