Edú "Pitufo" Lombardo a treinta años de El Firulete

Show. Será hoy en el Teatro de Verano, con grandes invitados

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ALEXANDER LALUZ

Treinta años atrás, en las viviendas de Garzón y Propios, Edú Lombardo y otros chicos inquietos del barrio entendieron que formar una murga podía ser una buena opción recreativa, una forma de encarnar las fantasías y vivencias carnavaleras.

A los 9 años, el proyecto quizás no estaba signado por inquietudes formativas o ambiciones profesionales. Era, justamente, una experiencia lúdica, grupal, que se convirtió en El Firulete, con el apoyo de un grupo de jóvenes de la ACJ.

En el caso de Edú, sin embargo, la historia rodó diferente. Muy lejos del enamoramiento fugaz, fue el primer paso en una carrera que le abrió un reconocido espacio en la cultura popular y carnavalera, y le valió la rápida identificación con un apodo: "Pitufo".

Esa historia llegó este año a una edad de número redondo. Mérito suficiente para recuperar vivencias y subir a un escenario en plan celebrativo. Y así será. Esta noche, "Pitufo" llegará por primera vez como solista con banda al mismo escenario por el que pasó -y se llevó 8 primeros premios- con títulos como Falta y Resto, Contrafarsa, Asaltantes, La Matinée: el Teatro de Verano Ramón Collazo. Será a las 20 horas, y con una lista de invitados que en buena medida repasan sus muchas colaboraciones con otros artistas, tanto en su faceta de cantante, compositor, arreglador, percusionista, guitarrista. Los nombres, se podría decir, estaban cantados desde el principio: la artista argentina Liliana Herrero, los uruguayos Fernando Cabrera, Hugo Fattoruso, Mandrake Wolf, Nico Mora, La Otra, el original Cuarteto Ricacosa y una especial reagrupación de Contrafarsa.

La historia, la de la murga hasta la de los boliches o el tango, es, sin más, la encarnación del tiempo en un "rock and roll". No como género, lenguaje u opción estética, sino por el sentido (el impulso, mejor dicho) que asumen sus vivencias: aquello que, como siempre, resiste la disciplina de la racionalización y se disfruta en la percepción. Así lo concibió "Pitufo" para dar, hace poco tiempo atrás, el primer paso hacia una carrera como solista: la grabación de un disco que se define sin ambages desde el título: Roncanrol (2008). Un proyecto que, junto a la definición de un perfil estilístico muy atendible, personal, creativo, es un valioso trabajo de síntesis. Desde mucho tiempo antes de comenzarlo a grabar, "Pitufo" tenía bosquejadas y hasta concretadas varias canciones que recogían sus experiencias compositivas en el campo de la murga más aquellas que marcaron sus participaciones en trabajos de otros músicos, e incluso en el teatro.

Esto es: la puesta en diálogo sobre un mismo hecho musical, los materiales, conceptos y modos de significación de orígenes si bien próximos no similares. Fenómeno que usualmente se pierde en enmarañados juegos de etiquetas, pero que no es más (ni menos) que la propia dinámica de la creación popular: la reunión dinámica, provocativa, de tradiciones diferentes, incluso sin vestirse de programa estético. Así fue que se instaló en nuestro cancionero popular la murga canción, el candombe canción, y otras tantas expresiones. En "Pitufo", este diálogo de materiales sonoros y símbolos tiene su genealogía a flor de piel. Jaime Roos, Fernando Cabrera, Los que Iban Cantando, Mariana Ingold, Falta y Resto, Contrafarsa, Asaltantes, La Matinée... y otras tantas ramas que conectan a su vez con otras genealogías musicales. Y esta noche, su voz timbrada, de registro alto, fino (y afinado), su buen tino arreglístico y swing interpretativo, harán en el Ramón Collazo una emotiva cuenta de, vale repetirlo, una historia musical bien vivida y compartida. En fin, Rocanrol.

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