Con la "Misa Criolla" en Playa Ramírez

Zamba Quipildor. El músico argentino actuará hoy, a las 19, junto al Coro Aparcanto

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Un reencuentro de clásicos de la música popular de raíz folclórica: Zamba Quipildor, la "Misa Criolla" y "Navidad nuestra", dos creaciones de Ariel Ramírez. Y un concierto único: esta tarde, a las 19 horas, en la pista de patinaje de la playa Ramírez.

Este concierto, que será con entrada gratuita, es organizado por la Embajada de Argentina en el marco de los festejos del Bicentenario. Junto a Quipildor, uno de los nombres emblemáticos de la canción popular del vecino país, cantará el coro uruguayo Aparcanto, que dirige Mario Occhiuzzi Brignoli.

La reunión de clásicos tiene además un afectuoso tono de regreso. "El último concierto que di en Uruguay fue hace muchos años y con Ariel Ramírez -recordó el músico jujeño-, fue en el teatro Solís. Ahora sé que este teatro quedó muy bonito después de la reforma, así que no voy a perder las esperanzas de dar allí algún concierto".

En aquella oportunidad, Ramírez y Quipildor interpretaron la Misa Criolla, "con un coro de Durazno, si no recuerdo mal". Pero su relación con nuestro país tiene ya varias décadas: "desde el año 71 he visitado, y por muchos años, distintos lugares en Montevideo y en el Interior". De todas esas experiencias, subrayó, guarda un afectuoso recuerdo del público, lo que aumenta la expectativa por esta nueva presentación "que Dios me da la oportunidad de concretar hoy y, como siempre, con esta obra magnífica que se ha cantado en los principales teatros líricos del mundo".

El espectáculo, explicó, tendrá una estructura muy sencilla. En una primera parte cantará una selección de canciones de su repertorio, con el grupo de seis músicos que lo acompaña regularmente. Luego, se escuchará una porción de Navidad nuestra, el coro Aparcanto también hará una selección de piezas de sus programas, y el cierre, se interpretará la Misa Criolla.

ENCUENTRO. La asociación de la Misa Criolla con Quipildor tiene ya más de treinta años y un mapa de escenarios con alcance global. Al interpretarla -reconoció- su vocación artística renueva un compromiso con la humanidad y la paz.

"Uno ve como el mundo se va destruyendo de a poquito y en ese contexto creo que esta obra tiene la particularidad de convocar y conmover a distintas clases políticas, sociales, religiosas". Además, cada vez que sube al escenario siente "el mandato de Dios, que me dio este don de cantar, de asumir cada vez el mensaje de esta creación de Ariel (Ramírez)".

Hasta ahora, dijo enfáticamente, "los argentinos no nos dimos cuenta de la dimensión musical que tiene" y su carácter pionero para todo el continente. "En cada fragmento se va mostrando el paisaje de nuestro país, sus costumbres, su gente... Por ahí está la huella de La Pampa, la vidala, la baguala", que evocan ese encuentro de rutas geográficas y simbólicas. "Ese fue el trabajo fino y de gran profundidad del maestro Ramírez que mostró al mundo un país a través de los fragmentos" de estilos y géneros tradicionales.

Fuera de fronteras, los públicos más diversos la han tomado y valorado tanto por su contenido religioso como por su potencia como metonimia de lo argentino y también de lo latinoamericano. "Una vez tuve la oportunidad de cantar en la Unión Soviética, y luego del concierto fui a ver un patinaje sobre hielo... y, ¿sabe qué tocaron ahí?... la Peregrinación, que es una huella pampeana. Ahí, entonces, uno se da cuenta de la dimensión de la obra".

Esta historia, en la que se funden la vocación artística, lo religioso, la vida personal, tuvo un comienzo que, por cierto, no fue casual. Quipildor conoció a Ramírez en 1974, durante una actuación que realizó en el Festival de Cosquín. El compositor quedó fascinado con el registro y timbre de su voz, y no tuvo opción: el cantante ideal para sustituir a Los Fronterizos en la Misa. "Ramírez fue una persona maravillosa, un amigazo", dijo sin ocultar la emoción". Ojalá que algún día le rindan el homenaje que se merece".

Una invitación a la que no podía negarse

Aquel primer encuentro que tuvo Zamba Quipildor con Ariel Ramírez, en 1974, aún hoy es recordado con una emoción singular. "Yo estaba por comenzar la actuación en Cosquín y se me acercó un hombre alto serio... ¿Usted es Zamba Quipildor?, dijo.... y agregó: tengo muy buenas referencias suyas así que lo voy a escuchar". Y así fue. Al final del concierto, Ramírez lo invitó a su casa donde hicieron una prueba para cantar las difíciles partes solistas en la Misa Criolla. Y el maestro le dijo sin más: "usted da todas las notas...".

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