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Néstor Guzzini, una charla con el actor que le puso rostro y cuerpo al cine uruguayo

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Nestor Guzzini

ENTREVISTA

Ha estado en 15 películas nacionales, además de tener una carrera teatral a la que vuelve el viernes 4 con "Recuerdos de Niza" con Jorge Esmoris en la Sala Zitarrosa

Empezó como (anti)murguero y se volvió actor. De teatro sí: desde el sábado vuelve con su compinche Jorge Esmoris(con quien está desde los tiempos de la Antimurga BCG) y Jorge Temponi en Recuerdos de Niza en la Sala Zitarrosa. Pero principalmente de cine: una filmografía semioficial de Néstor Guzzini incluye una treintena de títulos repartidos entre cortometrajes, series y películas.

Así, este hombre del Buceo, es, si se permite el capricho periodístico, el cuerpo y la cara más reconocible del cine nacional. Está, por ejemplo en 15 películas, según el sitio cinedata.uy que recopila información sobre el cine nacional, y algunas de ellas son de las más premiadas o taquilleras de la producción audiovisual uruguaya.

Allí están, por ejemplo, 3 de su amigo Pablo Stoll, Mr. Kaplan, Tanta agua, La demora, Alelí, Los últimos románticos, Mi mundial, Otra historia del mundo, Zanahoria y Gigante. A eso habría que sumar su participación en series locales como El mundo de los videos y Todos detrás de Momo o internacionales como El hipnotizador para HBO o El reino, la de Netflix con Diego Peretti.

En Recuerdos de Niza, Guzzini interpreta a Lucien, parte de un trío muy esperpéntico que pretende hacer un carro alegórico, que en todo caso simboliza otras metas, otros sueños.

Sobre esa obra, el tablado de su niñez, su primera vez en un rodaje y cuál es su mejor papel, Guzzini charló con El País.

—Recuerdos de Niza es una obra intensa para un actor. Debe quedar fundido cuando termina...

—Sí. Las obras del flaco (Esmoris) son de un tipo de teatro que implica estar presente con el personaje prendido todo el tiempo. Así, a medida que transcurren los ensayos vas incorporando casi orgánicamente los momentos en que el personaje puede descansar, respirar. Y cuando pasa esto de que solo pudimos hacer siete funciones y reestrenar varios meses después, siempre tenés un poco la incertidumbre de si vas a recuperar porque esa memoria llega después de meses de ensayo.

—Y ahora que vuelve, ¿se acuerda de algo de eso?

—Cuando a fines de diciembre hicimos tres pasadas, me quedé un poco más tranquilo porque vi que ya lo tenía grabado y solo había que despertarlo.

—En la obra, usted representa algo así como el espíritu carnavalero. ¿Cómo trabajó eso?

—Aunque está ese vínculo con el carnaval, en la obra no dejan de ser tres personas que tiene un objetivo en particular que se vuelve una cuestión de supervivencia. Y eso se puede trasladar a cualquier ámbito. Pero sí en el personaje mío, Lucien, está esa cosa maravillosa de aquel carnaval que viví como público de niño en aquel tablado, que era un evento cultural del barrio, al que íbamos las mismas personas que nos veíamos en todo el día pero vestidas diferente. Y era un lugar que es lo que le pasa a Lucien en la cual el límite entre el artista y el no artista se vuelve difuso.

—¿Cuál era aquel tablado?

—El jardín de las comparsas, por Avenida Italia atrás de la tienda Ibarra aquella que ponía un papá Noel gigante. Ahí armaban el tablado. Recuerdos de Niza rescata ese espíritu.

—Tiene hechos ya casi una treintena de proyectos audiovisuales. ¿Recuerda la primera vez que se vio en una pantalla?

—Mi primer trabajo cinematográfico fue 8 horas, un cortometraje de Adrián Biniez. Y verme fue toda una experiencia después de haber sido público apasionado del cine. Fuimos con María, quien hoy es mi esposa, a verme en Cinemateca y fue una emoción que viví con mucha intensidad. No me volvió a pasar eso nunca más. Igual, siempre lo vivo con muchos nervios. Las primeras veces cuesta verte porque empezás a buscar qué no hiciste pero con el tiempo aprendés un poco a mirarte. Pero aquella primera vez no tenía ni idea qué esperar.

—Y protagonizó, desde entonces, toda la evolución del audiovisual uruguayo. De aquel corto a El reino para Amazon, por ejemplo.

—Me acuerdo cuando vi 25 Watts y aquella sensación de que acá se podía hacer esa clase de cine. Y es cierto, fui parte de una evolución que no ha parado. De hecho, creo que participé en las dos ùltimas películas que se hicieron con rollo, en fílmico: La demora de Rodrigo Plá y 3 de Stoll.

—Y por entonces también hizo su primer protagónico en Tanta agua de Leticia Jorge y Ana Guevara. ¿Qué aprendió de esa experiencia?

—Para el actor hay una forma de trabajar, y más para los que fuimos construyendo un oficio desde el hacer y un primer protagónico me dio una visión nueva sobre el trabajo del actor. Naturalmente se me dio un proceso de que para llegar a eso me tocaron personajes muy lindos como el de 3, La demora, Gigante. Y fui ahí que empecé a entender la geografía del cine. Aprender, por ejemplo, que en el cine, el personaje no lo construye solo el actor: cómo se viste, en qué marco, dónde está parado definen el personaje. Y es ahí donde lo terminás de encontrar. Por eso y otras cosas, Tanta agua es una película muy especial para mi.

—¿Cuál es su mejor papel en el cine?

—No lo sé. Es difícil pero hay una escena en Alelí en la que estoy con Romina (Peluffo), que hace de mi hermana, en la comisaría y estoy con la cabeza apoyada en sus piernas. El primer día  que la vi en el cine, me emocioné. Fue sólo un momento pero era como si no fuera yo.

Una carrera que se hace internacional

La llegada a Uruguay de rodajes de producciones para el streaming le ha permitido a Néstor Guzzini mostrarse a un nivel más masivo.
Tiene, por ejemplo, un pequeño papel en El reino, la miniserie con Diego Peretti que fue una de las sensaciones del año pasado y que estrenó Netflix.
“El reino fue una experiencia preciosa que, lamentablemente se vio afectada por la pandemia”, le contó a El País. “Era un personaje lindo de 10 días de rodaje pero al cuarto día se suspensió todo. Recién pudimos hacer el resto en diciembre con todos los protocolos”.
Después de esa experiencia trabajó en otras dos producciones extranjeras. Se lo va a ver en Porno y helado de Martín Piroyanski aunque no le tocó ninguna escena con Susana Giménez (“mi personaje pertenece a otro de los mundos de la serie”) y Barras bravas de Jesús Braceras (el director de Monzón). Y hay más proyectos pero prefiere no contar.

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