"Es un don hacer reír a la gente"

 20101208 569x400

Esta noche la longeva y legendaria China Zorrilla sube al escenario del Teatro Stella para hacer "Las d´enfrente", una comedia costumbrista que presenta en carácter de teatro leído.

Siempre dispuesta a volver, China reaparece una vez más en el Teatro Stella, donde desde esta noche y hasta el sábado hará Las d`enfrente, una obra costumbrista escrita un siglo atrás por Federico Mertens. Con dirección de Santiago Doria y elenco integrado por Julio López, Fito Yanelli, Marisol Otero, Marikena Riera, Laura Palmucci, Emanuel Biaggini y Paula Villanustre. El espectáculo irá hoy, mañana y el sábado, siempre a las 21 horas. Las entradas están a la venta en la propia sala, desde las 16 horas. La cita es en Mercedes y Tristán Narvaja y las localidades valen $ 500, $ 600 y $ 700. En una amable charla con El País, Zorrilla habló sobre esa obra, la política, el teatro, el humor, la vejez y de sus planes para el verano.

Carlos Reyes

-Es curioso que hagan un texto de Mertens, un autor poco representado hoy.

-Para mí también era novedad, nunca había leído esta obra. Cuando me dijeron de hacer Las d´enfrente, yo dije `¿qué es eso?`, y me dijeron que era como decir Romeo y Julieta. Yo no la conocía, pero cuando la leí, me divirtió: pasa en la casa de un barrio pobre, donde las de enfrente son un poquito más ricas que ellos, y eso hace que se mueran de envidia. Cuando uno lee una obra, aunque sea mayor o menor, te das cuenta que el texto es bueno cuando te metés en la obra, y querés saber cómo termina. Eso pasa porque está bien escrita. Quizá no tenga un gran valor literario, quizá no se estudie mucho en las clases de literatura, pero está bien tramada la historia.

-¿Cuál es el mayor desafío al llevarla a escena?

-Lo más difícil de hacer es lo coloquial: donde nadie se muere, no hay grandes amores, donde ocurren las cosas de todos los días. Es la cotidianidad, y si está bien hecho, es más creíble. Este es un grupo de actores que lo divertido es que no ha trabajado junto nunca: nos conocemos porque en Buenos Aires nos conocemos todos. Es como un juego, nosotros nos divertimos, somos todos actores que hemos hecho todos 50 obras, y nos tomó de sorpresa esto. Y nos empezó a divertir a todos, y la venimos haciendo por todas partes.

-¿Cómo funciona el hecho que sea teatro leído?

-Cuando alguien habló de teatro leído, yo dije, `qué aburrido`. Pero cuando salimos por los barrios, vimos que la gente se prendía en esta historia, aunque nos vieran sentados con el libro en la mano. Porque si el público está divertido, se olvida que el galán tiene barriga y mide un metro y medio, y ella es fea. Te creés los personajes: ahí te das cuenta que en teatro, si está bien escrito, podés contar lo que sea.

-¿Qué cree que es lo más bravo de hacer reír?

-La naturalidad, que es muy exigente. Porque lo peor que podés hacer es estar haciéndote el gracioso, no se ríe nadie. Es un don hacer reír a la gente, como Chaplin, que durante años hizo reír a generaciones. Yo soy actriz cómica y me divierte hacer reír, y sé que lo hago bien, porque lo he hecho muchas veces. Y me considero una actriz que puede hacer reír sin el recurso barato de poner cara cuando hacés el chiste. Lo mejor es dejarlo caer, y que vayan a buscarlo si quieren. Porque uno a veces tiene que estar muy serio para que la gente se ría.

-¿Qué le parece Mujica?

-¿El presidente de acá? Me gusta, no me preguntes por qué. Me gusta porque aunque parece un personaje compuesto para una obra de teatro, creo que es así: es un personaje, absolutamente. Yo prefiero, hasta las últimas consecuencias, creer en la gente.

-¿A Cristina Kirchner la ha tratado?

-Con Cristina me pasó una cosa muy graciosa. Un día estaba en casa y no sé qué sobrina me dijo, `China, qué país éste, que tiene una presidenta`. Yo le dije que la conocía y ella me pidió que la llamara, que quería conocerla. Y yo, que no sé por qué tengo el teléfono de la Casa Rosada, la llamo, y atiende ella. `¡China, qué sorpresa!`, me dice, y yo pensando, qué le invento. No le iba a decir, `te llamé porque tengo una sobrina que le dije que te conocía y no me creyó`. Y me dice, `Mirá, venite un día a casa y tomamos el té con masitas`. Y yo no me animé, porque me pareció que tenía que decirle, `mirá, te llamé porque tengo una sobrina que tenía ganas de conocerte`. Ella tiene ese encanto.

-¿Cómo la ve luego de la muerte del marido?

-Ahora en Argentina hay una especie de bronca, de tener en este momento del mundo, el más complicado de la historia, esta mujercita. Yo creo en ella, le tengo fe, pero hay una cosa de machismo argentino, que a esta altura del partido parece chiste. Ella es muy elegantona, muy mona, y cuando habla se cuida porque se da cuenta que la están esperando. Le tengo fe a esta mujer.

-Alguna vez usted ha dicho que quiere volver a vivir en Montevideo.

-Es verdad, pero es difícil. Llevo 30 años en Buenos Aires, tengo un departamento lindo, no es fácil.

-¿Qué es lo peor de la vejez?

-Podría escribir un libro sobre por qué la vejez tiene tan malas notas siempre. Envejecer es darse cuenta que ya no te gustan las mismas cosas de antes, por suerte. Si ahora me invitaran a ir a bailar de noche con un muchacho buen mozo, solamente de decirlo me aburre. A veces pienso, `qué suerte que no tengo que explicarle a nadie que tengo ganas de irme a dormir`. Me voy a dormir porque tengo sueño y se acabó. Envejecer es ir acostumbrándose a cosas que hace un tiempo te parecían un opio. Y no querer cosas que antes querías hacer. Está bien hecho: el director de esta puesta en escena sabía lo que hacía.

-Después de estas tres funciones se vuelve a Buenos Aires.

-Sí, y en verano se está hablando de llevarla a Mar del Plata. Ahí la competencia es terrible: nadie se la puede imaginar en términos uruguayos. Esa es una ciudad en la que de golpe se llenan veinte teatros: es tan inmensa. Porque media Argentina veranea allí, y todos tienen ganas de reírse. Y ahí están los maestros, como Alcón, o Francella. Alcón, que es el drama mismo, el protagonista de todas las cosas dramáticas que se han escrito, y te morís de risa con él. Yo decía, `qué raro que Alcón haga reír a la gente`, pero un buen actor, tiene que poder hacerlo. Y aunque su especialidad es lo otro, lo que ha hecho toda la vida, yo nunca me reí más que viendo a Alcón en una obra cómica. Y no se lo enseñó nadie: y eso que Alcón es mayor que yo. No: mayor que yo no hay nadie.

-¿Ya tiene planes artísticos para 2011?

-Voy a hacer una confesión: tengo 88 años y me da vergüenza planear cosas para el futuro. Me parece que tendría que decirle al de allá arriba, `dejame al menos que me los imagine`.

Anécdotas de un mundo de ochenta años atrás

"Mi abuelo siempre decía que yo iba a ser actriz, y mis tías le decían, `papá, no le pongas cosas en la cabeza a esta chica`, porque era como si dijera que iba a ser prostituta. Y aunque él nunca me vio arriba de un escenario, cada vez que subo a escena pienso si no estoy dejando mal parado mi apellido. Incluso me detiene en algunos proyectos pensar que me llamo Zorrilla. Porque todo el mundo sabe quién fue mi abuelo: lo enseñan en historia", dice la actriz, quien sin embargo reconoce que fue por vía de su abuelo materno que más se acercó al teatro. "Mis abuelos maternos, los Muñoz, cuando yo era chica, colgaban un cartel, `Festival de China`, y todos los tíos, los primos, los mucamos, iban a ver lo que yo hacía. Mi madre me ponía un par de flores en la cabeza, y hacíamos sketches familiares, donde yo hacía de mi abuela, un primo hacía de mi abuelo, y le tomábamos el pelo a los viejos. Nunca me olvidaré que un día escuché que había alguien llorando, y pregunté qué pasaba, y me entero que había que dejar la casa: mi abuelo se había arruinado. Y nos fuimos todos de esa casa. Nunca me olvidaré lo que fue dejar una casa, donde era tan fácil hacer teatro. Me acuerdo que los mucamos le dijeron, `mire señor, usted ha sido tan generoso, que hemos podido juntar un dinero, y como usted está en problemas, le podemos prestar`".

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar