Historia de una pasión argentina

| En el film debuta como actriz la actual novia del actor, la argentina Luciana Pedraza

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DANA KENNEDY I NEW YORK TIMES

Robert Duvall no le facilita a nadie el camino hacia su rancho de 360 hectáreas donde cría caballos, ubicado en las nevadas colinas, a más o menos una hora al oeste de Washington. Pero la dificultad tiene su recompensa poética. Al llegar al camino de acceso hacia el rancho, hay un cartel que dice: "Camino flechado hacia el Cielo".

Una empleada abre la puerta de su casa, construida en 1743, y Duvall, que escribió, produjo, dirigió y protagoniza Assasination tango, asoma tras ella. Su expresión severa y sus rasgos familiares no han cambiado mucho desde que debutó en 1962 como el misterioso Boo Radley de Para matar a un ruiseñor.

Tres perros, uno de los cuales es un dingo australiano y "lo más salvaje que se puede encontrar fuera de un zoológico", según el actor, le ladran ferozmente mientras se dirige hacia la cocina. La atmósfera es vagamente ominosa y podría pertenecer a una escena de El gran Santini o El apóstol, películas en las que Duvall retrató hombres duros e iconoclastas. Hombres que, como el teniente coronel Bill Kilgore de Apocalypse now, "ama el olor a napalm en la mañana".

Como si todo fuera parte de una filmación, Duvall enfrenta a los perros y les sonríe: terminan de ladrar y se retiran a una esquina de la casa. Mientras la empleada sirve una ensalada César, Duvall, de 72 años, comienza a relatar la historia de su duradera trayectoria y su tardío enamoramiento, dos hechos que lo llevaron a realizar Assasination tango: "Esta es una muy buena parte de mi vida, porque, ya sabes, es la última", dice Duvall quien tiene reputación de excéntrico y severo como director. Pero pocos ponen en duda su genialidad y en persona, tiene un inconfudible aire de virilidad. "Pero todavía me queda un largo camino terreno para recorrer. No me cansé de actuar. Yo florecí muy, muy tarde".

Aparentemente, Assasination tango, que se estrenó en marzo en Nueva York y Los Angeles, suena como el desatino de un hombre mayor: es una película sobre el tango argentino, una de las pasiones de Duvall y la protagoniza Luciana Pedraza, la despampanante novia de Duvall, una belleza de 30 años quien nunca antes había actuado. Duvall interpreta a un asesino profesional de Brooklyn y ávido bailarín de tango. Un hombre fiel a su amante y a su joven hija, pero que viaja a Argentina para cumplir con un encargo y se involucra con una bailarina, interpretada por Pedraza.

Pero Duvall, que ha actuado en más de 90 películas a lo largo de 40 años y trabajado con la mayoría de los actores y directores más respetados de Hollywood, no debe ser subestimado, porque tiene una trayectoria que actores con la mitad de su edad codician. Tan solo después de El apóstol, papel por el que fue postulado al Oscar en 1997, Duvall ha actuado en once películas. Su amor por el tango, un engañosamente simple estilo de baile nacido en la mitad del siglo XIX en Buenos Aires, proviene del baile en sí como de la oscura subcultura que lo originó. "Un gran bailarín de tango me dijo una vez que para llegar a ser un gran bailarín uno debería ser una cafishio o un ladrón. Muchos otros niegan rotundamente esa afirmación, pero indudablemente el tango tiene una vena del bajo mundo, de un lugar de mala muerte. También tiene una dulzura".

Francis Ford Coppola, con quien Duvall colaboró en dos entregas de El padrino, La conversación y Apocalypse now, es uno de los productores de Assasination tango. Fue él, quien también cultiva una pasión por el tango, que le sugirió a Duvall que algún día realizara una película sobre el baile: "Me parece que hizo un gran trabajo al entrelazar la historia del asesino profesional con la cultura del tango", escribió Coppola en un correo electrónico al ser consultado para esta nota. "La idea es que un hombre que considera que, en su trabajo, la rigurosa observación de todos los detalles es esencial para la supervivencia, se deja seducir por la danza".

Esa frase se podría aplicar al propio Duvall. Hace más de quince años, luego de ver el musical Tango Argentina en Broadway, Duvall y su tercera esposa viajaron a Argentina por primera vez. "Se convirtió en un hobby muy agradable", dice Duvall sobre el tango. "Te mantiene alejado de las drogas. Me di cuenta de que tenía que aprenderlo a conciencia". Lo hizo estudiando en Estados Unidos y viajando frecuentemente a Argentina, donde se internó en los clubes de tango. En 1996, se encontraba en ese país filmando El hombre que capturó a Eichmann y conoció a Pedraza. Ella lo invitó a la fiesta de su grupo de baile y Duvall aceptó. El comienzo de una relación que va por su séptimo año se refleja misteriosamente en la historia de amor de la película, para la cual escribió el guión hace doce años luego de una experiencia de desamor y la cual revisó en parte antes de comenzar a filmar.

En la película, el personaje interpretado por Duvall, John J., se encuentra con Manuela, encarnada por Pedraza: "¿Tendría alguna chance de estar contigo si fuese más joven?", le pregunta. "Tienes una chance ahora", responde ella y remata: "Bienvenido a Argentina".

Cuando Pedraza entra a la cocina Duvall, claramente enamorado, la presenta. Alta, esbelta, morocha y vestida con unos vaqueros de diseño, Pedraza es la perfecta imagen de la "novia-trofeo". Pero, como Duvall, resulta ser una revelación, tanto en la pantalla como fuera de ella y su interpretación de Manuela ha recibido benevolentes comentarios, por su crudeza y realismo.

(Traducción Fabián Muro)

Una mujer con carácter

Luego de finalizada la charla con Duvall, Pedraza se acomoda en una de las piezas de la casa que ella meticulosamente rediseñó desde que se instaló en 1997. La debutante explica que, como De Niro, se preparó durante un año para interpretar a la bailarina Manuela.

De acuerdo a Pedraza, la decisión de incluirla en el elenco fue mutua, aunque admite que cuando Duvall le comunicó que pensaba en otra persona para el papel, enseguida le dijo que ella podría hacer el papel.

Una vez que quedó definido que actuaría en la película, Pedraza se dio cuenta de que sería un camino cuesta arriba: no hablaba inglés, nunca había bailado tango asiduamente y tampoco había actuado: "Era consciente de que mi participación en la película iba a generar resentimiento. Soy la novia de Robert y si el fracasa como director porque me eligió a mí, el castigo iba a ser doble".

Pedraza aprendió a hablar en inglés con un acento español y a dominar el tango durante el año que se tomó para prepararse. Además, hizo tai chi para adquirir el equilibrio adecuado y desempeñarse mejor en el baile.

La novia de Duvall admite tener un fuerte temperamento y reconoce que tuvo varios conflictos con varios integrantes de la producción de la película como los encargados del vestuario y el maquillaje, por ejemplo. "Choqué con ellos, porque yo tenía una visión muy específica acerca de cómo debía ser mi imagen. También elegí el nombre de mi personaje, porque cuando me involucro en algo, me dedico por completo a eso".

Fue una filmación tormentosa: "Con Robert tuvimos varios conflictos y en varias oportunidades explotamos y debo reconocer que gran parte de la culpa fue mía. Le pedí disculpas por ello y ahora entiendo que estaba bajo una gran presión".

Ahora la película está terminada y aunque Pedraza no descarta volver a actuar, dice que recientemente rechazó la oferta de un director argentino: "No quise hacerlo, porque tengo miedo de que no me ofrezca la misma posibilidad de controlar mi personaje como lo hice en Assasination tango".

La nueva sangre revitaliza al género

La nueva película de Robert Duvall coincide y también reafirma la revitalización del tango como género. En Argentina, desde hace unos diez años se triplicó la cantidad de músicos jóvenes que están tocando el tango, ya sea en forma amateur o profesionales, dijo a la agencia de noticias EFE Ignacio Varchausky, contrabajista de El Arranque, una orquesta integrada por músicos de entre 25 y 35 años.

El Arranque —como el trío de Adrián Iaies, el cuarteto de Nicolás Ledesma y el quinteto de Ramiro Gallo, entre otros— ha recorrido más de ciudad ciudades del mundo y actuó en escenarios de la talla del Lincoln Center de Nueva York y el Orchard Hall de Tokio. "El rol generacional que nos toca a los jóvenes en la historia del tango tiene que ver con devolverle la representatividad al género, mostrarle a nuestros contemporáneos lo mejor que tiene. Estamos en proceso de recuperación de su identidad", agregó.

Del lado de la vieja guardia, se saluda con alegría este auge: "Es muy promisorio que haya nuevos grupos. Hay muchos jóvenes de vocación que están siguiendo de alguna manera los caminos que nosotros hicimos con mucho respeto y profesionalismo", dijo a EFE José "Pepe" Libertella, bandoneonista del Sexteto Mayor, una orquesta fundada en 1973 que recorrió más de 800 ciudades del mundo.

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