GUILLERMO ZAPIOLA
Siete novelas y dos relatos más breves en un único volumen lo vuelven inevitablemente, bueno, voluminoso. El "Todo Marlowe" de la editorial española RBA, que acaba de llegar a librerías uruguayas, tiene casi mil cuatrocientas páginas.
Convendría aclarar que se trata de "todo" el Marlowe de Raymond Chandler, porque el detective privado de ficción más famoso del mundo luego de Sherlock Holmes tuvo, al margen de la obra de su creador, una vida propia: la evidencia consta en el volumen Cuentos de Marlowe, editado por Emecé, que reunía relatos que otros varios autores escribieron con Philip Marlowe como protagonista.
Una vuelta a las fuentes, entonces, y con un buen pretexto (aunque cualquier pretexto es bueno para releer a Raymond Chandler). La edición de Todo Marlowe fue planeada en el 2009 para conmemorar dos fechas: los cincuenta años de la muerte de Chandler (26 de marzo de 1959) y los setenta y cinco del nacimiento de su personaje más célebre, en el relato El confidente. A ese cuento, que aparece recogido en el volumen, pertenece un diálogo en que Marlowe ya se autodefine, completo y maduro. Alguien le dice: "Creo que es usted un poli, un poli listo". Y él responde: "No, soy detective. Y no demasiado listo. No se deje engañar por mi cara de astuto. Es cosa de familia".
Solo aparentemente cínico, desencantado, básicamente honesto en un mundo donde la honestidad no abunda, Marlowe deambula a través de un Los Angeles poblado de perdedores, marginales, poderosos corruptos y policías ídem obsesionados por la ambición o el dinero, como una suerte de romántico Quijote que cree en una sola causa: jugarle limpio a su cliente y (acaso) ejercer una manera de la justicia que no siempre es la que determina la ley.
Más que las intrigas, a menudo un tanto repetitivas y luego repetidas por otros (no en vano Chandler respetaba particularmente a Erle Stanley Gardner, un autor de prosa mucho más pobre que la suya pero con una imaginación para la creación de enigmas que él no tenía), lo que importa en nuestro autor es la descripción de ambientes y personajes, la inteligencia del diálogo (cargado de un humor sarcástico y a menudo demoledor) y la creación de un héroe (o antihéroe) perdurable. Ha tenido buenos discípulos (Ross MacDonald, el más reciente Michael Connelly), pero todavía no hay quien se le compare.
Tener a "todo Marlowe" en un solo libro puede servir para valorar globalmente la obra de Chandler, advertir sus altibajos y apreciar sin reservas sus culminaciones. La presente edición arranca con la primera novela de Marlowe, la todavía imperfecta y algo confusa El sueño eterno (1939), continúa con el primer logro redondo de la serie (la espléndida Adiós, muñeca, 1940), confirma el nivel de considerable calidad de La ventana alta (1942), La dama del lago (1943, cuyo inconveniente es que su truco central se lo copiarían veinte veces) y La hermana pequeña (1949), permite recuperar la absoluta perfección de El largo adiós (1954, que no es solamente la menor novela negra que se haya escrito nunca sino también una de las grandes novelas norteamericanas del siglo XX, a secas) y resbala un tanto en Playback, la última novela que Chandler completó y en la que se comienza a advertir ya cierto agotamiento.
El libro contiene también el cuento en el que Marlowe nació (El confidente) y la `nouvelle` con la que el autor se despidió de él (El lápiz), publicada luego de su muerte. No está, en cambio, Poodle Springs, su novela inconclusa, terminada (hay que reconocer que con cierto ingenio) por su admirador Robert Parker, el creador del detective Spenser. El conjunto constituye un verdadero `must` para los aficionados a la novela negra, y especialmente para los admiradores del más grande de los grandes del género.