CARLOS REYES
Mañana se inaugura la "1ª Bienal de Montevideo. El Gran Sur", un emprendimiento artístico sin precedentes en Uruguay, que reúne a una cincuentena de plásticos de todo el mundo. Estará abierto hasta el 30 de marzo, con entrada libre.
El visitante que recorra el hall del gran edificio central del Banco República, sede central del encuentro, en Cerrito 351, seguramente se llevará más de una sorpresa. A la impresión que causa el interior del edificio en sí, se suman decenas de obras de arte de importantes proporciones, cuyas estéticas contrastan ofreciendo un efecto multiplicador.
Si se comienza el recorrido hacia la izquierda destacará en primer lugar un enorme mural del uruguayo Juan Burgos, que con técnica tipo collage presenta una composición cuya observación demanda buen tiempo. Con una estética que podría evocar el barroco colonial, el artista armó una gran representación que a su vez contiene innumerables imágenes, alternando color y blanco y negro. La historia de América Latina parece estar sintetizada en este trabajo mural, interpretada con énfasis en los aspectos eróticos. Una buena puerta de entrada para lo mucho que hay para ver en el recinto.
Lógicamente que hay mil caminos para recorrer. A la derecha del delirio cromático de Burgos, un singular trabajo del artista griego Yorgos Sapountzis, quien gusta de intervenir esculturas para hacer dialogar el arte de distintos tiempos. Telas que invaden monumentos para proponer un juego entre lo blando y lo sólido, en una intervención que no eludirá lo performático.
Si el visitante gira hacia las antiguas cajas del banco verá el trabajo del colectivo artístico uruguayo Traspuesto. Con los auriculares encajados, el usuario de esta obra sentirá el viento de otras tierras. El juego propuesto fue comparar la sucursal del Banco República en Tambores: para eso se la visitó, se habló con los vecinos del lugar, y se armó un retrato que no dejó nada en el tintero. La flora del lugar, los insectos, los rostros de los vecinos, todo llegó hasta la Capital tamizado por una mirada artística.
A pocos metros de allí, una gran cruz, realizada por el uruguayo Javier Abreu, propone una polisemia que tiene que ver con el cristianismo pero también con la Cruz del Sur, guía de los navegantes, y con una enorme tumba. Cantidad de pelotas multicolores distienden el clima y lanzan un potente guiño.
Ya está el visitante en la otra punta del hall, bajo el escudo nacional, al que le han renacido los colores con esta gran remodelación. Al pie de él, un árbol enorme, caído, que está hecho con trozos de distintos árboles, tanto autóctonos como de otras tierras. Ensamblada con tornillos, la gran escultura está cargada de sentidos.
Si se vuelve a enfilar hacia la otra hilera de cajas de pago, se verá un curioso trabajo del italiano Luca Vitone, quien aprovechando la historia del lugar hurgó en el pasado de los billetes de banco, para rehacerlos desde una perspectiva mucho más lúdica. Indagando en la polaridad control-libertad, Vitone imprimió centenares de novedosos billetes, que además tienen citas de pensadores libertarios. "Cada uno para sí mismo, la tierra para todos", dice Louis-Ferdinand Céline, a través del artista italiano. Un conjunto de plantas naturales ayuda a crear el clima que el artista busca ofrecer.
La cantidad de obras es abrumadora. El estadounidense Mark Dion aprovechó la monumentalidad del edificio para sumar la propia, y componer una enorme instalación con objetos y documentos que reflejan la historia de la gran institución financiera del país. Y descontextualizado, esos objetos, sin perder la capacidad de comunicar lo que fueron, expresan a su vez un nuevo sentido, que nace del lugar que ocupan en la nueva composición. Un interesante trabajo de resignificación.
Reseñar todas las obras de un tirón sería imposible. Pero hay un trabajo del artista chileno Bernardo Oyarzún que salta a la vista y no pasa inadvertido. Este artista plástico suele trabajar sobre las culturas marginales, buscando hacerlas más presentes. Para este desembarco de su obra en Uruguay, investigó sobre la cultura afro y el carnaval, y fue armando un grupo escultórico carnavalero, que está hecho en papel maché, técnica que a su vez es la que históricamente se empleó para las figuras en volumen del carnaval. Lógicamente que dentro del gran hall hay mucho más, y a partir de la inauguración oficial está bueno ir hasta allí para descubrirlo. Eso sí, hay que ir con tiempo.
Sedes, performances y obras audiovisuales
Con curaduría general de Alfons Hug, y la participación especial de la curadora chilena Paz Guevara, la bienal se desarrollará en tres sitios históricos más, todos en la Ciudad Vieja. En el Edificio Atarazana (Zabala 1583), en la Iglesia San Francisco de Asís (Solís 1469) y en el Edificio Anexo del Banco República, en Zabala 1520.
Este último edificio, aunque más chico, es igual de noble y hermoso que la sede principal del Banco República. Su situación, casi en penumbras, lo hace más acogedor: allí hay un par de pisos donde se han distribuido hábilmente diversas pantallas de distintos tamaños. Es el sector audiovisual de la Bienal, muy recomendable.
El encuentro abrirá al público el viernes a las 18 horas con performances a cargo de Tamara Cubas, Marina De Caro y Dani Umpi. Se puede visitar de martes a domingos, entre las 14 y las 20 horas. Informes: tel. 2903 1356.