La justicia ciega de un samurai

| El personaje es un mito popular del cine nipón que Kitano retoma con rasgos de un autor personal

HEROE. Rubio, invidente e infalible con la espada: un personaje con larga fama cinematográfica vuelve una vez más a la pantalla, de la mano de un director de primera línea. 200x132
HEROE. Rubio, invidente e infalible con la espada: un personaje con larga fama cinematográfica vuelve una vez más a la pantalla, de la mano de un director de primera línea.

GUILLERMO ZAPIOLA

Se estrena en Cinemateca 18, en el marco del proyecto Viva la Diferencia, e ingresará próximamente en el circuito comercial el film japonés Zatoichi, dirigido por el maestro Takeshi Kitano.

Se trata a primera vista de un giro inesperado en la carrera del director Kitano, quien tras hacerse de una fama como "el cineasta de la violencia" (Violent Cop, Sonatine, Flores de fuego) había sorprendido a sus admiradores con el vuelco hacia lo afectivo de El verano de Kikujiro y el desesperado romanticismo de Dolls. Aquí se ocupa en cambio de un legendario personaje de la cultura popular japonesa, el samurai ciego Zatoichi, protagonista de decenas de películas y series de televisión en su país.

Zatoichi había estado alejado de las pantallas japonesas desde 1989, pero los aficionados a sus aventuras no lo han olvidado. El personaje tiene características muy particulares: ciego, aparentemente frágil y jovial, puede convertirse empero en una situación de extremo peligro en una implacable máquina de matar. Como Godzilla o Tora-San, salvadas las distancias del caso, es un verdadero mito que ha conocido incluso alguna "occidentalización" protagonizada por Rutger Hauer.

HISTORIA. El esquema del film es clásico: Zatoichi llega (como el Yojimbo de Kurosawa y el Hombre Sin Nombre de Por un puñado de dólares de Sergio Leone) a un pueblo dominado por pandillas, ayuda a dos geishas en peligro y se ve involucrado en una guerra en la que alguien habrá de morir. Lo que Kitano hace con el material puede ser, empero, menos clásico: hay toques de humor, inesperados intermedios musicales, y hasta un desenlace que (se ha dicho) es todo un homenaje a uno de los momentos más recordados de El padrino de Francis Ford Coppola.

Pero Kitano no es un mero transgresor de la postmodernidad, empeñado en demostrar que es más inteligente que lo que hace (quienes lo hacen suelen demostrar exactamente lo contrario: que son simplemente tontos). Su aproximación al universo de Zatoichi estaría apelando por un lado al mito, incorporando visiones que tienen menos que ver con la historia concreta narrada sino con la mitología "zatoichiana". Por otra, coloca a su personaje en medio de algunas de las escenas de acción más sangrientas y al mismo tiempo (según los admiradores del film) coreografiadas con mayor belleza que el cine recuerde. Según esos observadores, el film sería a menudo visualmente impactante, sin dejar por ello de jugar a la leve ridiculización de cierta violencia ritual.

DIRECTOR. Takeshi "Beat" Kitano nació en Tokio en 1947, y se hizo popular en Japón fundamentalmente a través de sus cómicas e irreverentes apariciones en televisión. Su madre intentó empujarlo hacia los estudios de ingeniería, pero pronto los abandonó para vivir de trabajos diversos. y luego saltó a la televisión como integrante del popular dúo cómico The Two Beats. En los años ochenta llegó a tener nueve programas semanales de televisión, desempeñándose diversamente como actor, animador y conductor de shows nocturnos. En algún momento fue incluso suplente en un número de travestis.

Sus compatriotas demoraron más en descubrir en él, además, a un valioso director de cine. Se había acercado al medio en 1982 como actor de Furyo, de Nagisa Oshima, y se convirtió en realizador en 1989 con Violent cop. Su reputación comenzó a crecer en el extranjero, especialmente a partir de Sonatine, que se presentó en 1993 en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes. Tres años después volvió al certamen francés, esta vez a la sección Quincena de Realizadores, con Kids return. Sin embargo, en su propio país Kitano seguía siendo solamente el rey de la televisión. Tuvo que esperar que Flores de fuego ganara el León de Oro en el Festival de Venecia de 1997 para que en Japón reconocieran esa faceta de su talento.

El padre de Kitano fue un jugador empedernido que frecuentaba el mundo de la yakuza, la mafia japonesa que el director ha descrito reiteradamente en sus películas, con acentos de violencia y humor corrosivo que han recordado a muchos el cine de Tarantino. Ese es, con variantes, el mundo de Violent Cop, Boiling Point, de Sonatine y Flores de fuego, y algunos de sus elementos han aparecido incluso en otros films suyos, por ejemplo Dolls.

Sin embargo, el cineasta ha tratado de evitar el encasillamiento en una temática o un estilo, más allá de la persistencia de rasgos propios: el mar, por ejemplo (que aparece en Escena junto al mar, en Sonatine y en Flores de fuego, por lo menos) representa en su mitología el fugaz, momentáneo lugar de la paz que será arrasada por la violencia. En El verano de Kikujiro, sin embargo, supo ampliar su registro para contar una historia impregnada de ternura y momentos divertidos. En Dolls trabajó fundamentalmente sobre una línea romántica, aunque haya unos gangsters también metidos en el asunto. En Zatoichi retomó la figura de un famoso personaje de la ficción popular. No es fácil encasillarlo, pero no es difícil reconocer en él a un autor personal.

Opiniones y premios

El crítico argentino Leonardo M. D’Esposito, de la revista El Amante Cine, señalado que el mayor interés de Zatoichi no está en su anécdota central sino en otra parte: la historia de amor entre el protagonista y la mujer que lo recibe, el personaje loco que cruza la pantalla creyéndose samurai, el acompañante que aprende del ciego a ganar un juego de azar, el grupo de campesinos que parecen Los Tres Chiflados. Según D’Esposito esa galería distrae de lo que él denomina "la impostada gravedad que, muchas veces, acompaña el recorrido del guerrero". En último término, como los héroes del ‘spaghetti western’, Zatoichi no es un personaje épico sino picaresco, y allí radicaría una parte de su atractivo.

En todo caso parece haber atraído a críticos y jurados de festivales. La película obtuvo los premios a mejor fotografía, montaje, música y sonido de la Academia Japonesa del Cine, el Blue Ribbon Award a mejor actriz secundaria (Michiyo Ookusu), mejor película, mejor banda sonora y premio del público en el festival de Sitges, premio del público en el Festival Internacional Cinemanila, mejor actriz secundaria (Ookusu) y premio de los lectores a mejor film de la revista Kinema Jumpo, actor secundario (Akira Emoto) y actriz secundaria (Ookusu) en el Mainichi Film Concours, mejor director en el festival de Marrakech, premio del público en Toronto y premio del público, Future Film Festival Digital, premio especial a director y Premio Abierto en el Festival de Venecia.

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