Entre la religión y la vida misma

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CINE | CARLOS REYES

Ficha

Israel/Canadá/Alemania/Francia 2011. Título original: Mabul. Dirección: Guy Nattiv. Libreto: Noa Herman-Herzberg, Guy Nattiv. Fotografía: Philippe Lavalette. Música: Patrick Watson. Actores: Ronit Elkabetz, Tzahi Grad, Yoav Rotman, Michael Moshonov, Noa Barkai.

Una película que puede demandar paciencia, especialmente por lo lento de algunas de sus escenas, y por lo que puede demorar el espectador en involucrarse en la trama. Pero una vez instalado en la ficción, cierto sector del público seguramente disfrutará de esta historia dura y entrañable. El protagonista es un chico judío próximo a los 13 años, que se prepara para su Bar Mitzva en medio de un clima lleno de complicaciones.

Ese es uno de los aciertos del director Guy Nattiv, quien de alguna manera coteja los aspectos éticos de la religión, con el día a día de un preadolescente con una familia difícil. Y los personajes son bastante creíbles, principalmente ese jovencito que ve sumar inconvenientes a su vida hasta que parece descubrir que en ellos también puede haber un camino.

La presencia de un hermano autista de 17 años de edad, que irrumpe en el hogar, potencia todo ese mundo de contrastes, hasta un emotivo final, en el que confluyen los distintos aspectos del argumento. La libertad con que se mueven las cámaras, y el trazado de los personajes, están entre las conquistas más claras de este filme, que tiene imágenes muy potentes. El joven autista, como perdido en su mundo, enclavado en el medio de una enorme avícola, rodeado de miles de pollos, es una de las imágenes que seguramente el espectador recordará, tal vez no con agrado, pero sí con interés e inquietud.

La banda sonora presenta sorpresas de todo tipo, incluyendo ruidos insólitos de cosas que pasan fuera de cámaras, muy ilustrativos. El vínculo entre los dos hermanos, y cómo se va estableciendo una comunicación creciente entre ambos, apoyada en detalles mínimos y emotivos.