Bardem, Portman, Goya y el poder de la Inquisición

Estreno. Salió en DVD un film inédito de Milos Forman

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GUILLERMO ZAPIOLA

La crítica ha estado dividida, y su distribución internacional no ha sido brillante. Sin embargo, hay trechos de real interés en "Los fantasmas de Goya", película dirigida por Milos Forman que acaba de salir directamente en DVD.

Aunque su nombre figura en el título, el gran pintor Francisco de Goya y Lucientes (Stellan Skarsgard) es realmente un personaje secundario aunque crucial en este film de época del autor de Los amores de una rubia, Atrapado sin salida y Amadeus. O, más exactamente, es un testigo de excepción, el espejo sobre el que se reflejan los destinos de una serie de personajes de la España de fines del siglo XVIII que serán recogidos, también, en las telas del propio Goya.

Al fondo de la historia corren los agitados tiempos del reinado del inepto Carlos IV (Randy Quaid) y su promiscua esposa María Luisa (Blanca Portillo), las severidades de la Inquisición, la invasión napoleónica y su derrota.

El disparador de la historia lo constituye la acusación por herejía contra una joven modelo y "protegida" de Goya (Natalie Portman), y la intervención, provocada por el pintor, de un integrante de la Inquisición (Javier Bardem) que comienza acaso a interesarse demasiado por la mujer. Durante un rato el film, que quiere abarcar demasiado y acumula personajes y melodrama, utiliza ese esquema para armar un relato con cierto aire folletinesco en el que hay acusaciones injustas, amores ilícitos, desapariciones y búsquedas. Luego se concede una elipsis de quince años (del guillotinamiento de Luis XVI a la invasión napoleónica), y allí pasa a proponer algunas ideas concretas acerca de autoritarismo, liberalismo y los Desastres de la Guerra.

Es en esos tramos finales, sobre todo, donde Milos Forman parece recuperar el pulso y el espíritu crítico de la zona más valiosa de su obra. Formado bajo el comunismo y fugitivo de él, Forman nunca ha perdido del todo el espíritu libertario que ha sido uno de los mejores rasgos de su cine. No es de extrañar que éste vuelva a asomar por momentos en un film que cuestiona intolerancias religiosas y la chapuza revolucionaria de 1789. Alguien ha señalado ya que Forman se retrata a sí mismo en el Goya competentemente encarnado por Stellan Skarsgard.

El guionista Jean-Claude Carriére (antiguo cómplice de Buñuel) no siempre lo ayuda en sus propósitos. Se dispersa en el detalle anecdótico y pierde la visión del conjunto. Sin embargo, el film contiene la suficiente cantidad de elementos de interés como para remontar sus limitaciones.

Uno de sus logros es la hermosura visual obtenida por el notable director de fotografía Javier Aguirresarobe, quien solamente de a ratos cae en la facilidad y la trampa de convertir la imagen en un repetición de la pintura de Goya (como hicieran fastidiosamente Saura y Vittorio Storaro en su película sobre el artista). Es cierto, hay algo de "goyesco" en las imágenes de la resistencia madrileña y su represión, pero es probable que al espectador hasta le extrañara si ello no estuviera.

Otra carta a favor del film es el elenco, que logra proporcionar cierta riqueza en el retrato de personajes. Bardem no está acaso a su mejor nivel, pero Natalie Portman no baja de la excelencia y los secundarios españoles superan incluso el `handicap` del diálogo en inglés.

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