Cinco cosas sobre "El mago de Oz", el clásico de 1939 que ahora puede volverse a ver en pantalla grande

El martes 11 a las 21.00 se exhibe en Movie Montevideo Shopping la película que catapultó la carrera de Judy Garland y cuya creación es tan legendaria como la propia historia.

Judy Garland como Dorothy en el Mago de Oz

En 2018, la antigua y respetada Universidad de Turín realizó un estudio para medir el éxito y significancia de 47.000 películas de todo el mundo, usando datos de miles de encuestas, así como fuentes de la web como IMDb, la casi oficial base de datos cinematográficos online. En este tipo de listas sabe que suelen haber “sospechosas de siempre”: El Ciudadano, Vértigo o El Padrino, se reparten habitualmente el podio.

Pero esta vez, no. En el top 5 quedaron 2001, una odisea en el espacio, King Kong, Psicosis y Star Wars. Pero el primer puesto, o sea “la película más influyente de la historia”, fue para El mago de Oz que se estrenó en 1939 y desde entonces se mantiene como un clásico.

Acompañando el estreno de Wicked: Por siempre, la segunda película de la adaptación del musical de Broadway que rastrea los orígenes de la bruja mala del oeste, la villana de la película original, El mago de Oz se exhibe este martes 11 a las 21.00 en Movie Montevideo; la experiencia no es la misma que en pantalla grande pero está para ver en HBO Max.

La historia es conocida: una niña, Dorothy es arrastrada por un tornado desde Kansas a la tierra de Oz y para salir de ahí y con ayuda de sus nuevos amigos (un león cobarde, un hombre de hojalata), su perro Toto y un par de zapatos de rojo rubí, debe encontrar al mago que la saque del apuro.

Es una película que nunca envejecerá (impresionante ver lo bien que se sostiene la escena del tornado en Kansas, por ejemplo) y a la que da gusto volver para sonreír y pasar 90 minutos en otro mundo mejor. El mago de Oz tiene un sabor a magia e inocencia que hacen que uno se quiera quedar a vivir en ciudad Esmeralda y sus alrededores. Y si se diera la oportunidad…por siempre.

Para ir preparado hoy al cine, aquí van algunas cosas que quizás no supiera de ella o no viene mal recordar de El mago de Oz.

Échenle la culpa a Disney.

Como suele suceder con los clásicos, tan legendaria como la película es su creación. Walt Disney había demostrado con Blancanieves y los siete enanitos en 1937, que se podían conseguir un gran éxitos con los cuentos de hadas para niños, así que a comienzos de 1938, la Metro-Goldwyn Mayer compró los derechos de la por entonces popular novela El maravilloso mago de Oz, de L. Frank Baum.

El papel de Dorothy fue para Judy Garland, quien debió competir por el puesto con Shirley Temple, la estrella infantil más importante de la época. Cuestiones contractuales inclinaron la balanza para el lado de Garland, quien consiguió uno de sus papeles más clásicos y un tremendo impulso a su carrera.

¿Cómo construir un icono?

Originalmente la película iba a ser dirigida por Richard Thorpe, pero fue sustituido por George Cukor, uno de los grandes directores de aquel Hollywood.

Aunque su pasaje por El mago de Oz fue fugaz y no llegó a filmar ninguna escena, Cukor fue vital en un par de decisiones cruciales.

El estudio quería a Garland con una peluca rubia y maquillaje “de muñeca”, y que exagerara su interpretación. Cukor le dijo a Garland, quien por entonces tenía 16 años, que fuera “ella misma”.También le cambió todo el vestuario y el maquillaje a Margaret Hamilton, la actriz que interpretaba a la bruja, logrando la caracterización que reconocemos hoy.

Esto hizo que se regrabaran varias escenas, pero ya con la presencia de Victor Fleming como director. Cukor se fue para Lo que el viento se llevó, otro de los grandes clásicos que se estrenaron en 1939, donde también fue sustituido por Fleming.

Los problemas del color.

El mago de Oz no fue, como algunos pueden llegar a creer, la primera película filmada en Technicolor, un sistema que se inauguró en 1922 y que ya había conseguido destaque en películas como Feria de vanidades y Las aventuras de Robin Hood y al que Fleming aprovecharía al máximo en Lo que el viento se llevó).

Acá es usada para todas las secuencias situadas en Oz en contraste con el rural tono sepia de Kansas.

El proceso de filmación del Technicolor requería luces enormes y extremadamente calurosas (los actores estaban expuestos a a 40 grados), lo que hacía que el maquillaje se derritiera. Hamilton sufrió quemaduras en las manos y la cara después de prenderse fuego.

Una estrella, una víctima.

Se ha vuelto infame el tratamiento abusivo hacia Garland, antes y durante el rodaje como quedó mostrado en Judy Garland: La leyenda detrás del arcoiris, la película que le dio un Oscar a Renée Zellweger.

La Metro la obligó a vendarse el pecho y a tomar metanfetaminas para controlar su peso, además de antidepresivos y estimulantes, lo que le generaban extrañas actitudes. A causa de no poder controlar esto, Fleming le dio una cachetada filmando la escena de introducción del león. Avergonzado, más tarde, le pidió al equipo técnico que lo golpearan a él en la cara.

Hay historias de abusos sexuales a la estrella de la película, incluso del propio Louis B. Mayer, el mandamás del estudio y promotor de la carrera de Garland

Relevancia cultural.

Muchos de los símbolos de El mago de Oz aún son parte de la cultura popular: el camino de ladrillos amarillo, las zapatillas de rubí, la ciudad Esmeralda, los Munchkins, la canción “Over the rainbow” o las frases “no hay lugar como casa” o “Toto, tengo la sensación de que ya no estamos en Kansas”.

El escritor británico Salman Rushdie siempre ha destacado la influencia que la película tuvo en él y era la película favorita de David Lynch, que la referenció, más o menos explíctamente en varias de sus obras, especialmente en Corazón salvaje, de 1990.

En 1995, en medio de la celebración de los 100 años de la creación del cine, la destacó por su valor artístico en una prestigiosa lista curada por el papa Juan Pablo II.

Por Juan Manuel Fábregas

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