LOS ANGELES | AP DAVID GERMAIN
En una década marcada por las duras realidades de la guerra contra el terrorismo y una economía quebrada, Hollywood resultó más que nunca una fábrica de sueños. Ofreció escapismo fantástico cuando el público más lo necesitaba.
Las películas de las series El señor de los anillos y Harry Potter comenzaron a producirse a finales de los 90, pero llegaron al público meses después de los atentados del 11 de septiembre del 2001. El respiro que ofrecían duraba apenas unas horas, ¿pero quién no se quiso desviar a la Tierra Media o la escuela de Hogwarts y olvidar el estado de nuestro mundo aunque sea por ese breve período de tiempo?
Las sagas de fantasía, ciencia ficción y superhéroes han existido desde los comienzos del cine, con series como Batman, Superman y Flash Gordon y clásicos como El mago de Oz. Pero el escapismo durante la Depresión y la Segunda Guerra Mundial vino mayormente en forma de comedias ligeras o brillantes romances musicales.
La pasada década solidificó al niño como público clave de Hollywood, con las últimas entregas de La guerra de las galaxias de George Lucas junto a héroes de libros de historietas (Batman, el Hombre Araña, los X-Men), juguetes (Transformers) y la reaparición de viejos conocidos (Indiana Jones, Star Trek) que produjeron una sucesión de estrenos colosales.
Las adolescentes pudieron identificarse con el romance supernatural Crepúsculo y su continuación, Luna nueva, que presentó como chicos lindos a los tradicionalmente horrorosos vampiros y hombres lobo. La animación computarizada, pionera en los 80 y 90, alcanzó nuevas cimas con éxitos como Shrek de DreamWorks y Buscando a Nemo, Up, Wall-E y Ratatouille de Pixar Animation. Los realizadores de películas con actores reinventaron los efectos visuales con deslumbrantes mundos digitales, desde El señor de los anillos de Peter Jackson hasta Avatar de James Cameron.
Y los actores también se reinventaron. Johnny Depp pasó de ser el tipo que hacía películas artísticas y extravagantes de bajo presupuesto, a uno de los astros más rentables de Hollywood con la serie Piratas del Caribe.
Robert Downey Jr. emergió del estatus de paria que se pasaba de drogas y alcohol y se convirtió en un improbable superhéroe de 40 y tantos años en la taquillera Iron Man (cuya secuela se estrenará en pocos meses). Fue, además, nominado al Oscar por la comedia Una guerra de película y cerrará la década como el más grande detective del mundo: Sherlock Holmes, en la nueva versión dirigida por el británico Guy Ritchie.
Con una postulación al Oscar por El luchador del año pasado, el coprotagonista de Iron Man 2, Mickey Rourke, también está en la cúspide de una segunda etapa en su carrera. Aún en el purgatorio están Mel Gibson y Tom Cruise, astros mayores que cayeron en picada por su comportamiento cuestionable o simplemente extraño.
Luego que Gibson llevó la crucifixión a las masas con La pasión de Cristo, alienó a seguidores y colegas por igual con una diatriba antisemita tras ser arrestado por conducir en estado de ebriedad. Cruise, por su parte, dejó a muchos perplejos al proclamar su amor por Katie Holmes, saltando como un chiquillo en el sofá de Oprah Winfrey, y luego enfureció a sus seguidores despotricando contra la psiquiatría y a otros tantos predicando la Cientología.
Tras divorciarse de Cruise, Nicole Kidman salió de su sombra con la sensación sobrenatural de Alejandro Amenábar Los otros, el radiante musical Moulin Rouge y una actuación en Las horas que le deparó un Oscar.
Secreto en la montaña perdió la estatuilla a la mejor película ante el drama Vidas cruzadas en una de las mayores decepciones en la historia del Oscar. Pero los dramas gay sí consiguieron una victoria el año pasado con la película Milk, que le dio a Sean Penn su segundo premio al mejor actor, esta vez como el pionero defensor de los derechos de los homosexuales Harvey Milk.
Heath Ledger, quien fue postulado al Oscar por Secreto en la montaña, conmocionó la ceremonia de los Oscar cuando sus padres y hermana aceptaron su premio al mejor actor de reparto por El caballero de la noche el pasado febrero, a poco más de un año de su muerte. Fue apenas la segunda vez que un actor ganaba un Oscar póstumo. La interpretación que realizó del Joker fue su penúltimo papel en cine y lo catapultó, después de su muerte, a un reconocimiento popular como actor que no tenía hasta entonces. Su intensa interpretación ayudó a elevar la película más allá de sus raíces en las historietas y dejó a los fans preguntándose qué más habría logrado el actor, tanto para la serie de Batman como en su carrera.
Década de la diversidad en los premios Oscar
Otro de los puntos a destacar de esta década es que la diversidad llegó a los Oscar, prácticamente un asunto de blancos en los más de 70 años previos. Tres actores negros (Denzel Washington, Halle Berry y Jamie Foxx) recibieron premios de la Academia, igualando el total de negros que habían ganado desde 1927 hasta 1999. La española Penélope Cruz ganó un Oscar por Vicky Cristina Barcelona, su compatriota Javier Bardem otro por Sin lugar para los débiles y el puertorriqueño Benicio Del Toro se llevó uno por Traffic. Ang Lee llevó la estatuilla a Asia por Secreto en la montaña.
La cifra
1.119 Son los millones de dólares que facturó El señor de los anillos 3 en cines de todo el mundo. Es la segunda más taquillera de la historia.