Crónica humana de humildes artistas de suburbio romano

¿Neorrealismo? Se estrena el film italiano "La Pivellina"

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GUILLERMO ZAPIOLA

Llega hoy a pantallas montevideanas "La Pivellina" o "Aún es mañana", drama italiano dirigido por Tizza Covi y Rainer Frimmel, ganador del premio Europa Cinemas en Cannes 2009, y otros galardones en los festivales de Gijón y Valdivia.

Se dicho que era una resurrección del neorrealismo, o en todo caso una película que se ubica en la línea humanista, entrañable y crítica del mejor italiano. Los directores Covi y Frimmel, que vienen del documental (Dast ist alles, Austria, 2001; Babooska, Austria/Italia, 2005) saltan a la ficción con una película que, al igual que la última de las antes mencionadas, se desarrolla en el universo del circo.

Patty, la protagonista, una mujer madura que ha sido descripta como una suerte de Anna Magnani de pelo rojizo (Patrizia Gerardi), vive en una caravana en las afueras de Roma con Walter (Walter Saabel) y el adolescente Tairo (Tairo Caroli). Precarios artistas de circo, quizás herederos de los personajes de La strada (1954) de Federico Fellini, esos personajes actúan ante un público escaso y se esfuerzan en encontrar trabajo. Buscando a su perro, Ulises, que se les ha perdido, Patty encuentra a Asia (Asia Crippa), una chiquilla desconsolada de dos años, abandonada temporalmente por su madre. En vez de llamar a la policía, decide acogerla, esperando el regreso anunciado pero inseguro de su progenitora.

Los directores Covi y Frimmel han explicado que lo que más les interesó al emprender el film fue la aproximación documental. Lo que ofrece la realidad no puede ser escenificado, sostienen.

Esa cercanía con la realidad, sería el primer dato que vincula a La Pivellina con el neorrealismo, aunque tampoco resulta difícil establecer vínculos con el cine de los belgas hermanos Dardenne (La promesa, Rosetta, El hijo, El niño). No parece casual que los realizadores (Covi es también libretista) hayan otorgado a los personajes los mismos nombres de los actores que los representan. Alguien ha dicho ya que es una forma de decir que son ellos mismos, y no ficciones cinematográficas.

La proclamada intención de Covi y Frimmel ha sido explorar lo que podría denominarse el "patio trasero" de la capital italiana, lejos de las imágenes turísticas del Coliseo, la capilla Sixtina o la Fontana di Trevi. En esta Roma alternativa, el sol ha abandonado la pantalla para dejar a los tonos grises en completa libertad. El resultado, se ha señalado, impresiona casi como una película en blanco y negro, en medio del cual resalta por contraste el cabello rojo de la heroína, al tiempo que los cineastas proponen una mirada cálida y conmovedora sobre la infancia, donde no falta incluso el toque de humor.

Se ha dicho igualmente que el film rescata la imagen de una Italia generosa, solidaria, impregnada de valores que implican otra conexión con el humanismo neorrealista. Críticos y jurados de festivales parecen haber estado de acuerdo, desde Cannes a Gijón (premio Asturias a mejor película, mejor actriz para Patrizia Gerardi) y Valdivia (mejor film y premio del público).

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