CARLOS REYES
"Esperando la carroza" es una obra cargada de sentido, tanto por la fuerza del texto como por las circunstancias en que se dieron sus diversas versiones. Desde hoy se presenta en el Anglo una nueva mirada sobre este clásico del teatro uruguayo.
Escrita por Jacobo Langsner, esta comedia con tonos de grotesco nació al comenzar la décadas del `60 como una dura y divertida radiografía de una familia de clase media uruguaya. Dado que su sentido mordaz y su humor negro coinciden con el espíritu de la compañía Italia Fausta, ésta la eligió para festejar su 20° temporada.
"Esperando la carroza -contó su director Omar Varela a El País- es como un himno rioplatense, una obra de culto: en Buenos Aires la gente habla con frases de la película. Nosotros sabíamos cuando nos metíamos en esto que era terreno escabroso, porque mucha gente seguramente recuerde grandes versiones anteriores, tanto la del Circular como la película".
"Esta puesta, sin embargo, la vamos a hacer con el texto completo, algo que no hizo el Circular, y para apartarnos de lo anterior apretamos mucho más el pedal en relación a lo que habíamos visto antes. Creo que quedó más grotesca, desbordada, pero totalmente creíble. Desbordada sobre todo con excesos visuales".
Según el director, el humor macabro y el aguijón satírico son dos elementos claves de esta pieza, "donde una presunta muerta, con velorio incluido, motiva la trama de la obra", en la que destaca "la intuición del autor para hacer correr un diálogo natural de réplicas fluidas".
"Salvo que hoy los velorios ya no se hacen en las casas -sigue Varela- , el resto tiene total vigencia. Todos hemos pasado en algún momento por tener que estar al cuidado de alguna persona mayor, y me parece que el sentido fundamental de Esperando... tiene que ver con mostrar que la vejez es terrible, y que suele ir acompañada de una gran soledad".
El director señala que la puesta no admite grandes despliegues escénicos, pero que por contrapartida han trabajado en profundidad los perfiles de los distintos personajes. "En realidad Mamá Cora no es la protagonista, puesto que aparece en unas pocas escenas. Porque todo gira en torno a ella, pero los protagonistas son las parejas que la rodean".
El elenco lo integran Graciela Rodríguez, Daniel Bérgolo, Virginia Rodríguez, Juan Antonio Saraví, Marta Laino (como Mamá Cora), Hugo Giachino, Rosita Freiría, María Laura Castro, Norma Salvo y Florencia Sacco, con vestuario de Nelson Mancebo. Las funciones son viernes y sábados a las 21 hs y los domingos 19 hs.
Varela prepara otras obras para este año: El reino de Rada, un espectáculo para niños que irá en la Sala Teatro Movie-Center, y Cabaret, en la Alianza Uruguay-Estados Unidos junto a Nacho Cardozo. También hará El beso en el asfalto, Nelson Rodrigues, puesto que considera que tiene que haber un autor brasileño en este año de festejos. Además, luego de su reciente éxito en el Maipo con El mejor país del mundo, baraja un par de títulos para hacer el año próximo en Buenos Aires: Fue mi culpa, lo hice por amor, y La visita de la vieja dama, de Dürrenmatt.
Historia de un fracaso que luego fue un éxito
En 1962 la Comedia Nacional estrenó Esperando la carroza, donde Sergio Otermin dirigía a un elenco integrado por Dumas Lerena, Elena Zuasti, Sancho Gracia, Adhemar Rubbo y Mario Morgan, entre otros, y con el papel de Mamá Cora a cargo de Blanca Abirad.
La puesta fue muy resistida por parte del público: muchos sostienen que tanto humor negro no fue bien digerido por una platea que no estaba acostumbrada a ese tono. Según el crítico Gerardo Fernández, la pieza fue "subestimada flagrantemente con ocasión de su estreno".
Cuando el Teatro Circular estrenó su versión el 9 de noviembre de 1974, bajo dirección de Jorge Curi, el país era otro y el público estaba más dispuesto hacia el gran texto de Langsner.
Aquel montaje, con ambientación escénica de Ismael Baillo, contó entre sus actores a Walter Reyno, Nidia Telles, Isabel Legarra, Gloria Demassi, Juan Graña, Susana Castro y Amalia Lons, también a cargo del vestuario. Del éxito de público de esa puesta en escena, las cifras hablan claramente: la obra se mantuvo en cartel hasta 1979, dando en la pequeña Sala Uno del Circular unas 600 funciones para más de 70 mil espectadores.