GUILLERMO ZAPIOLA
Los temas del amor y el paso del tiempo (y lo que éste le hace a aquél) recorren "Los tiempos cambian", película protagonizada por Gerard Dépardieu y Catherine Deneuve, dirigida por André Téchiné, que ha sido editada en DVD.
Treinta años antes, entre los entonces jóvenes protagonistas se desenvolvió un amor que luego de deshizo. Al comenzar la película, el personaje de Dépardieu es presentado como un ejecutivo exitoso e hiperactivo, que se ha encerrado en su trabajo y mantiene a distancia al resto de la humanidad. Perdida aquella mujer que amó (Deneuve), ha elegido la soledad.
Todo se actualiza cuando el personaje llega al puerto de Tánger para supervisar la construcción de un centro audiovisual. De hecho, el trabajo es esta vez un pretexto: la verdadera razón de su tránsito es la búsqueda de su amor perdido.
El reencuentro saca a relucir algunas disfunciones. Puede sospecharse desde el principio que Deneuve (ahora casada y con hijos) no ha dejado de amar, o por lo menos no ha olvidado a aquel hombre de su juventud, pero la mujer enfrenta algunos conflictos más inmediatos. Parece haber problemas en su matrimonio con un médico más joven que ella (Gilbert Melki), y la llegada desde París del hijo de la pareja (Malik Zidi) con una flamante esposa marroquí Lubna Azabal, la protagonista de Incendies de Denis Villeneuve, actualmente en cartelera) solo sirve para aumentar las tensiones: también saldrá a relucir una antigua relación "gay" del hijo con un amigo (Nadem Rachati), y un conflicto de su esposa con una hermana melliza a la que no quiere ver. Por si no hubiera suficientes complicaciones, el pretexto anecdótico para reunir a los personajes agrega otra: el accidente sufrido por Dépardieu, que requiere la intervención profesional del marido de Deneuve y junta a esos dos potenciales rivales en el amor de la protagonista.
Sobre ese esquema básico, el director André Techiné (Recuerdos de Francia, 1974; Las hermanas Bronté, 1979; El engaño, 1976; Secretos de amor, 1981; Apasionados, 1985; Toda una mujer, 1986; Mi estación preferida, 1993; Los ladrones, 1996; Lejos del mundo, 2003) arma una reflexión sobre las contradicciones de gente que acaso preferiría que el pasado se hubiera quedado en su sitio en lugar de irrumpir, conflictivamente, en el presente. El personaje de Deneuve, sobre todo, se verá escindido entre la (acaso) idealización de un amor que quedó atrás, y el inevitable desgaste de una convivencia real de veinte años.
Cada uno de los personajes tiene sus lugares oscuros, sus flaquezas y debilidades, sus elementos de traición o padecimiento emocional, explorados con cierta fineza por el guión de Laurent Guyot y Pascal Bonitzer. Alguien ha observado con razón que la elección de Tánger como marco físico para la acción no es casual: ese lugar del Norte de África funciona como comentario o complemento de la historia contada. Hay una clara intención metafórica, sin duda, en el dato de que el centro audiovisual que Dépardieu va a construir se levante en un terreno inadecuado y frágil, y que todo el proyecto padezca de un atraso que no se sabe bien si se podrá superar. Tampoco es casual que la esposa marroquí tenga una hermana gemela con la que se lleva mal: esa divergencia entre iguales alude sin gritarlo al conflicto de una sociedad dividida entre las tradiciones musulmanas y la modernidad. Hay más de lo que puede aparecer a primera vista en la historia de Los tiempos cambian, y tiene que ver con las relaciones y choques de culturas, los sentimientos encontrados, el amor.
Visualmente esmerada (el diseño de producción suele funcionar como mudo comentario de lo que se cuenta), dramáticamente despareja pero a menudo eficaz, la película funciona sobre todo gracias a su elenco. Están bien los secundarios, pero el eje son naturalmente Deneuve y Dépardieu, y Techiné se juega a fondo con ellos. El resultado justifica algo más que un vistazo.