La gran ópera del alma rusa

| El director de escena Michal Znaniecki habla del estreno de hoy

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CARLOS REYES

"Eugenio Onegin tiene el corazón de hielo, y es por eso que en la escenografía predomina ese elemento, que luego se va transformado en agua", explicó a El País Michal Znaniecki, director de ópera que está al frente del montaje que se estrena hoy.

El artista, que nació en Varsovia en 1969, aprendió español viajando y trabajando, aunque aclara que haber estudiado italiano le facilitó el asunto. En su correcto español, él explica que el libro de Pushkin, sobre el que Tchaikovsky escribió la ópera, le es por demás familiar. "Yo hice la escuela en la Polonia comunista, y el ruso era la segunda lengua, obligatoria. Por eso lo conozco de memoria, porque durante ocho años lo usamos para estudiar ruso, incluyendo todas sus interpretaciones, que son muy interesantes. Sin embargo, la ópera es distinta, pone acentos diferentes. O sea que el primer paso fue dejar a Pushkin y centrarse en Tchaikovsky, leyéndolo como por primera vez. Porque de lo contrario, tenés que tratar de explicar lo que no está en la ópera sino en el libro de Pushkin, y la ópera tiene su mecanismo propio".

Znaniecki señala que Eugenio Onegin tiene una estructura muy fuerte, que la constituye en una ópera atípica. "Se diría que no es una ópera: son escenas líricas, y eso me permite contar la historia apostando a algo muy teatral, muy espectacular, pensando en escenas diferentes, más abstractas, más poéticas, y no en una evolución realista".

"El realismo aquí no está: es el romanticismo puro, ruso, que cuenta una historia que habla de seres humanos, de sus vínculos sociales, pero con una gran dimensión poética. Si bien está muy cerca de la ópera, no es melodrama", agrega.

El director observa que en esta obra "la música sigue el alma del público y de los personajes", y afirma que eso implicó llevar adelante una resolución escénica particular. "En el escenario hemos construido una metáfora, que refleja las emociones de Onegin. Un hombre como yo, de 40 años, que siente que es viejo, y que está buscando el sentido de su vida. Tiene la enfermedad de los románticos, que no pueden tener un contacto claro con el mundo. Es cínico, demasiado irónico, con pocos contactos reales con la gente, es todo superficial, virtual, como hoy con Internet. Porque tiene miedo: pero como es una historia anterior a Freud, yo no quiero encontrar esa llave psicoanalítica. Sí hay una llave abstracta, metafórica, de hielo, de su corazón como hielo, que en cada acto se va destruyendo, y al final llegamos al agua, agua de emociones, agua de verdad".

El director ideó, a través del diseño escenográfico de Luigi Scoglio, ese decorado que parece transmitir frío. "El hielo representa esa frialdad del protagonista, y a su vez hay una pared de hielo que divide: Onegin y el mundo. Creo que es una metáfora universal, muy clara, para públicos de diferentes partes del mundo. Éste es un espectáculo que empezamos a hacerlo en Polonia, luego lo hemos hecho en España, en Argentina, ahora en Uruguay y luego en Brasil. Por eso necesitábamos una metáfora bien amplia: no sólo para quienes conocen bien la obra de Pushkin, sino algo más general, centrándonos más bien en sus personajes, en las emociones. Y en última instancia, esta ópera habla de desilusiones, de la posibilidad de un sueño que no se puede alcanzar. Tiene una cosa muy triste, por la imposibilidad de comunicar las emociones".

Znaniecki apostó a una escenificación al mismo tiempo sencilla y espectacular, hecha con espejos que multiplican los efectos. "Jugamos mucho con el hielo y con las gotas que caen, llegando a un final en el agua, en una piscina. Es una estructura escénica difícil, interesante, un poco atípica, que permite a los cantantes desempeñarse de modo diferente: ser menos líricos, y trabajar más con elementos de verdad, que no es solamente ficción".

El artista también se hizo cargo del vestuario, unas 500 piezas de época, en las que el color cumple un rol que va más allá de lo decorativo. "Cada acto tiene su color, con cromatismos diferentes: está la fiesta del segundo acto, popular, como un kitsch de provincia, y la fiesta aristocrática del tercer acto, que es con un vestuario muy exagerado. Y terminamos con una actuación muy estilizada, muy artificial, para hacer contraste con los personajes principales de Tatiana y Onegin".

El director y vestuarista explica que la escenografía tiene un tono neutro, que cobra vida con las piezas de vestuario, que se reflejan tanto en los espejos como en el hielo y el agua. En ese aspecto, en cada acto, al cambiar el vestuario, se modifica también en tono general de la ambientación. Se transitará así por los tonos grises del primer acto, con toques azules en los personajes más esperanzados, para pasar luego a un segundo acto muy rural, con algo de "quiero y no puedo". En el tercer acto predomina un blanco muy elegante, todo eso con el apoyo de las luces. Znaniecki dice que "siempre se está buscando un escenario muy vivo, con luces fuertes, creo que muy modernas: cada emoción tiene una luz especial".

El director realizó estudios en la Academia de Arte Dramático de su ciudad natal, y continuó en la Universidad de Bolonia, licenciándose en Dirección Teatral en Milán. Desde su debut en 1992 ha montado arriba de un centenar de puestas en los más grandes teatros del mundo. "Yo he trabajado mucho, quizá demasiado, y creo que este espectáculo reunió mis mejores experiencias".

El Sodre con "La Celeste"

"Eugenio Onegin", de Piotr Tchaikovsky, con dirección musical del maestro Lukasz Borowicz, se estrena hoy a las 20 horas en la Sala Eduardo Fabini del Auditorio Nacional Adela Reta, presentándose también mañana a la misma hora. La función del domingo estaba programada para las 18 horas, pero va a las 19 horas por el partido de fútbol. Luego hay otra función el martes, a las 20 horas.

Entradas en Red UTS (y la sala, en el horario de 13 a 19 horas, de lunes a sábados). Precios: $ 300 (galería alta), $ 700 (galería baja), $ 1000 (tertulia), $ 1200 (platea baja) y $ 1500 (platea alta).

Dos elencos paralelos

El elenco de hoy (que se repite en las funciones del domingo y del martes próximos) tiene la siguiente conformación: Eugenio Onegin (barítono), Dimitri Vargin; Tatiana (soprano), Natalia Kreslina; Olga (mezzosoprano), Elena Belfiore; Filipyevna (mezzosoprano), Raquel Pierotti; Larina (mezzosoprano), Graciela Lassner; Vladimir Lensky (tenor), Pedro Espinoza; Gremin (bajo), Guillermo Prilassnig; Triquet (tenor), Gerardo Marandino; Capitán (bajo), Julio Clavijo; Zaretski (bajo), Clavijo.

Boyardo (tenor), Pablo Duplech.

El segundo elenco se presenta solo mañana, y está conformado por los siguientes artistas: Eugenio Onegin, Federico Sanguinetti; Tatiana, Daniela Tabernig; Olga, Guadalupe Barrientos; Filipyevna, Rina Baffa; Larina, Stephanie Holm; Triquet, Raúl Pierri; Lensky; Martín Nusspaumer; Gremin, Gustavo Balbela; Zaretski, Álvaro Godiño; Capitán, Godiño; Boyardo, Eduardo Fleitas.

Con dirección de escena y vestuario de Michal Znaniecki, el montaje cuenta con diseño escénico de Luigi Scoglio, iluminación de Bogumil Palewicz, dirección de coro de Esteban Louise y coreografía de Diana Theocharidis.

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