"Tron: Ares" es una continuación optimista de otra saga con la Inteligencia Artificial en el centro de su historia

Surgida en 1982, la franquicia de "Tron" sigue en su proceso de revitalización con el ingreso de Jared Leto como el nexo entre el mundo virtual y la realidad

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Tron: Ares es lo nuevo de una saga que comenzó en 1982 y desde entonces ha generado tres películas, series animadas, atracciones de parques de diversiones, historietas, discos y una maquinita en la que uno dejó fortunas.

Básicamente transcurre en una realidad virtual llamada “La Red” que a comienzos de 1982 parecía una excentricidad tecnológica del cine y hoy parece tan real y cercana. Allí hay versiones digitales de los humanos que juegan el jueguito llamado Tron que en realidad transcurre en un mundo que, cada vez se entromete más en el nuestro.

Entre la primera y Ares, hay que ubicar Tron: El legado de 2010 que renovó una franquicia que, a juzgar por una escena en el medio de los créditos finales de la nueva, tiene ganas de seguir. No ha sido particularmente taquillera: los 450 millones de dólares de la recaudación mundial de las dos primeras es poco para su inversión y sus pretensiones y revelan un interés medio desde el público. La crítica (profesional y espontánea) las ha mirado sin mucho entusiasmo.

A la altura de Ares, dos multinacionales multibillonarias se disputan el control de un sistema de inteligencia artificial que permite una unión permanente entre el mundo real y el virtual. Una de esas empresas, apropiadamente de la familia Dillinger, la visualiza con fines bélicos: un ejército de soldados digitales a disposición de las futuras guerras terrícolas.

Su rival es ENCOM, la compañía que fundó Kevin Flynn (el héroe de la primera y que sigue interpretando Jeff Bridges) con el fin de democratizar y usar para el bien de la humanidad, ese asunto de “La Red”.

En ese ambiente, esta vez, “un sofisticado Programa digital, Ares (Jared Leto), es enviado al mundo real a llevar a cabo una peligrosa misión, marcando el primer encuentro cara a cara de la humanidad con la inteligencia artificial”, dice la sinopsis oficial. “A medida que Ares experimenta su entorno y tiene sus primeros contactos con la humanidad, su percepción -y su conciencia- comienzan a evolucionar. Encuentra una aliada inesperada en la brillante tecnóloga, programadora y actual CEO de ENCOM, Eve Kim (Greta Lee), que está intentando descubrir un código de importancia crucial escrito por Kevin Flynn. Desobedeciendo órdenes y sufriendo una persecución implacable, ambos luchan no solo por sobrevivir, sino por un futuro en el que la tecnología y la humanidad puedan convivir”. Es eso.

En la primera, Flynn quedó perdido allí, cuando se metió para combatir el Master Control Computer, el villano. En su momento fue considerado una película pionera en el uso de lo digital en el cine. Su tono vintage es citado en toda la franquicia.

En El legado, que transcurre 20 años después, Sam Flynn, descubre que su padre está atrapado en “La Red” y enfrenta a un programa que se volvió autócrata a su versión digital del mundo.

Tron: Ares es vistosamente digital y aunque la historia es un poco irrelevante y estereotipada, el noruego Joachim Rønning (quien dirigió la última de Piratas de Caribe y Maléfica) sabe cómo mostrar su universo. Aportan mucho, la fotografía de Jeff Cronenweth (dos nominaciones al Oscar, habitual colaborador de David Fincher); el diseño de Darren Gilford y la música de Nine Inch Nails (la de El legado la habían escrito los franceses Daft Punk), una parte importante de la campaña de marketing de la película.

Ha sido saludada con críticas mixtas aunque sus previsiones de taquilla para este fin de semana, la colocan entre los 35 y 40 millones de dólares solo en el mercado estadounidense.

El sábado en Uruguay tiene 83 funciones (algunas en 3D, algunas en 4D) de las cuales solo 13 son en su idioma original; las otras 70 son dobladas al español. El futuro también es eso.

El nuevo villano.

La inteligencia artificial, la existencia de mundos virtuales o universos diversos, ha tomado cada vez más el centro del cine industrial moderna.

En Ares, la computadora del mal está representada con un ojo rojo que recuerda a la mirada inquisitiva de HAL 9000, el malvado ordenador de 2001: Odisea del Espacio de Stanley Kubrick, quien ya había demostrado lo tonto que es tercerizar en máquinas decisiones que tendríamos que tomar los humanos en Dr. Insólito.

En las dos últimas Misión: Impósible, el villano se llama La Entidad y es una IA autoconsciente desarrollada originalmente por agencias de inteligencia que escapa al control humano, infiltra sistemas digitales de todo el mundo y se convierte en la principal amenaza a la que deben enfrentarse el Ethan Hunt de Tom Cruise.

Y algo parecido a eso ha dominado a los humanos en películas como The Matrix, Existenz, toda la saga de Terminator o la reciente Resistencia y en series como Black Mirror y Westworld.

Tron: Ares tiene algo de cada una de ellas aunque es un poco más optimista que sus antecedentes y el previsible triunfo liberal del final concluye, a diferencia de otros ejemplos recientes y da una visión para nada ludita de la IA: puede ser usada para el bien siempre y cuando estén en buenas manos.

En el mundo real de quienes son las mejores menos nunca es tan claro y, encima, tampoco está Jared Leto para defendernos pero Ares da una visión más amigable. Y encima entretiene sin pretensiones. Es lo que se busca, ¿no?

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