El retorno del culto a Teto Medina

MATÍAS CASTRO

La Farándula

Muchos teléfonos sonaron en Montevideo el lunes por la noche y muchos mensajes de texto corrieron. El anuncio era presuroso: Teto Medina estaba cantando y luego bailaría en Showmatch. Regresó a la televisión masiva sustituyendo a Matías Alé en Bailando por un sueño. Nadie lo esperaba, en realidad, pero todos lo festejaron. Es que con este personaje de la televisión argentina ocurre algo muy particular: no queda muy claro si debe ser ubicado o no como un integrante de la farándula porteña, como un figuretti o simplemente como una figura cómica.

Hay quienes han dicho que es el David Hasselhoff del Río de la Plata. Tan risible es muchas veces su figura mediática. Sin embargo, lo más cercano que ha pasado de las mieles del éxito es su participación en Videomatch, hace más de quince años. En su carrera no hay un Baywatch o un Auto Fantástico, series que son recordadas aunque no precisamente por su calidad.

Lo que se produjo el lunes por la noche fue digno de antología. En el mismo cuadro aparecían Matías Alé, con su tradicional aceleración, pintado de moreno y con un jopo arrollador, y a su lado el mismísimo Marcelo Teto Medina. Dos potencias se saludaban y el público los aplaudía. Gran parte del público se preguntaba cuál era el motivo de festejo, mientras las voces en off de los locutores del programa le decían al Teto "Genio", "Grande". No se entendía mucho si el asunto tenía algo de lógica, pero era risible.

De alguna manera este conductor, cantante y figura omnipresente ha logrado convertirse en una especie de mito rioplatense. Conduciendo programas desconocidos en canales de cable, pero siempre manteniéndose presente en eventos y fiestas, y documentando eso mismo a través de su sitio web, Teto Medina ha creado un culto a sí mismo, que explotó el lunes por la noche.

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