La historia del regreso de los vivos

MATÍAS CASTRO

La nueva etapa de Showmatch y Marcelo Tinelli en la televisión ha tenido un costado un poco más picante que parece quedar detrás de las altas cifras de rating que tuvo. Hace unos días, el periodista argentino Ángel de Brito, una persona muy amable por cierto, afirmaba que en la interna del programa había cierta polémica por la participación de viejas figuras y que en la prensa argentina algunos hablaban de "el regreso de los muertos vivos".

Una afirmación así no le puede caer bien a nadie, especialmente si se tiene en cuenta el efecto trampolín que ha tenido Tinelli y sus programas sobre buena parte de los que han pasado por allí. Y entre los que volvieron, por supuesto. Entre ellos están los uruguayos Waldo, o Aldo Navia, y Sebastián Almada. ¿Estaban muertos y revivieron? Dudosamente.

Claro que si uno mide las cosas solo con la varita del éxito verá que los puntos de sus carreras de mayor exposición se marcaron cuando pasaron por Showmatch. Esa experiencia fue la que les permitió a los dos dar el salto de Uruguay hacia el mundo del espectáculo en Argentina. Luego de trabajar allí continuaron con sus carreras, diferentes entre sí. Waldo logró mayor repercusión mediática, si se quiere, porque se vinculó al teatro de revistas, tenía amistad con Wanda Nara y se casó recientemente con una vedette. Sebastián siguió una carrera muy digna, trabajando como humorista, aunque con perfil más bajo y tal vez más serio.

Más allá de posibles componentes económicos, la vuelta de ellos a Showmatch también tiene que ver con la idea del programa este año al reunir a muchas de las figuras clave de sus veinte años de historia. Esto no es una defensa de los dos uruguayos ni del resto de los comediantes. Es sólo un comentario sobre lo que se escucha.

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