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La vuelta de la polémica sobre la ciencia y la fe

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El científico inglés sigue generando agrias discusiones.

Hace algunos meses, el papa Francisco sorprendió a algunos distraídos anunciando su apoyo a las teorías del Big Bang y la Evolución, y más cerca ha anunciado la publicación de una encíclica sobre la ecología.

Naturalmente, el primer anuncio solo pudo sorprender a los que ignoran que uno de los autores de la teoría del Big Bang fue (en 1927) el sacerdote católico belga Georges Lemaitre, apoyado explícitamente por el papa Pío XII en 1951, y que el pensamiento católico tiene cabida para el evolucionismo, con algunas cautelas, desde 1952 (encíclica Humani Generi del mismo Pío XII). Sostener lo contrario es uno de los tantos delirios de quienes se llaman a sí mismos "tradicionalistas" pero que se toman la libertad de decidir qué tradiciones aceptan y cuáles rechazan.

Esa polémica puede resultar más bien remota en el Uruguay, que es por supuesto el país más laico de la galaxia, pero no lo es tanto en otros lados. El documental Cuestionando a Darwin (1914), que se ha estado exhibiendo estos días en el canal para abonados HBO Signature, puede servir para tomarle la temperatura al tema en los Estados Unidos, por ejemplo.

Es curioso que la "liberal" HBO aparezca promoviendo un documental que es, en los hechos, una reivindicación de los sectores más conservadores del fundamentalismo evangélico en el planteo de la falsa dicotomía Creación vs. Evolución. La apariencia, empero, es la de la "objetividad": por un lado hablan científicos evolucionistas, por otro lado literalistas bíblicos convencidos de que el mundo tiene seis mil años, que Dios lo creó en siete días y que el primer hombre, Adán, fue un muñeco de arcilla al que la divinidad infundió el soplo de la vida. Lo peor de todo es que los dos bandos (en la película, no en la realidad) parecen creer que la cosa es en blanco negro (la Biblia o Darwin), y que si hay algo de verdad en El origen de las especies eso significa que Dios no existe.

Pero los matices obligan a pensar, y eso es algo que, al parecer, los autores del film consideran demasiado peligroso. Prefieren, como en un "western" de clase B, contar una historia de Buenos contra Malos, aunque acepten que ambos bandos crean que los Buenos son ellos. Irónicamente (¿o será a propósito?: al fin y al cabo es HBO) quienes pierden el debate por goleada pese a que el documental se empeña en estar de su lado son los cristianos: media película se ocupa de las declaraciones de pastores y laicos que demuestran no tener la menor formación científica, y que se aferran a que si la Biblia dice algo (o ellos lo entienden así) la discusión está cerrada (la película los presenta empero como cálidos, humanos y sinceros). El ejemplo más egregio es el publicista Ken Ham, creador del Museo de la Ciencia de la Creación y de la página web Answers in Genesis, cuyos conocimientos de arqueología y biología parecen provenir de Los Picapiedras. Están mejor representados los darwinistas, porque al fin y al cabo son científicos hablando de ciencia (aunque puedan meter la pata cuando hacen metafísica).

La película tiene cierta fluidez y algún valor informativo en su resumen de la evolución intelectual de Charles Darwin, pero deja demasiadas preguntas sin responder. Y falta gente que pudo dar puntos de vista alternativos más competentes: el pastor y astrofísico evangélico Hugh Ross, el biólogo evolucionista católico Kenneth Miller, hasta el discutible bioquímico Michael Behe, inventor de la teoría del Diseño Inteligente. Así como está, el documental se mueve al nivel de colosal simplificación (y deshonestidad intelectual) de Heredarás el viento.

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