Ian Spelling | The New York Times
El muñeco de Harvey Pekar está junto a la ventana, meneando su diminuta cabeza y mirando fijo a Paul Giamatti, quien no le presta atención alguna... ¿por qué hacerlo?
Ver a Pekar —una figura de culto reverenciada por sus crónicas de la vida cotidiana, los cómics autobiográficos American Splendor— no perturba a Giamatti. El actor no sólo encarna a Pekar en el film Esplendor americano (que se estrena el próximo viernes en Montevideo), sino que además comparte escenas con el propio Pekar, quien también se encarnó a sí mismo.
"Cuando el modelo original está en la película, la cosa es mucho más difícil", dice Giamatti mientras se arrellana en un sillón del hotel Regency, de Manhattan. "Ese era el desafío. Parte de lo que me interesó de este film fue tener que imitar a alguien y causar cierta impresión, algo que nunca antes había hecho".
Giamatti no se parece mucho a Pekar —en persona es más joven, más delgado y menos imponente—, pero en el film evoca lo suficiente su apariencia como para lograr que su transformación resulte convincente. El actor dice que no se esforzó mucho en los detalles físicos, sino que más bien procuró captar la esencia de su personaje.
PESONALIDAD. "Harvey es deliberadamente poco atractivo en muchos aspectos, y yo tuve que captar eso de él" —dice Giamatti—. "Pero tampoco quería pasar por alto que debajo de todo eso hay un tipo amable".
Se rumorea que la descripción le cabe al propio Giamatti. El actor —conocido por sus actuaciones en Partes privadas (1997), El mundo de Andy (1999) y El planeta de los simios (2001)—suelta una risita. "Soy mucho más misántropo", explica. "A él le gusta la gente hasta un grado aterrador. A pesar de lo dedicado que está a la autoexploración, también le interesa terriblemente el resto de la gente. Yo siento más bien que los demás apestan."
El matrimonio de guionistas y directores que forman Robert Pulcini y Shari Springer Berman estructuró Esplendor americano de manera imaginativa: hay una narración convencional, donde Giamatti encarna a Pekar y Hope Davis a su no menos neurótica esposa, la artista de cómics Joyce Brabner. Hay clips reales, como el que muestra a un Pekar más joven en el show de David Letterman durante la década del 80. Para no mencionar un Pekar animado, y el verdadero Pekar, más viejo, como respaldo. Giamatti consiguió un protagónico en un film muy seductor, que ya ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Sundance en 2003.
"En primer lugar, lo que más deseo es que la gente sepa quién es Harvey y se interese por él y por lo que hace", dice Giamatti. "Quiero que la gente se entretenga. Es una película rara y divertida. Aunque parezca un clisé, de veras es interesante, porque muestra que no hay nada que sea común y corriente en realidad. Hay mucha gente que describe a Harvey como una persona común y corriente, y no lo es en absoluto".
Con esas palabras, Giamatti extiende la mano y se despide. Pero Pekar, deseoso de decir algunas palabras sobre él mismo, ocupa el sillón que el actor ha dejado vacío. Pekar ha visto Esplendor americano, y el film le parece muy bueno.
MODELO. "Esperaba que hicieran algo técnicamente bueno e inspirado", dice, "pero me encontré con algo mejor de lo que esperaba, porque también se trata de un film innovador. Estoy muy complacido. No veo demasiada diferencia entre un cómic y un film. En el film se trabaja con la palabra dicha, y en el cómic, con la palabra escrita. Se trabaja con cuadros vivos en vez de fijos, de modo que, en lo que a mí respecta, el film es una muy buena variación del libro".
Si el film entrara en el circuito de cine arte, como Jinete de ballenas (2002) y Jugando con el destino (2002), podría resultar bastante taquillero. También podría llevar a los espectadores intrigados por la saga de Pekar al material original... sus cómics.
"Es lo que espero que ocurra", dice Pekar, agregando que el film ya le ha proporcionado algunos buenos contactos. "Creo que los cómics son muy innovadores, por diferentes razones. Para empezar, porque puse mucho énfasis en los hechos cotidianos. Muchas historias no tienen chistes. Trabajé con un material diferente del que utilizan casi todos los cómics".
A Pekar le parece que el cómic ha sido usado de manera muy restringida, y ha tratado de expandir su campo de acción. Sostiene que su intención fue plantear situaciones realistas extraidas de la experiencia de todos los días. "La vida es eso", agrega.
Pekar rezonga que algunos de los guionistas de cómic que se inspiraron en él ganan mucho más dinero del que él ha conseguido nunca. Pero —se le señala— nadie hizo un film sobre ellos ni fueron encarnados por Paul Giamatti, ni actuaron junto al actor haciendo de ellos mismos.
"Creo que Paul es magnífico, excelente", dice Pekar. "Para mí fue fácil no molestarlo. El les dirá que no lo molesté para nada. Lo respeté y le dejé hacer lo que quería, y todo salió bien. Me divirtió estar allí. Durante mucho tiempo he sido un comediante callejero. Disfruto mucho ir adelante y hacer reír a la gente".
CONTINUIDADES. Pekar sigue casado con Brabner y sigue viviendo en Cleveland. Cuando no está escribiendo guiones de cómic, lee, escucha jazz o compone música y escribe reseñas bibliográficas. También ha pasado tiempo dedicándose a superar problemas de salud, incluyendo un linfoma.
Y, sí, sigue siendo un gruñón.
"No creo ser tan misántropo como dicen", protesta modestamente. "Ni tampoco estoy a la altura de mi fama de cascarrabias".
En ese momento, Pekar observa el muñequito con su imagen, que se le parece mucho. ¿Eso junto con el film y el interés que seguramente provocará podrían costarle su status de figura de culto? "No me preocupa mucho", dice, señalando el muñequito. "No me altera, sabía que esas cosas podían ocurrir, y estoy preparado, No me han pedido nada demasiado indignante. No creo que pueda venderme tanto, especialmente en lo que escribo. Sólo puedo escribir de una manera: simple y directa".