Los frutos de una temporada de pulsión beatlera y recargada
Si se consigue superar la barrera del prejuicio, la música de Martín Buscaglia funciona en apenas segundos. No importa el tono o el modo del trabajo, sean los cálidos Llevenlé y Plácido Domingo, o los entreveros tropicalistas que Buscaglia fagocita y suelta en El evangelio según mi jardinero y la atmósfera lúdica de Cantacuentos. Todo eso compone y define a Temporada de conejos, un trabajo que suena como lo que el propio autor dice que fue: un envión de ideas en el momento justo. De Temporada... -un disco más amigable con su formato "hombre orquesta" que con el modo banda- salen conejos, ritmos que se apoyan entre el bajo y la batería y experimentos con influencias bizarras a lo Sgt. Pepper como la del director de orquesta y arreglador mexicano ("y amigo de Matt Groening", agrega el artista) Juan García Esquivel. Los coros religiosos también se destacan pero ya no son de góspel y según Buscaglia, el disco tiene el sonido tosco de entrecasa porque está grabado en la favela de Villa Dolores donde vive con amigos, su propia Hitsville. Pero a la vez no escatima en producción: pianos, baterías de variados golpes y mística en las letras. Más tracción a sangre y menos loops es otra manera que tiene para definir un disco cuyo primer desarme en vivo será mañana a la noche.
SEBASTIÁN AUYANET
Como Depeche Mode, Buscaglia puede decir que ahora todo viene en cantidades grandes. Temporada de conejos es eso: más juguetes inquietos y funk picante bajo pianos sesentosos y coros grandilocuentes. Obviamente, esta definición se queda corta.
Pocas cosas alteran la calma veraniega -la primera que avisa que el calor viene para quedarse- en la favela, un bloque pequeño de apartamentos en Villa Dolores al que se entra por un largo pasillo al aire libre. Ahí, como otros músicos-socios como Gustavo Montemurro y Martín Ibarburu, Martín Buscaglia tiene su casa y ahora un estudio que alquila con el baterista.
En el apartamento despintado y venido a menos aterrizó una computadora Mac, varias guitarras y un piano. Primer detalle extraño: a la hora de hacerse las fotos, Buscaglia va primero al piano y se pone a tocar. Fuera de la mesa de control hay una de ping pong sin desplegar, varios tamboriles y dos envases de vinilos: uno de Barry White ("Tengo tanto para dar", avisa el nombre) y otro de Jimi Hendrix (Axis: bold as love). Hay una pila de historietas y revistas de música en una estantería improvisada ("Aprenda guitarra con "The Beatles", promete una) y una frase en portugués pegada a la cabeza de una lámpara de escritorio: "Sólo la antropofagia nos une", del tropicalista Oswald De Andrade. De fondo algo grita con voz nítida: ¡improviseishooooon!". Ya suena Jaula de motos, candombe-funk payado que abre la Temporada de conejos.
"Quería que fuera un disco exuberante, exagerado. Quizá El evangelio según mi jardinero puede parecerlo, pero para mí este lo es mucho más. La parte rítmica y funkera está mucho más laburada. No quería que fuera un disco tan cancionero sino más de groove, de ritmos", explica el cantautor.
Es imposible no hacer referencia a ese disco editado en 2006, y no sólo porque es el más reciente. El evangelio... fue el disco que lo afirmó en la escena local a punta de conciertos con banda o en modo "hombre orquesta", éxitos como Cerebro, orgasmo, envidia and Sofía y premios como el Graffiti del año 2007 a Mejor Solista o la nominación a los Gardel argentinos.
Los trabajos para el nuevo disco empezaron fuerte en febrero. "Lo bueno es que salió de un solo impulso vital. El último toque que hice con los Bochamakers fue en febrero en Kibón. Después me encanuté mucho. Lo terminé de armar en marzo y abril, lo grabé en julio y agosto, mezclé en setiembre y mastericé en octubre. Terminé de producir algunas cosas como el disco de César Martínez y de dar una mano en el de Martina Gadea y después me encerré". Buscaglia vuelve a cebar otro mate mientras suena No vamos a parar nunca, una versión de la canción No vamos a cambiar de bando, que grabó con Gonzalo Brown meses atrás. "Temporada de conejos puede tener muchos significados. Para mí tiene que ver con algo así como que salgo al bosque y me llevo muchos en el morral, me los como, me hago pieles con ellos... es todo abundancia. Es que esto vino todo de golpe, en muy poco tiempo".
El otro adjetivo que según el autor habría que colgarle al trabajo es el de exuberante. "O ambicioso... pasa que esa palabra no tiene muy buena prensa. ¡Pero es que lo es! Quería muchos coros y arreglos, que haya muchas capas de información musical que podés agarrar si escuchás con detenimiento. Esa es una diferencia que creo que tiene con El evangelio... Y saltan cosas por todos lados. Por ejemplo, que me haya hecho retos para las letras: hay sextillas sobre un candombe, hay liras, que es un género del siglo XV que hacía San Juan De La Cruz en su Cántico espiritual, hay experimentos en los que voy mutando las palabras... Hay de todo".
En medio del groove de la segunda canción, la voz pide "tener un millón de amígdalas y así más fuerte poder cantar" y luego canta la veraniega Oda a mi bicicleta. El verano sigue cuando el piano irrumpe en Extraña calabaza -una melodía que tanto los Beach Boys como el amo de la Motown Berry Gordy mirarían con aceptación- la abundancia llega a su apogeo. "Este es el tema más punk del disco. Tiene una melodiosidad que puede ser chocante. O entrás en ella y en ese clima tipo sesentas de amor que tiene la letra, o perfectamente podés pensar que es una palomada". Adelantándose a eso, Buscaglia canta sobre el final del tema: "te aseguro que siempre hay lugar para ti en el palomar".
Pasa el Blues del carrito con Kiko Veneno, cadencias casi de bolero, más pianos sesenteros invitados que ponen un trozo de voz en Diablo débil y la continuidad del dub en Qué importa el bla bla bla. Buscaglia nombra al pasar a los Zombies, pero es imposible no pensar en algo más obvio: los Beatles. Y no sólo por algún sonido que haga acordar a Paul McCartney sino por la propia tapa, que tiene a los hombros de Martín un rejunte de caras a los Sgt. Pepper`s lonely hearts club band en el que aparecen desde Mario Levrero hasta Michael Jackson y varios exploradores de comienzos de siglo, veteranos en las temporadas de caza fructífera como la que inspiró el nuevo nombre.
"Hay de todo, y todo mezclado. Pero de todo hay mucho, y todo eso se enganchó. Fue un periodo muy productivo", dice el cantautor. Su voz en el disco lo secunda y deja otra pista: "El azar es divino, ante él me inclino". Luego remata: "Mi papá me dijo: haz lo que te plazca, si no, el alma se te casca".
Silencios, estallidos y canciones que suenan a rock and samba
Las canciones tienen ambiente, suceden en un lugar o lo evocan. O por alguna caprichosa razón, esa canción tiene que tener algo de algún lado. Es el caso del rock and samba del Parque Rodó y No vamos a parar nunca, una canción cuyo nombre ya encaja con el juego.
"Queríamos grabar el movimiento del rock and samba sin música", explica Buscaglia. "Entonces nos fuimos con Martín (Ibarburu) al Parque Rodó y pagamos para que lo hicieran girar y nos quedamos grabando al costado. El empleado del parque hizo subir a unas chicas que estaban afuera y nos pedían que entráramos a bailar pero sólo les respondíamos haciéndoles gesto de silencio. Una escena medio rara".
Dos rarezas más que prueban que el humor no cambió: los scratches con vinilos del compositor Karlheinz Stockhausen y la silenciosa versión de 4:33 de John Cage que ya puede verse en Youtube. "La tocamos con tempo y click de metrónomo para ir todos al mismo ritmo. La canción dura 2 minutos con 32 porque la tocamos en versión hardcore, al doble de velocidad".
Noche de avant premiere
Mañana, con entradas a $ 200, puesta en escena acorde a la ocasión y la presencia de los Bochamakers (Martín y Nicolás Ibarburu y Mateo Moreno) sobre el escenario, sucederá en el Teatro Moviecenter la primera presentación de la Temporada de conejos. Para ese espectáculo se esperan más sorpresas e invitados. "Voy a llevar hasta un coro", dice el cantautor. La celebración, que contendrá también sus momentos de "hombre orquesta", comienza a las 22 y sin teloneros. Temporada de conejos, el primer disco que el músico edita con el sello Bizarro, llegará a las tiendas uruguayas recién en los primeros días de diciembre.