La biopic maldita que busca revancha: la defendieron durante años, fue un fracaso y hoy tiene otra oportunidad

Con un mono en el personaje de Robbie Williams, la arriesgada jugada de "Better Man" no salió como su equipo esperaba. Ahora llega al streaming buscando la redención. Se la merece.

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"Better Man", la película de Robbie Williams.
Foto: Difusión

Redacción El País
El fracaso en taquilla de Better Man podría considerarse una de las grandes injusticias cinematográficas del último tiempo. Por eso, su llegada al streaming se siente especialmente como una revancha. No cambiará la historia escrita —22,5 millones de dólares recaudados frente a un presupuesto de 110 millones—, pero ayudará a que la película sea recibida, aunque sea por comodidad o fácil acceso, por un público amplio que no estuvo dispuesto a moverse hasta un cine.

Era una posibilidad. ¿Cuánto interés masivo podía despertar la biopic de Robbie Williams —un cantante al que muchos asocian con apenas un par de hits— si se trataba de un musical y el protagonista era un mono de CGI? ¿A quién se le podía ocurrir una cosa así?

Sin embargo, quienes se dejaban arrastrar por la curiosidad y aceptaban entregarse a Better Man salían del cine entretenidos, cuando no atravesados. Contra todo prejuicio, la película funcionaba sorprendentemente bien, y todas las decisiones, incluso la del mono, tenían sentido.

Better Man, que acaba de llegar a Prime Video, es la historia de Robbie Williams contada como no lo han hecho otras películas biográficas. Es, además, una biografía oficial, pero no hay quien salga peor parado que el protagonista.

La película mira con crueldad a la superestrella británica que alcanzó niveles imposibles en sus tierras y que Estados Unidos todavía ignora.

Robbie Williams

En América del Sur, el impacto de “Rock DJ”, quizás su mayor hit, es innegable. La melodía, los arreglos y ese estribillo tan excitante como adictivo fue la banda sonora del cambio de milenio, y su videoclip, en el que Williams se descarnaba hasta los huesos en pos del espectáculo, fue lo más perturbador que muchos niños habían visto hasta entonces.

Better Man es una prueba de todo lo que había para decir de Robbie Williams. Rompe el orden cronológico para ubicar, en función de contar una historia, a canciones como “Angel”, “Feel” o la que da título a la película. La película evidencia la cantidad de buenas canciones que ha acumulado. “Rock DJ” nunca sonó mejor.

Niño humilde de Staffordshire, vivió sus primeros años idolatrando a un padre artista que es lo más parecido a un villano y que igual tiene su redención. Soñó en grande y su desfachatez le valió un fichaje para integrar Take That, una de aquellas boy bands que hicieron delirar a multitudes.

Desde entonces, Williams ya se sentía como eso que la película subraya sin sutilezas: un mono de circo, una atracción, un divertimento que se limitaba a lo que pasaba bajo los reflectores, entre los brillos, en el fragor del show.

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Better Man: La historia de Robbie Williams

“El mono fue lo que hizo clic para mí. Y también fue lo que hizo que financiar la película fuera casi imposible”, le dijo el director Michael Gracey a The New York Times, antes del estreno global.

Con la espalda que le había dado el éxito comercial y crítico de El gran showman, su anterior musical con Hugh Jackman y nominaciones a los Globo de Oro y al Oscar, Gracey insistió durante seis años para sacar adelante esta idea descabellada. Quiso trabajar con Weta FX, la compañía que hizo los efectos de, por ejemplo, El planeta de los simios, para crear las distintas versiones del mono —niño, adolescente, adulto—, con los ojos del verdadero Robbie Williams aportando lo más necesario: una cuota de verdad.

Al final, la expresividad que lograron darle al mono potenció la vulnerabilidad del personaje, que vive entre tormentas y aterrado por sus peores versiones.

“Sinceramente creo que se siente más porque es un mono. Ver a un mono drogándose es muy duro de mirar. Lo mostramos de forma desordenada, incómoda. Y así tiene que ser”, defendió Gracey. “La película no oculta el estado mental extremo en el que estaba en ese momento de su vida”.

El propio Williams dijo que ver la película lo hizo sentir lástima por su ex, Nicole Appleton, y también por sí mismo. “He pasado muchas cosas”, aseguró.

En la película están todas (adicciones, muertes, errores), pero lo peor no son los hechos, sino las consecuencias: cómo, adentro, una persona puede romperse sin que nadie se dé cuenta afuera.

Williams pudo revertir el relato y hoy tiene 51 años, más de 70 millones de discos vendidos, premios, récords, el honor de haberse convertido, en 2003, en el primero en reunir en Inglaterra a 375.000 personas en tres noches de recitales en Knebworth, y hasta una docuserie en Netflix. Ni siquiera una película millonaria logró que en Estados Unidos lo reconozcan como lo que es. Pero ajeno al mercado musical más grande del mundo, ahora tiene otra certeza: poca gente vio Better Man, sí. Pero nadie que la haya visto pudo serle indiferente.

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