CARLOS REYES
El más reciente trabajo cinematográfico del argentino Marcelo Piñeyro, que se estrena en Uruguay el viernes próximo, llega con doble expectativa. Porque a la trayectoria de este cineasta, autor de éxitos como Tango feroz, Caballos salvajes y Cenizas del paraíso, se suma la curiosidad que despierta conocer la versión en cine de una pieza teatral que está siendo un suceso de público en todo el mundo, Montevideo incluido.
Es El método Grönholm, del catalán Jordi Galcerán, que viene convocando un millar de espectadores semanales a la Sala Teatro del MovieCenter, y que ahora también llega a los cines locales, bajo dirección de Piñeyro y con elenco encabezado por Pablo Echarri, Eduard Fernández y Carmelo Gómez.
Si bien la película y la pieza teatral abordan el mismo tema (ambas tratan de los perversos mecanismos de selección de personal), Piñeyro afirma que el filme y la obra de teatro son muy distintas, por lo que el público teatral "no va a ver la repetición de lo que vio, sino un desarrollo dramático a partir de un mismo concepto, pero con diferentes personajes y situaciones. Creo que lo que cuenta una y otra son dos cosas diferentes."
-¿Cree que el éxito de la obra de teatro en Montevideo ayudará a la película o le quitará público?
-La verdad es que es muy difícil saber si eso le ha hecho bien o mal a la carrera comercial de la película. Tengo la sensación de que el público de cine y de teatro son distintos, o sea que no sé si la obra teatral le abrió camino a esta película. Creo que eso es inmedible. La película, con muy buen elenco, y muy bien acompañada por la crítica, ha tenido un camino importante en festivales. Esas cosas son las que van a pesar, más que cómo respondió el público de teatro.
-¿Cómo fue la adaptación?
-Yo leí la pieza teatral, que me la mandó mi agente europeo, y me pareció que iluminaba una cosa que yo sabía que existía pero que jamás me había detenido, que eran los procesos de selección de personal que hacen las multinacionales. Me pareció que sintetizaba algo de la sociedad contemporánea, que de pronto no estaba demasiado contado. Pero la obra de teatro es una comedia de situaciones muy efectiva, con un final sorpresivo, y nosotros nos pusimos a investigar para hacer un trabajo más nuestro. Investigamos, hicimos cinco a seis guiones, porque lo que queríamos era como sacar una polaroid de determinados comportamientos de la sociedad de hoy. Y recién cuando íbamos como por el tercer guión se nos apareció la idea de que todo eso sucede cuando se produce un hipotético encuentro entre las jerarquías del Banco Mundial y del FMI, con las fuerzas represivas y los grupos antiglobalización enfrentados. Y sentimos que esa tensión era muy descriptiva del mundo de hoy. Recién ahí estuvo la foto completa.
-Ubicar las acciones en medio de una marcha antiglobalización era subrayar el carácter comprometido de la película.
-No sé si comprometido... una palabra que quien sabe Dios qué quiere decir. No creo que esta sea una película comprometida, aunque hay gente que la ve así. Siento que la película no es política, al menos como se ha entendido el cine político hasta no hace demasiado. Por otro lado, la reflexión de El método, más que en propuestas políticas, está centrada en qué nos pasa como personas en determinado marco.
-¿Cómo fue para usted hacer cine en España?
-Muy parecido: no sentí mayor diferencia con Argentina. Allá hay más medios de producción, pero no muchos más. Yo tenía el prejuicio, o el temor, de que me iba a encontrar con una industria más profesionalizada pero quizá con menos pasión. Pero la verdad es que era un prejuicio infundado, porque trabajé con un equipo que se comprometió mucho en lo que hacíamos. Inclusive en el estudio me pasó algo curioso.
Como al principio trabajaba en el estudio básicamente con los actores, les dije a los demás que se fueran a la cafetería hasta el momento en que los necesitáramos. Así pasó los primeros días, y de pronto, al final de la primera semana, miro para arriba y en la parrilla estaban todos los eléctricos mirando lo que estábamos haciendo. Eso me demostró el compromiso que había en todo el equipo. Luego de terminada noté que eso mismo provoca en el público, porque es una película que inyecta deseo de discutir. Y eso está bueno.
-¿Sintió alguna vez ser objeto de prejuicios por ser un director taquillero?
-Si, en algún momento, en la Argentina, no en otros lados, por lo menos que yo me haya dado cuenta. Pero creo que ya eso no pasa. Creo que en algún momento el árbol tapaba al bosque: o sea que lo que las películas provocaban generaba un prejuicio sobre la visión sobre las películas en sí.
-¿Y usted cómo percibe el hecho de ser un director taquillero?
-Para mí es una bendición, pero también es cierto que percibo dos sensaciones. De pronto hay películas que han sido muy taquilleras en Argentina (las últimas han sido más taquilleras en España) pero de pronto las mismas películas han hecho un recorrido de cine arte en Francia, en Italia o Estados Unidos. O sea que en unos países son masivas y en otros muy selectivas. Lo cual me hace confirmar algo que yo suponía: que todo eso es exterior a las películas, que no las determina y que es casi casual. Una película tendrá o no valor en sí misma, y no por lo que puede generar.
-¿Cómo ve hoy "Tango feroz"?
-Como una película que me cambió la vida. Durante mucho tiempo dejé de verla, porque yo no soy de hacer un gran culto a mi personalidad. Pero hace dos años la vi y la sentí muy tensa, muy rígida, que era como yo estaba durante el rodaje. Hoy siento que es una película irregular, hay unas cosas que me gustan más, otras menos. Pero la mayor parte de los que trabajamos en ella era la primera película que hacíamos, y aunque técnicamente tiene algún pasaje que me da vergüenza, creo que establece un vínculo con su audiencia muy potente, que no creo que pueda volver a establecer de nuevo.
-Ese trabajo le abrió un gran camino.
-Sí, pero pasaron muchas cosas antes, porque se estrenó en 1993, y hasta dos semanas antes no nos querían dar sala. Es cierto que eran otros tiempos, en los que se estrenaba muy poco y con poca publicidad, pero recién después de la repercusión que tuvo, con 30 premios internacionales, fue que la gente que no me había querido atender me llamaba para preguntarme qué película tenía ganas de hacer. Pero a mi me había costado mucho trabajo: como seis años había estado tratando de conseguir financiación, golpeando puertas.
-Usted también fue productor ejecutivo de "La historia oficial". ¿Habrá sido una situación difícil?
-Sí, era un riesgo. De hecho, en principio teníamos previsto hacerla de modo clandestino, pero a partir de las Malvinas las cosas se precipitaron, la dictadura cae y terminamos rodando la película en democracia. Recibimos amenazas telefónicas y cosas de ese tipo, tanto que en un momento paramos una semana el rodaje. Incluso tuve que ir a hablar al Servicio de Inteligencia de Estado, donde pasé el peor momento de mi vida, razón por la cual nos dimos cuenta que estábamos muy solos en eso.
-El miedo es un tema constante en sus películas.
-Sí, la dictadura empieza cuando yo tenía 20 años, y la escuela de cine donde estudiaba fue cerrada. Además, yo vivía en La Plata, que era una ciudad muy castigada, y el miedo fue muy fuerte allí.
-En ese punto, películas tan distintas como "Kamchatka" y "El método" se parecen.
-Ambas tratan del miedo, pero son miedos distintos. Desde Tango feroz hasta Kamchatka, en todas mis películas los protagonistas eran claramente tipos que colisionaban con el sistema. Por convicción, por accidente o por lo que fuera, pero cada uno era el relato de una colisión. Cuando arranqué con El método estaba convencido que estaba haciendo una cosa totalmente distinta, y con la peli terminada, no antes, me di cuenta que en realidad también ésta muestra tipos que si bien los mueve el deseo de estar integrados al sistema, o sea de ser parte, ser socios del sistema, en realidad lo que termina contando la película es una nueva colisión, y cómo en realidad estos personajes no forman parte del sistema, sino que es una fantasía que tienen.
Marcelo Piñeyro | Cineasta
"`Tango feroz` establecía un vínculo con el público que no sé si volveré a conseguir"
Película hecha en España con alma de Buenos Aires
Habiendo llevado a las salas más de 600 mil espectadores (cifra equivalente a 3.250.000 euros), El método se ubica en el Paseo de la Castellana, Madrid. Allí, en una sofisticada oficina se dan cita siete aspirantes a un alto puesto ejecutivo, quienes son víctimas de la manipulación de un brutal -y original- proceso de selección de personal. Tras un laberinto de formularios quedan cara a cara los aspirantes, que no tardan en dejar asomar sus personalidades: el agresivo, el triunfador, el inseguro.
Consultado Piñeyro sobre en qué medida esta película se inscribe en el cine argentino, el cineasta afirma: "Estéticamente no sabría definir una estética argentina. Es una película que no rodé en Argentina y que tuvo todo el proceso de realización en España, donde la gente que trabajó conmigo era española, desde los puestos clave hasta los menos. Ahora, creo que todo esto tiene que ver con la identidad de la película, que es como una mirada. Y no siento que esta película tenga una mirada -al menos desde mi lugar- diferente a mis películas anteriores, que describen las calles y la gente en Argentina. Lo que pasa con todas mis películas es que esa identidad era más fuerte, más visible. O sea que si mis películas anteriores tenían esa mirada argentina, esta seguramente también la tiene".
Echarri, galán en Argentina pero no en Europa
"Es la segunda vez -contó a El País Marcelo Piñeyro- que trabajo con Pablo Echarri. Yo lo había visto trabajar y debo confesar que tenía un cierto prejuicio, pero tenía claro lo que precisaba de él para Plata quemada. Pero hubo un punto, en esa película, en el que yo sabía que él sabía más de su personaje que yo, cosa que creo que nunca me había pasado con un actor con respecto a su personaje. Ahora, trabajando nuevamente con él, me encontré con un actor que era muchísimo más que lo que yo creía. Más inteligente, más preparado y con una intuición precisa, muy sabia".
En cuanto a la recepción de Echarri en el medio español, Piñeyro declara. "En España Pablo no es un actor famoso, como es en Argentina. Y en España sí esta película tiene un elenco de actores muy conocidos, algunos muy prestigiosos, otros muy populares, pero todos conocidísimos. Y Pablo es el actor desconocido de la película para el público español, y ha causado una gran sorpresa. Por eso todas las nominaciones que él ha recibido han sido como actor revelación. En el set, sus compañeros de elenco no veían en él la aureola de su fama televisiva, y no tenían tampoco prejuicios sobre él: pero muy pronto lo supieron valorar por su talento, que es lo fundamental".