"Soy expresionista: lo mío siempre es exagerado". Esa sentencia de Cabral a principios de este año, adquirió desde el sábado una dimensión cruelmente paradójica, Murió bajo una balacera que, según los investigadores, no estaba destinada a él.
En la entrevista que dio al diario Clarín con motivo de su regreso a los escenarios porteños tras dos años de ausencia, Cabral se explayó sobre el significado de ser expresionista. "Enriquezco lo que puedo porque mi vida es exagerada", decía en un pasaje. Así que cuando llegó a Montevideo el 28 de mayo, seis días después de haber cumplido los 74 años de edad, no podía llamar demasiado la atención el nombre de su nuevo espectáculo: Terriblemente solo, maravillosamente libre. Quien subía al escenario era él, el protagonista de las historias era él, el intérprete musical era él, el narrador también era él. Y siguiendo con las muchas batallas de su existencia, volvía a los shows en el primer respiro que el tratamiento de un cáncer de páncreas le había dado. Por eso algunos de sus amigos cuando se enteraron de su asesinato, no podían creer que estuviera en Guatemala, de donde pensaba marcharse hacia Nicaragua.
Pero su último espectáculo tenía una variante con respecto a los que había realizado en esa gira gigantesca que como artista había iniciado el 1 de enero de 1960. Estaba centrada sobre un hombre profundamente religioso porque, decía, Dios con él había sido "exageradamente generoso" y necesitaba manifestar su agradecimiento cuando estaba "cerquita del cambio de estadía". Convencido de que esa perspectiva religiosa le quitaba a su propuesta los atractivos que habitualmente tienen los espectáculos, para su estreno porteño decidió convocar a algunos amigos que no eran cantantes. Después se largó solo a recorrer el mundo.
De esta manera volvió a leer su vida con otros énfasis aunque todo arrancara de nuevo en una infancia de miserias, con abandono paterno incluido y con la ida a Buenos Aires para pedirle a Perón un trabajo para su madre que debía mantener a seis hijos. Tenía apenas 9 años. La historia que siguió fue igualmente dura: el viaje hacia Tandil, la madre que prefería decirles que eran turistas por mucho tiempo antes que definirlos como abandonados, los ataques de violencia de Facundo, la fuga de la casa materna, el reformatorio y el encuentro con un cura jesuita que a los 14 años comenzó a sacarlo del analfabetismo hasta que volvió a escaparse. Si el cura fue un primer acercamiento a la fe cristiana, el mendigo Simón fue el determinante al llamarlo Príncipe y explicarle que era hijo de un Rey (Dios), repitiéndole palabra a palabra el Sermón de la Montaña.
PRINCIPIOS. Fue entonces cuando hizo de su propia palabra el instrumento de trabajo. Cuando descubrió la guitarra y pudo componer, significativamente su primera obra fue una canción de cuna (Vuele bajo) que siguió interpretando hasta ahora como parte de su prédica: "vuele bajo porque abajo está la verdad/Esto es algo que los hombres no aprenden jamás". Si el primer intento como artista lo llevó a cambiar su nombre por el de Indio Gasparino, los reveses lo convencieron de que era Facundo Cabral. Así empezó a abrirse un espacio en el ambiente, atrincherado sobre todo en la enorme facilidad que tenía para contar historias e ir desgranando pensamientos que fueron alimentando los veintidós libros que publicó.
Hizo capital de la amistad con grandes intelectuales y artistas. Su mundo empezó a estar poblado por Aníbal Troilo, Astor Piazzola, el Polaco Goyeneche, Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui, Jorge Luis Borges, Leonardo Favio. Con esa fortuna marchó al exilio en 1976 donde le tocó vivir una segunda tragedia, las muertes de su esposa y la hija de un año en un accidente de avión, que pudo superar después de haber compartido las enseñanzas de Krishnamurti. "Me enseñó que la vida no te quita cosas: te libera de cosas".
El gran crédito internacional como artista se lo dio No soy de aquí ni soy de allá, una canción que según Cabral había alcanzado unas 700 versiones en 27 lenguas. Entre ellas, las de Julio Iglesias, Lola Flores y hasta el mismísimo Homero Simpson, en una época en que los homenajes desde las series televisivas no eran para nada frecuentes. A la hora de la despedida es difícil olvidar el espectáculo que hizo con Alberto Cortéz Lo Cortéz no quita lo Cabral, que después generó el disco Cortezías y Cabralidades. En el camino fue sembrando otras tantas grabaciones (Mi vida, Ferrocabral, Facundo secreto, Cabralgando) que seguían certificando que su camino estaba en el relato personal, en la reflexión compartida, en la búsqueda de la comprensión mutua, en el poder extraordinario de la palabra cuando refleja sabiduría, solidaridad y agradecimiento. Fue así que la UNESCO en 1996 decidió designarlo "mensajero de la paz". Fue así también como tanta historia convenció al cineasta vasco Imanol Uribe (La muerte de Mikel, Días contados) para que filmara Camino de libertad, una película que llegará el año próximo como parte del legado de Cabral.
En ese camino, sin izquierdas ni derechas, se mantenía aunque las enfermedades le habían impuesto limitaciones severas. Vivía desde hace años en un apart hotel, donde sostenía haber encontrado plenitud en la soledad. Veía muy poco y no podía abandonar el bastón, mientras pensaba cómo seguir sacándole partido a la vida. Es que desde siempre se repetía una pregunta que alguna vez se formuló el gran Macedonio Fernández. "¿Quién cree que es esa entrometida, la realidad, para arruinarme la vida?"
El adiós: Su última actuación en Uruguay fue el 28 de mayo en el teatro Metro.
Éxito: Después de "No soy de aquí ni soy de allá" tuvo cuatro años de gira con Cortéz.
ONU participa de investigación del crimen
La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatamela (Cicig), que trabaja en el país centroamericano por mandato de Naciones Unidas desde 2007, participará de la investigación del asesinato de Facundo Cabral, en coordinación con la Fiscalía guatemalteca.
El vocero de la Policía, Wilber Quintallina, indicó a AFP, que "hay avances en las investigaciones, pero por tratarse de un caso de alto impacto, la información se mantiene en reserva".
Mientras se realiza la indagatoria, numerosas figuras del ámbito de la música evocaron la trayectoria de Cabral. "Se fue el último caminante", decía Jairo que grabó varios de sus temas. "Cuando lo supe, no podía creerlo, estoy conmovido, estupefacto", agregó. "Era un artista singular porque no había nadie que hiciera lo que él hacía. Era un tipo generoso, ávido de conocer lugares, su pasión más grande era ser caminante, representaba más que nadie un mundo sin fronteras, libre", resumió.
Alberto Cortéz, que estuvo cuatro años de gira junto a Cabral, prefirió recordarlo por su enorme sentido del humor. "Facundo era un tipo con un humor extraordinario. Fue un gran amigo con una especial calidad y capacidad para transmitir su misticismo a la gente", dijo Cortéz desde Madrid. "Desde el punto de vista humano se pierde un buen tipo pero además a un artista que aportó una cosa diferente a la música argentina".
Otro tanto agregó Tarragó Ros, quien lo describió como "esos tipos irreverentes que hacen esas cosas que vos siempre soñaste hacer y que no harás jamás. Él no tenía casa propia porque no quería, vivía en hoteles porque decía que si no `te llenás de cosas`".
El cubano Silvio Rodríguez expresó se consternación a través de su blog, recordando una canción de Cabral, en tanto el chileno Ángel Parra habló desde París.
Manifestantes en la Plaza de la Constitución de Guatemala pidieron disculpas por el asesinato. A su vez, el cantante más famoso del país, Ricardo Arjona, dijo que nadie merece una muerte así Ricardo Arjona, y que "como guatemalteco lamento profundamente el impacto que esta noticia genera ante la opinión internacional".