MATÍAS CASTRO
Este martes la actriz estadounidense Lindsay Lohan entró a la cárcel en Los Angeles. En la misma mañana el rapero Ice-T fue arrestado en Nueva York, al otro extremo del país. Unas horas después Jennifer Aniston consiguió una orden judicial que disponía el alejamiento de un supuesto acosador que desde hace tiempo venía siguiéndola y enviándole cartas. Al mismo tiempo trascendió que la demanda de Oksana Grigorieva a Mel Gibson podía sufrir un revés porque apareció la posibilidad de que la corte que atiende el caso no acepte como pruebas las grabaciones en las que él le grita salvajemente. El martes fue un día agitado para el mundillo de la farándula estadounidense.
La coincidencia de varias historias en las que los famosos se cruzaban con la ley llamaba la atención, ciertamente. Pero no se puede decir que los famosos tengan vidas tranquilas. Al menos no las tienen desde el punto de vista de los espectadores. A diario se ve a las celebridades en mil y un conflictos, peleas, disputas, amores, recelos y otras actividades, creando la sensación de que sus vidas son solamente días agitados y que las vidas del público están hundidas en la peor de las rutinas. Por esa misma razón la acumulación de noticias judiciales que llegó el martes desde Estados Unidos genera la impresión de que las cosas están que arden.
Pero en el fondo estas cuestiones no son más que una ilusión óptica. Como es lógico, la vida de una celebridad, aunque sea la más mediática de todas, como Ricardo Fort, no es una constante montaña rusa de peleas, orgullos heridos, y noviazgos que van y vienen.
En esto corresponde hacer una distinción. Están aquellos que constantemente trabajan para que sus vidas parezcan agitadas durante las 24 horas del día y así lograr espacio en la televisión. Están los que involuntariamente provocan casi a diario noticias falsas sobre sus vidas. Pero es cuestión de ilusiones ópticas, generadas por las noticias que recibimos. Diferenciar unas de otras está en nuestras manos.