La generación del "más bien"

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Es obvio que Pablo Stoll puso mucho de sí mismo en este su primer largometraje en solitario. No solamente lo dedica a su llorado colega, amigo y cómplice Juan Pablo Rebella, con quien codirigió las notables 25 watts y Whisky y a quien homenajea declaradamente en algunas tomas y algunos paisajes evocadores, sino que incorpora también un abundante componente autobiográfico, con participación de parientes (el protagonista es su hermano), intercalación de viejas películas familiares, y una pintura de cotidianidades que quienes conocen al director definen como muy "stollianas".

Es posible incluso que el protagonista se parezca en realidad a ese muchacho introvertido, concentrado en su música y sus recuerdos, que deambula sin mucho objetivo, se conecta apenas con el mundo exterior a través de la música, y responde con un lacónico "más bien" a casi todo lo que se le plantea. De allí deriva la muy deliberada estética del film, que puebla la banda sonora de temas musicales pero omite la voz humana (excepto las del recuerdo o la infancia), remplazando los diálogos por intertítulos, al estilo del cine mudo. El resultado no es desdeñable; por el contrario, resulta por momentos original y persuasivo, pero también, a la larga, extrañamente distante. Aunque esto último puede no ser un problema de la película sino del cronista, un (ya viejo) "moderno" que padece algunos desconciertos a la hora de orientarse en medio de la posmodernidad.

HIROSHIMA

ficha

Uruguay 2009. Dirección y guión: Pablo Stoll.

Fotografía: Arauco Fernández Holz. Montaje: Pablo Stoll, Fernando Epstein. Producción: Agustina Chiarino, Fernando Epstein. Intérpretes: Juan Andrés Stoll, Noelia Burlé, Mario Stoll, Guillermo Stoll, Juan Carlos Garza.

atención a...

Un riesgo que debería funcionar, al menos, como "alerta amarilla" (aún no roja), y que el talento de Stoll como "filmador" aleja parcialmente en Hiroshima pero es casi la marca de las producciones de Control Z: ese reiterado "minimalismo" que en cualquier momento puede convertirse en "nadismo", y romper definitivamente amarras con el espectador.

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